por Arturo Soto Munguia
El pasado 20 de julio una tormenta de arena volvió a poner a Guaymas de cabeza. El puerto y sus habitantes parecen estar hechos del mismo material con el que se hacen las ‘cajas negras’ de los aviones.
A lo largo de su historia, por Guaymas han pasado toda clase de desastres: trombas, huracanes, ciclones y no se diga algunos gobiernos que han resultado más destructivos que cualquier fenómeno meteorológico.
Y el puerto allí sigue, en pie y trabajando.
El 20 de julio, Guaymas pasó súbitamente de la fiesta a la tragedia. Todavía andaban los guaymenses tarareando las canciones de Ricardo Montaner que cerró la exitosa edición 2023 del Festival del Mar Bermejo con el que se conmemora y celebra la heroica defensa del puerto, atacado en 1854 por filibusteros franceses, cuando se ennegreció el cielo de la tarde y una impresionante cortina de polvo llegó impulsada por fuertes rachas de viento que generaron pánico y zozobra.
La tormenta de hace once días no fue prevista por las autoridades de Protección Civil y nadie dio aviso de su llegada; les cayó encima como un episodio apocalíptico que hizo volar techos de lámina; derribó espectaculares, bardas, postes y transformadores provocando el corte del suministro eléctrico por varios días y, como suele suceder en eventos de esta naturaleza, dejó al descubierto la ineficiencia y la incapacidad de algunas instituciones para dar respuesta pronta y efectiva al desastre de la contingencia.
Específicamente la Comisión Federal de Electricidad se vio rebasada por los acontecimientos y las demoras en el restablecimiento del servicio llevaron a los ciudadanos a tomar calles y carreteras en el área rural, donde las altas temperaturas del verano escalaban el drama sobre todo entre niños y adultos mayores.
Hubo, ciertamente, movilización de prácticamente todas las instituciones estatales y municipales, y algunas federales, pero aun así el puerto duró más de una semana en recuperar su pulso normal y de hecho, todavía siguen trabajando, sobre todo las autoridades municipales, en la recuperación de la normalidad.
Hay que reconocer que desde el día uno, la alcaldesa Karla Córdova se puso al frente de las tareas de supervisión y la gestión de apoyos en instancias estatales y federales. Sus recorridos iniciaron en las zonas más afectadas: la colonia Centro, Fátima, 18 de noviembre, Las Villas, Plazas; las salidas sur y norte y la unidad deportiva. Se habilitaron espacios para albergar damnificados y comenzaron a repartirse agua y despensas, sobre todo en el área rural del municipio.
En la zona urbana se coordinó con autoridades estatales para las tareas de limpieza, poda de árboles, retiro de anuncios y escombro, sin dejar de repartir agua, despensas y más de dos mil 200 láminas para reconstruir los techos de las casas que volaron por el aire
Ignoro qué suerte de maldición tiene Guaymas, pero justo cuando terminaban las fiestas del Mar Bermejo; cuando están caminando las obras de modernización en el puerto y la rehabilitación de calles y drenajes en el centro de la ciudad entre otras, les azota esta tormenta que desquició la vida cotidiana por varios días.
Después de los primeros momentos de confusión, las autoridades tomaron el control de la situación y comenzaron los trabajos de atención al desastre y las cosas parecen estar volviendo a la normalidad. Ojalá así se mantengan.
II
Tenemos rato advirtiendo que la sucesión 2024 se está volviendo políticamente tóxica por la visceralidad de la conversación pública sobre todo en redes sociales, y la tendencia es a escalar el fuego cruzado de un discurso de odio que va y viene de uno y otro lado.
Mientras eso quede en la sola narrativa, no pasará de lo anecdótico, un madrazo por aquí, un cartón de negrísimo humor por acá, una ‘troleada’ permanente.
El problema se complica cuando la violencia verbal pasa a la física; cuando las balas comienzan a pasar más cerca de actores de la cosa pública; cuando la muerte ronda cerca de los mismos.
El 26 de julio, Zayma Zamora, coordinadora de campaña de Adán Augusto López fue asesinada a tiros en Poza Rica, Veracruz. Aunque el asesinato se dio cuando la activista se dirigía a su negocio, el móvil no parece ser el robo, pues los atacantes dispararon contra ella y huyeron del lugar sin llevarse nada. En los hechos resultó herido de bala un hijo de la colaboradora del tabasqueño.
El pasado sábado, el empresario Daniel Flores a quien ubican como el principal financiero de la campaña de Adán Augusto y dueño de una empresa que ha facturado unos 20 mil millones de pesos al gobierno de Tabasco y a la secretaría de Energía por proyectos en la refinería Dos Bocas.
Daniel Flores falleció al desplomarse el jet privado en el que viajaba desde el puerto de Veracruz a Toluca después de participar en un mitin de la corcholata tabasqueña. Hasta el momento se desconocen las causas del desplome de la aeronave.
Ese mismo sábado en la noche, fue asesinado a balazos José Guadalupe Fuentes Brito, empresario y promotor de la candidatura de Marcelo Ebrard en el estado de Guerrero. Hombres armados interceptaron su camioneta mientras viajaba por la Autopista del Sol en compañía de su esposa, que resultó herida, y su hijo, que también fue asesinado.
Fuentes Brito es familiar del jefe de la oficina de la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado Pineda.
Guerrero es uno de los estados más violentos del país y los asaltos en esa y otras carreteras están a la orden del día. No hay hasta el momento, indicios de que el hombre fuera asesinado por sus relaciones políticas y pudo tratarse de uno más de los 160 mil homicidios dolosos que se han registrado en el país en el actual sexenio, la mayor parte de ellos en hechos relacionados con la delincuencia organizada.
Para ser coincidencia, suena bastante tétrica. Tres asesinatos de personajes cercanos a precandidatos presidenciales del partido oficial, y un accidente de avión en el que fallece otro más, en días de proselitismo político con miras a la sucesión presidencial, merecen una respuesta pronta, que despeje dudas sobre la eventualidad de motivaciones ajenas a la coyuntura.
Veremos.