EL ZANCUDO | XÓCHITL Y MARCELO: SOMBRAS DE PREOCUPACIÓN EN LA SUCESIÓN 2024

por Arturo Soto Munguía

Sean quienes fueren los abanderados de las dos principales fuerzas en disputa por la presidencia de la República, la campaña electoral 2024 se perfila para ser la más intensa y sobre todo, sucia que se recuerde.

Si por la víspera se saca el día, todavía no comienzan oficialmente las precampañas y los principales protagonistas ya se están dando hasta con la cubeta; sus equipos están trabajando a todo tren diseñando y desarrollando estrategias (algunas bastante bizarras) y las redes sociales se han inundado ya de vituperios y descalificaciones; demonización del adversario y campañas negras, algunas negrísimas como la que le traen a Adán Augusto López con el tema de su presunta relación con la joven diputada Andrea Chávez.

La escalada que hemos visto en los últimos días obedece sin duda a la irrupción de Xóchitl Gálvez en la contienda nacional como eventual candidata presidencial del Frente Amplio por México.

Hasta antes de que la hidalguense se decidiera a entrar a esa contienda (su mira estaba puesta en la jefatura de gobierno de la CDMX), las aguas de la mar electoral estaban relativamente en calma y en el imaginario colectivo prevalecía la idea de que el 2024 sería un día de campo para el presidente y su partido.

Así estuvo durante dos años, desde aquel día de junio de 2021, apenas concluido el proceso electoral cuando el presidente destapó a sus ‘corcholatas’ que inmediatamente comenzaron a moverse por todo el país promoviendo sus nombres y figuras con los pretextos más pueriles, pero con la habilidad suficiente para burlar la ley electoral en lo relativo a tiempos de campaña y uso de recursos públicos en las mismas.

Al menos dos factores modificaron el escenario: la aparición de Xóchitl Gálvez con un evidente cierre de filas en torno a su aspiración, de muchas voces ciudadanas pero sobre todo, de poderosos personajes y grupos de poder que han visto en ella la posibilidad de regresar por sus fueros, algo que aparecía imposible con cualquier otro (u otra) de los personajes cuyos nombres el mismo presidente se encargó de proyectar de manera muy inteligente, sabedor de que a cual más, encajaban milimétricamente en el perfil del adversario al que tiene cinco años aludiendo de mil modos despectivos.

No es que Xóchitl no encarne las representaciones simbólicas de ese bloque al que AMLO y su partido le arrebató el poder en 2018, pero definitivamente no es lo mismo hacer trizas a Lilly Téllez, Santiago Creel, Alito Moreno, Ricardo Anaya, Beatriz Paredes, Enrique de la Madrid y hasta José Ángel Gurría, que por cierto será el encargado de coordinar la elaboración del proyecto de gobierno del bloque opositor. Vaya cosa. El ‘Ángel exterminador’, representación gráfica si la hay, de las aristas más filosas del neoliberalismo.

Pero Xóchitl se les está atragantando. El propio presidente ha tenido que salir por varios días consecutivos a dirigir contra ella su amplio catálogo de anatemas y desde el oficialismo se ha montado todo un operativo mediático para el denuesto y el escarnio, que no ha resultado tan efectivo como quisieran y en algunos casos parece revertírseles. Habremos de esperar las próximas encuestas para ver cómo se han movido las preferencias en las últimas dos semanas.

Pero Xóchitl no es la única sombra que cruza el cielo del presidente. La otra se llama Marcelo Ebrard. El excanciller ya abrió la puerta para una eventual ruptura -lo dijo textualmente en un foro de la revista Proceso- si detecta una ‘chicanada’ o una ‘canallada’ para modificar el resultado de las encuestas.

Entre Xóchitl y Marcelo modificaron ya el escenario de la sucesión, que hasta hace unas semanas parecía decidida de antemano. Y quizás lo siga estando en cuanto a la elección de presidente, porque el aparato estatal de Morena se ha convertido en una muy eficiente maquinaria de ganar elecciones.

