CARRUSEL | BANCO DEL MALESTAR

Por Víctor Fausto Silva D.

¡Qué bonito se oyen los discursos de los jorocones del gobierno federal, asegurando que jamás en la historia vimos tantos logros ni tanta felicidad en el pueblo bueno y sabio!

Y ¡qué bonito suena también que de un sexenio a otro, Sonora se convirtió en una generosa tierra de oportunidades, donde todo lo que hace el gobierno es único, extraordinario, histórico y excepcional!

¿Por qué entonces, en un escenario tan paradisiaco como el que pintan a nivel federal y estatal, siguen resonando voces tan firmes como creíbles que los desmienten, empezando por los supuestos beneficiarios de tanta chulada nunca vista?

¿A poco tanto terreno abarcan los conservadores, reaccionarios, fifís, adversarios y los epítetos que usted guste colgarles, como para lograr que miles de personas sigan quejándose de que les están vendiendo una fachada muy bonita de progreso, pero de papel?

Filias y fobias aparte, no es posible ignorar que durante los últimos días –a contrapelo del escenario rosita que se pinta y se pregona en las mañaneras de AMLO y de Alfonso Durazo- hay temas cuya cruda realidad sigue doliendo y sigue echando abajo el discurso grandilocuente y triunfalista de un gobierno que ya se volcó al terreno electoral en busca de la continuidad.

¿Para más de lo mismo que se queja la gente y a la que mandan por un tubo, porque supuestamente todo está de maravilla?

Sin buscarle mucho, hay dos casos a la mano para ilustrar, o bien la ineptitud del gobierno o la ingratitud de quienes deberían caer de rodillas gritando ¡hosanna, hosanna, gloria a Dios en las alturas! por los beneficios recibidos.

Vamos por partes, como dicen que decía (¡vaya usted a saber!) Jack El Destripador.

El calvario del Banco del Bienestar

Uno se topa de repente con que esa maravilla llamada Banco del Bienestar no es tal. Se prometió que tendría sucursales hasta en los ejidos cachoreros más inhóspitos, para que adultos mayores y otros becarios tuvieran a tiro de piedra sus recursos, pero nanay.

Resulta que a nivel nacional se descubre, se denuncia y se reconoce que a muchos beneficiarios les llega mocha la partida…si es que les llega, porque ya se admitió que en algún punto del proceso alguien “capa la cochi” (como decimos en Sonora) y la desaparece totalmente.

Otro calvario es recuperar el dinerito, porque ya sabe usted que en este país y mientras se resuelven, los trámites pueden mandar a cualquiera a la tumba.

La Comisión Nacional Bancaria acaba de informar que del 2019 al primer trimestre del 2023, se han presentado contra el Banco del Bienestar quejas por entregas incompletas de dinero y movimientos no reconocidos por un monto de 170 millones de pesos.

De ellos, nada más en el primer trimestre de este año se esfumaron 76.1 millones, de los cuales -una vez desahogado el chorro de trámites por reclamos- los cuentahabientes pudieron recuperar apenas14.3 millones. ¿Y la Cheyenne, apá?

Sin ser mal pensado (mucho menos adversario conservador), uno concedería que tanta falla podría deberse a que el dichoso banco fue creado al vapor, es operado por inexpertos o apenas están en vías de perfeccionar el proceso para la dispersión de recursos…pero resulta que según el Tribunal Federal de Justicia Administrativa, ya se detectó que hay al menos 20 funcionaros involucrados en el vil manoteo de recursos.

Hay ratotas, pues, de cuello blanco y largas uñas, con dominio del tejemaneje para saquear recursos de cuentas bancarias. ¿También serán priistas corruptos que se les colaron, como justificó López Obrador cuando estalló el mega desfalco en Segalmex?

Y como el Presidente siempre tiene otros datos y vive en un México virtual, ya fijó postura: “aquí no se ha perdido nada” (aunque la gente sigue correteando sus recursos) y todo se trata de una malvada campaña de desprestigio lanzada por la banca comercial. Y a otra cosa, mariposa, porque hay que acelerarle al Tren Maya.

Otra cosa indignante (y hasta indispensable para enterarse de que los estafaron) es tener que apersonarse en la sucursal más cercana del Banco del Bienestar, donde los ancianos arriesgan hasta la vida haciendo filas durante horas, bajo un sol y un calor infernales, porque el cajero automático nomás ¡no tiene dinero! y adentro, una sola cajera pasa las de Caín para atender a un mundo de gente.

Una vez expuestas las denuncias y críticas, no falta quien les aconseje recurrir a cualquier cajero de banca múltiple, donde previo pago de “módica” comisión, podrán recibir su dinero. Pero en muchos de ellos, ooootra vez nanay, porque los remiten a cobrar en el banco donde les depositaron lo suyo.

En buen cristiano, pues, los remiten al hoy llamado Banco del Malestar, el mismo que prometió tener sucursales hasta en ejidos cachoreros, pero incapaz de sacar el gato del garbanzal en ciudades grandes como Obregón o la mismísma capital, Hermosillo…donde tiene más personal un taquero que el dichoso banco.

Las filas son tan groseras como interminables. ¿Se vale tener a tantos adultos mayores expuestos a una insolación, si no es que a un fatal golpe de calor que ipso facto los mande a buscar un cajero celestial?

Los oficiosos aplaudidores de cuanto hace el gobierno recomiendan como salida alterna que los viejitos (as) paguen en comercios con su famosa Tarjeta del Bienestar, pero ¿por qué diablos van a obligarlos a gastar su dinero donde y de la manera que otros quieren, amén de que muchos batallan para entenderle a un cajero automático, donde apenas distinguen el teclado?

¿Y si necesitan el efectivo para pagar el fiado en el changarro del barrio o gastar en lo que les pegue su regalada gana un apoyo que tooodos los días les presumen como un logro histórico, elevado a rango constitucional?

En ese escenario, estimado lector, ¿apostaría usted porque los beneficiarios son Fifís malagradecidos, conservadores, reaccionarios y adversarios confabulados con Salinas, Calderón y Claudio X González para golpear a AMLO, o a que el gobierno es lisa y llanamente inepto (con ratotas, además), ya no para recaudar dinero vía impuestos, sino hasta para repartirlo?

Es pregunta…