Por Arturo Soto Munguía
Así como dios da sus peores batallas a sus mejores guerreros, el diablo suele mandar a las mejores batallas a sus guerreros más pendejos.
No sé qué clase de chamuco se le metió al señor Ramón “N”, originario del meritito Ímuris y sacrílego irredento que ayer se metió a la parroquia Santa María de Magdalena y como si alma que trae el diablo la emprendió contra los santitos que testifican y salvaguardan la fe católica en el sagrado recinto, les dio contra el suelo dejándolos más maltrechos que la credibilidad de un político.
La arremetida incluyó al icono del centro histórico de Magdalena, que comparte créditos con el esqueleto del Padre Kino, la estatua de Luis Donaldo Colosio y los Fritos Azteca como atractivos turístico-religiosos-gastronómicos.
Nos referimos a la efigie de San Francisco Javier, santo patrono del pueblo y depositario de todas las plegarias, solicitudes de milagros y compromisos de ‘mandas’ de miles y miles de fieles (y no tan fieles) que diariamente lo visitan para probar no tanto la fuerza de sus bíceps, sino la de su fe, pues la leyenda cuenta que quien lo levanta de su añeja posición en decúbito dorsal en la que yace así nomás viendo pal techo, tiene el cielo ganado.
Ay de aquel o aquella que no pueda levantarlo porque eso significa que su corazón está lleno de pecados, y por esa razón es muy fácil detectar a los y las maloras que nomás le pasan la mano por los brazos o le besan la frente, no vaya a ser que el santito ya tenga acceso a los Guacamaya Leaks o los archivos desclasificados del INAI (antes de que lo dejaran más tieso que al propio santo), y se ponga pesado, de manera que no puedan levantarlo.
Han de saber que San Francisco Javier, a quien se encomendó alguna vez el mismísimo Padre Kino cuando fue presa de una grave enfermedad, se encuentra acostado de espaldas, con su hábito café y la cuerda blanca rodeando su cintura, con tres nudos que simbolizan los votos de pobreza, obediencia y castidad, desde mucho antes que a López Obrador se le ocurriera su cartilla moral que todos sus devotos siguen al pie de la letra como si en ello se les fuera la vida y por eso estamos viendo tanta austeridad republicana, sobre todo en la clase política emergente.
Pues hasta ese sacrosanto recinto llegó Ramón “N”, con el chamuco metido, con la beligerancia de un triguero de Baja California y con la imagen de la santa muerte tatuada en el pecho, y aprovechando que el buen santo seguía acostadito y viendo pal techo lo empujó con todo y tarima, haciéndolo caer al piso de la capilla y dejándolo con la cara al piso.
Tal sacrilegio, inédito, histórico y excepcional quedará marcado en la historia de la membrillera población, cuna de otros santos como San Luis Donaldo, Santa Claudia y San Pato de Lucas y seguramente no quedará impune.
De hecho, el señor Ramón “N” ya fue detenido por la ‘polecía’ municipal y su destino es bastante incierto, porque además de la justicia terrenal, que suele ser benevolente y de puertas giratorias, todavía le queda pasar la aduana de la justicia divina, que a veces perdona y a veces se ensaña.
Pero en aquel pueblo mágico de Magdalena, al que la sátira popular rebautizó hace mucho como ‘Mafialena’ por razones que sería obvio mencionar, pero hay que hacerlo porque es cuna y matria de otras personas no tan santas, que junto a su fe cristiana y su devoción al santo acostado viendo pal techo, suelen cargar un cuerno de chivo en el camionetón blindado y también suelen ser delicados con aquellos que les maltoquen los objetos de su fe.
Si yo fuera Ramón “N”, estaría más preocupado por la ira de la maña, antes que la ira de los dioses, o de los ‘eme-pés’, que como quiera malintegran un expediente para desafanar broncas, siempre y cuando suene la registradora.
II
Y en asuntos más serios, a diferencia de lo ocurrido en Baja California, donde las protestas de productores de trigo estallaron en un brote de violencia donde estos la emprendieron a golpes contra el secretario de Agricultura estatal, en Sonora se privilegió el diálogo y se alcanzaron algunos acuerdos, que ciertamente no satisfacen del todo a los trigueros, pero sientan las bases para avanzar progresivamente en una solución al conflicto que enfrentan.
En Baja California los productores tomaron el palacio municipal de Mexicali, desalojándolo posteriormente para trasladar su protesta a la sede del Congreso local en la vecina entidad. En Sinaloa, los productores organizados han protagonizado bloqueos carreteros y diversas manifestaciones exigiendo apoyos del gobierno federal para compensar los bajos precios de su producto, definidos estos por los mercados internacionales.
El precio de garantía para la producción triguera es la principal demanda, pero no la única.
Ayer, el gobernador Alfonso Durazo sostuvo un encuentro con los productores sonorenses que enfrentan un panorama complejo porque el tema tiene muchas aristas. Aun así, de esta reunión derivaron los acuerdos iniciales entre los que destacan: el apoyo de 200 pesos por tonelada, y a quienes producen trigo panificable, precio de garantía más esos mismos 200 pesos.
Paralelamente se construyen acuerdos con los industriales de trigo cristalino para adquirir el 60 por ciento de la producción que no entre al mercado y hubo compromisos para revisar con la secretaría de Economía federal los costos de aranceles.
Un punto de coincidencia entre gobierno y productores fue la necesidad de dar valor agregado a la producción primaria, para lo cual se deben buscar inversiones en materia tecnológica, mientras se busca gestionar para que la producción de trigo cotice en una bolsa de valores distinta a la de Chicago.
Ambas partes se comprometieron a continuar el diálogo en mesas de trabajo para fortalecer el desarrollo agrícola.
Desde luego, el asunto tiene muchos bemoles, pero de entrada, hay que valorar la voluntad de mantener el tema por la ruta del diálogo, y en la perspectiva de darle una salida de largo plazo a este cíclico encontronazo que se ha repetido en las últimas décadas.
No es, de ninguna manera un conflicto nuevo. La primera fuente que cubrí como reportero del Diario del Yaqui en la corresponsalía Hermosillo fue la agropecuaria. De eso han pasado más de 30 años y desde entonces, las demandas de los productores siguen siendo las mismas, y las salidas planteadas también, sobre todo la que tiene que ver con la reconversión de cultivos, una ruta que no todos pueden ni quieren explorar.