CARRUSEL | RUIZ CAMPOY: ENTRE “UN VIEJO AMOR” Y LAS CORRIENTADAS AJENAS

por Víctor Fausto Silva D.

Ahora que ya se dio a conocer oficialmente la boleta electoral para la sucesión presidencial –con Xóchitl Gálvez, Claudia Sheinbaum y Jorge Álvarez en ese orden descendente-, repara uno en que los partidos tienen por delante buena chamba para evitar que sus potenciales votantes la “rieguen” a la hora de cruzar las papeletas, por aquello de la mescolanza de siglas.

Quizás no sea tan enredoso en la presidencial, pues a fin de cuentas no hay más que dos cartas -las damas-, pero en lo local amenaza con convertirse en un soberano enredo, por el chapulineo de quienes no hace mucho se cobijaban bajo unas siglas y de la noche a la m añana se brincaron a otras.

Si a eso se le suma que ni ellos mismos terminan por definirse, lo único que tendrán asegurado es la confusión de sus seguidores, que simple y llanamente ya no saben ni en qué bando localizarlos.

Un palpable –y deplorable- ejemplo de ello está dándose con Guillermo “El cuate” Ruiz Campoy, que de ser morenista brincó al PT y luego se regresó a las filas guindas, con la esperanza de que ahora sí le cayera en las manos la candidatura a la presidencia municipal de Navojoa.

El asunto es que ninguna cuenta le sale, porque si bien en el PT hizo buena chamba consiguiéndole una votación histórica en el proceso del 2021 como candidato a la alcaldía, terminó renunciando porque se quejó de que con todo y eso, lo arrumbaron en un rincón y ni siquiera le tiraron con un cargo partidista.

Todavía peor: cuando se enteró de su salida, el dirigente estatal petista, Ramón Flores, prácticamente le encargó que cerrara la puerta por fuera. No le reconoció mérito alguno (mucho menos lamentó su salida, así fuera por diplomacia), y por el contrario, lo tachó hasta de traidor y casi lo sacó a empujones.

De ahí, “El cuate” se volvió a pintar de guinda y hasta fue recibido con honores por la entonces dirigente estatal de Morena, Rayito Gaytán Sánchez, lo que muchos interpretaron como adelanto de un prometedor futuro.

Pasado el tiempo, de Rayito, como de Camelia, nunca más se supo nada, y las posibilidades de Ruiz Campoy se fueron diluyendo al avizorarse que en Morena el arroz ya se coció en cuanto a la alcaldía…pero entonces “El cuate” puso la mira en la diputación local por el XIX Distrito.

Como todavía no sale humo blanco, entre sus seguidores sigue la vela prendida, sólo que de sopetón, el propio Ruiz Campoy los destanteó sirviéndole la mesa en la palapa de su propiedad a Célida López Cárdenas, tránsfuga del PAN Padrecista y hoy candidata al senado por el PT, (el mismo de donde casi lo sacaron a patadas) para uno de sus actos proselitistas en estos lares.

Aquello no pudo acabar peor, porque la señora, que gusta de presumir un estilo bragado, agarró monte y echó chines y jotas en un discurso que a los asistentes –especialmente a las mujeres- les dejó un pésimo sabor de boca.

Y es que una cosa es usar un lenguaje filoso y un discurso llegador, y otra es echar mano de un léxico que le envidiaría cualquier carretonero, como dirían los clásicos.

Alguien debió decirle a doña Célida que no eran ni el lugar ni la audiencia apropiados para que aquí soltara una calca de aquél discurso en Hermosillo cuando vociferó “¡Vamos a rajarles la madre!” (a la oposición) y resultó que la rajadura se revirtió: la reelección nunca le llegó.

El asunto es que se vio de pésimo gusto, con rebote de refilón para Ruiz Campoy, a quien nadie le conoce esas corrientadas, amén de confundir a sus seguidores –que los tiene- haciéndole el caldo gordo a quienes lo trataron de forma tan ingrata y malagradecida.

A menos que esté siendo víctima de su subconsciente al entonar aquella canción de que “un viejo amor, ni se olvida ni se deja…” o se haya convertido en masoquista, nadie de los suyos entendió la jugada.

Le digo, pues, que además de los enredos en las boletas por tanto saltimbanqui, hay quienes de su propia cosecha le abonan a la confusión.

Nadie sabe para dónde van y hasta el hilo se pierde cuando se rastrea de dónde vienen, por tanto brinco que pegan.

(En cuanto a doña Célida, más de cuatro se preguntaron si ese mismo lenguaje usaba cuando fue Jefa de Oficina del gobernador Durazo, y si su compañero de fórmula Froylán Gámez Gamboa también anda que se las pela por echar madrazos, o si nomás traga gordo cuando se los sueltan tan cerquita. Vaya usted a saber).

Lupita no prende…

En el otro frente, el de la coalición PRI-PAN-PRD, la que a todas luces está batallando para posicionarse como candidata a la diputación federal por el séptimo distrito, es Lupita Soto Holguín.

Está viéndose lenta para entrarle a gastar suelas en la talacha pie a tierra para una contienda que no se antoja nada fácil, con una agenda en la que vienen predominando encuentros muy de zona de confort si no es que elitistas, por lo reducido y selecto de las asistencias.

Encima, tampoco le suma mucho un discurso que luce acartonado y más propio de tiempo atrás, quién sabe si por la influencia de algún asesor de la vieja guardia, cuando necesitará más que eso para plantarse como una opción seria y viable capaz de arrebatarle esa posición al oficialismo.

Es cierto que su contraparte Alma Higuera ni siquiera ha arrancado campaña por parte de Morena, pero es porque ahí están considerando que Lupita Soto pinta como un flan…a menos que acelere y se meta de lleno a la pelea.

Veremos y diremos.