Pese a que han perdido plazas importantes y su caudal de votos ha disminuido considerablemente respecto a los famosos 30 millones de 2018, con lo que tiene le alcanza para mantener el poder en la presidencia. No estoy tan seguro de que suceda lo mismo en elecciones de gobernador, de diputados federales y locales; de alcaldes y de senadores.

La divisa del ‘Plan C’, de ganar la mayoría calificada en el Congreso de la Unión está en riesgo y quizás algo más.

Por ello la intensidad de la pre-contienda ha escalado de la forma en que lo estamos viendo en estos días, sobre todo con Claudia Sheinbaum, que sigue encabezando las preferencias con amplio margen y su gran apuesta parece ser la mimetización en AMLO. La exjefa de gobierno ha calcado la mímica, la narrativa y hasta el tono y el acento del presidente. Supongo que sus estrategas de marketing están convencidos de que es la mejor manera de vender la idea de la continuidad con la que, aunque a muchos no les guste, la mayoría de los mexicanos se identifica.

Marcelo Ebrard ha sido menos protagónico, trae una campaña más orientada a la sociedad civil que a las bases de Morena, donde sabe que no tiene nada qué hacer ante Claudia y su discurso es más mesurado y menos frontal.

Claudia no. La campaña de Sheinbaum parece la de una candidata que va abajo en las encuestas. Va por las plazas del país con el machete desenvainado, reproduciendo una a una las frases que el presidente tiene cinco años fijando en el imaginario colectivo.

Ricardo Monreal y Adán Augusto López prácticamente están descontados en esta pre-contienda.

Y del otro lado no hay hermanitas de la caridad. Los grandes potentados, muchos de los cuales le han entrado así sea sin mucha devoción a los tamales de chipilín en Palacio Nacional parece que, como los tiburones, ya olieron la sangre.

Tienen para sí a los grandes y no tan grandes medios corporativos y tienen mucho dinero para inyectarles. Xóchitl Gálvez pretende ser proyectada como un fenómeno mediático, político y social y la señora se deja querer y sabe cómo hacerlo.

Con una candidata emergente como ella, y con un Ebrard blandiendo la advertencia de la ruptura, el tablero se ha movido.

II

Amanecieron bravos los del Movimiento Naranja y en la rueda de prensa de ayer se fueron hasta la cocina: arremetieron contra la política de seguridad del estado y la federación; contra la adscripción del sistema de salud estatal al IMSS-Bienestar, contra las campañas adelantadas de las ‘corcholatas’; contra el estrenado fiscal estatal, contra los alcaldes de Cajeme y Caborca; contra el estrenado titular de la Fiscalía y hasta le dieron un rozón al mismo gobernador y a sus colegas diputados.

La diputada Natalia Rivera sostuvo que el gobierno federal primero desapareció el Seguro Popular y creó el Insabi, que también desapareció para dar paso a un esquema centralista en el que el estado se queda sin la administración de toda la infraestructura hospitalaria para cederla al IMSS-Bienestar, junto a la relación contractual con el personal.

El diputado Ernesto de Lucas abordó el tema de la seguridad pública y citó que de acuerdo a los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad, Sonora encabeza la lista de estados con más secuestros, con 136 hasta mayo pasado: “Dimos el voto de confianza al nuevo fiscal advirtiendo que no habría pretextos para mejorar, pero las cosas continúan empeorando y de septiembre de 2021 a abril de 2023 se acumulan 2 mil 901 homicidios dolosos”, dijo.

Citó los casos de Cajeme y Caborca donde se han presentado episodios violentos recurrentes mientras sus alcaldes están más ocupados haciendo negocios con EMCO, la empresa favorita de la 4T.

Manuel Scott, el coordinador estatal de MC se sumó a este reclamo y fue más allá al pedirle al alcalde de Cajeme, Javier Lamarque, que si no puede con la encomienda que le fue conferida en las urnas, que renuncie.

Junto a ellos, el diputado Jorge Russo hizo eco de las exigencias, adelantó que la bancada naranja votará en contra de una nueva convocatoria para completar los integrantes del Instituto de Transparencia y ya encarrerados, todos le dieron un llegue a los excesos de las corcholatas en precampaña por los evidentes gastos de la misma y la utilización ilegal de infraestructura pública para promocionarse.

Bravos, amanecieron.