RINCÓN BEISBOLERO | LA NARRATIVA DE UNA MEDALLA Y LA ANABE

Por: José Carlos Campos

RELATO- La presente entrega se redacta pensando, ante todo, en cómo los que se encarguen de la narrativa del béisbol mexicano, que suponemos existen, habrán de integrar a la narrativa la obtención de la medalla de oro de la selección mexicana en los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2023. De antemano decimos: omitan excesos como aplicar calificativos como “épico”, “grandioso” o “monumental”, abaratan el logro.

Lo cierto es que a instancias de que la presea dorada le fue otorgada a México aún y no haberse dado el juego por el campeonato del torneo que en el cual debían disputarlo ante la selección de Cuba, la lluvia no lo permitió así que se acudió al reglamento del torneo el cual indicaba que en ese caso la de oro se asignaría a quien quedara mejor colocado en el standing y ahí ni hubo revire alguno: México fue el líder de la competencia, indiscutible y ergo, ganadores de la medalla de oro por derecho propio.

Fue que se hizo historia al ser la primera ocasión en la historia en que se alcanza una medalla de oro en béisbol en Centroamericanos, cierto, competencia de carácter regional a la cual algunos no se animan a darle relevancia. Lógicamente tras el logro viene el triunfalismo, la celebración y hasta la presunta osadía de animarse a soltar lo que a nuestro juicio resultan declaraciones aventuradas; como esa de que en los juegos Panamericanos (Chile, octubre-noviembre de 2023) el béisbol mexicano debe ser considerado ya uno de los grandes favoritos. Mesura, nada más tantita mesura).

Buen momento para la pelota nacional, pero ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre.

INCONFORMES- Si bien el triunfo en los Centroamericanos cayó bien en el ánimo general, no dejaron de escucharse (y leerse) voces que buscaron minimizar el logro por obra y gracia de que no jugaron un juego final. Que poca elegancia de reflejar las frustraciones (cualesquiera que estas sean), y aún más, calificar de ignorantes a quienes no concuerden con su conspiranóica idea.

Mal se dejan ver, aunque se sobreentiende que su intención es “raspar” de paso a la LMB. Y se agrega a esto que salen voces que recriminan que ahora sí salga todo el bloque organizador a festejar cuando no lo hicieron luego del fracaso en Juegos Olímpicos 2020 celebrados en Tokio, Japón. No hay dicha completa, entonces.

Pero en el inter, se incluirá en la narrativa esta medalla de oro, así tan a la mano y se seguirá dejando de lado lo que sucedió hace 43 años y que, definitivamente, cimbró al béisbol profesional de nuestro país. La huelga de peloteros de 1980.

ANIVERSARIO- Cada 1 de Julio se conmemora (que parece prohibitivo festejar) el estallido de la huelga de peloteros, teniendo como epicentro el parque del Seguro Social de la ciudad de México, previo al encuentro anunciado entre los Diablos Rojos y los entonces Tigres Capitalinos.

Ahí se dio el estallido de un movimiento que aún hoy, se denotan sus repercusiones y que durante más de 4 décadas ha servido para revelar más a fondo cuál era el clima laboral con el que lidiaban los jugadores de ese entonces.

Eso es lo que nos llama la atención: la aún nula atención de los “escribas” de la LMB por incorporar a la narrativa ese 1980 y su impacto en la pelota nacional. Hubo un magnífico intento con el libro “Bola Roja” de Benito Terrazas (1984) y valiosas reseñas como las de Víctor Becerril, suficientes como para desterrar los mitos y mentiras de quien apareció entonces como el escribano de cabecera de los capitostes de esos años.

Ha faltado incorporar este movimiento, a sus personajes, a la narrativa lo mismo de la liga que del Salón de la Fama, que a la LMB deje de darle vergüenza contar la realidad de ese 1980 y dejar atrás la tesis de “niégalo todo” que impuso el nefasto Pedro Treto Cisneros.

Para los anabistas, nuestras felicitaciones.

La historia sin incluirlos a ustedes, siempre estará incompleta.