por Arturo Soto Munguía
Uno sabe que las campañas han comenzado cuando las calles y las bardas y los postes comienzan a llenarse de espectaculares con rostros sonrientes, de blanqueados dientes, ojitos pispiretos, peinados discretos y gestos de que son bien chil@s, que jamás han quebrado un plato ni matado una mosca.
Cuando se empiezan a escuchar los jingles más pegajosos y los eslóganes sacados de la chistera de una creatividad de dudosa procedencia.
Cuando se abre el ciclo en que la viejita desdentada recibe una cobija o una despensa o un volante en su casita de cartón, de manos de alguien perfectamente ataviado con los colores de su partido, la gorra utilitaria, la capa imaginaria de héroe aún más imaginario y el gesto compungido ante la inhumana pobreza y el doloroso congelamiento del tiempo inmemorial por el que han pasado llenándose los zapatos de tierra aquell@s que regresan a ver el nopal electoral solo cuando ya tiene las tunas de los votos.
Tiempos de filtros y photoshop, de frases matonas y reflexiones grandilocuentes; de zamparse sin hacer gestos un burro de machaca de burro o cualquier batarete de impredecibles condimentos que en condiciones normales jamás se comerían. Tiempos de abrazar y sonreír, de aparecer graciosos y divertidos, o tristes o enojados, o profundos e intelectuales dependiendo del contexto.
Pero mantener o reorientar el rumbo de la patria bien vale un apretujón sin nada de asquito al jornalero que huele, dijera el cantor, “a sudor y a hierbarajo”; un festejo a las gracejadas de algún escuincle insolente y desmadroso a quien en otras circunstancias ya se hubiera hecho merecedor, mínimo, de un zape en la nuca.
La patria exige sacrificios y en estos tiempos sobran quienes estén dispuestos a ellos. En la viña del señor hay de todo. Campañas bien logradas, otras no tanto y unas más, verdaderamente desastrosas. Recuerdo una candidata que en un sorprendente acto de solidaridad y desprendimiento se hizo retratar abrazando a unos desarrapados ‘limpiavidrios’ y regalándoles unos ‘jaladores’, como se conocen esos adminículos con que se incorporan a las cifras del empleo informal.
Actualmente, candidatos y candidatas contratan empresas especializadas en marketing electoral que les diseñan sus campañas a partir de sesudos estudios que determinan como caminar, vestir, sonreír, hablar; qué música utilizar…
Antes no había toda esa parafernalia de mercadólogos que venden, no me lo va usted a creer, tecnologías para descubrir a partir de una cámara ultra sofisticada dirigida al rostro de los potenciales votantes, sus voluntades electorales.
No, antes era igual de chistoso el resultado, pero menos sofisticado. Muchos recordamos aquel épico spot de televisión en que Gilberto Otero aparecía apelando al profundo ser hermosillense que todos los días come carne asada, en cuclillas sobre un asador ciertamente rústico, pero sobre el que echaba tremendos cortes de esos que, como dijera el colega y amigo Froylán Campos años después, cuando otros políticos aparecieron promocionando su identidad sonorense con gruesos cortes finos, ‘no son para comerse, sino para depositarse a plazo fijo’.
Obviamente Gilberto perdió esa elección.
Recuerdo también a Alfonso Molina Ruibal en un spot que pretendía proyectar las ventajas del ejercicio físico y aparecer como el hombre saludable que todos somos (¡a huevo!), con un coqueto bañador y unos googles sumergiéndose en la piscina de su casa y nadando energéticamente. Como todos tenemos piscina en la casa, claro que nos identificamos inmediatamente con el candidato y en chinga fuimos a votar por él. No sé por qué perdió.
No hay espacio para plasmar en una columna todos los desbarres y aberraciones hechas por personas en campaña, pero hoy las redes sociales nos permiten acudir puntualmente a toda clase de desmesuras, falsas poses, arengas incendiarias, madrazos a voz en cuello o arriesgados lances en bailes, deportes y actividades que jamás antes habían hecho.
¿Qué tan funcionales son? Eso se puede evaluar a partir de los triunfos y las derrotas, aunque no son un indicador tan consistente como el de la participación ciudadana en las elecciones. Y esa, en el pasado proceso electoral anduvo en el 47%, y a eso hay que restarle por lo menos, creo, un 20% de los votos que se compran o coaccionan de diversas maneras.
Por eso me pareció bien lo que externó la candidata morenista al Senado, Lorenia Valles, que ayer fijó postura en torno a lo que parece ser tendencia en cuanto al desarrollo de las campañas electorales, y que puede resultar atractivo para una parte del graderío, pero resulta chocante para otra, acaso la más numerosa.
La exdirectora del DIF aludió a las zacapelas verbales que otros candidatos y candidatas están siguiendo como estrategia y en la que sazonan su narrativa con insultos, denuestos y bravatas, tomando distancia de esa práctica: nuestra campaña será desde el debate de las ideas y las propuestas, no tenemos tiempo ni gastaremos energía en debates personales, dijo.
Y hace bien. El hecho de que más del 50% de la lista nominal no haya acudido a votar en la elección de 2021 no refleja otra cosa que el desencanto ciudadano hacia la clase política, y si sus personeros se concentran en lo insustancial y entran en la espiral de la violencia verbal solo estarán confirmando la percepción que prevalece en esa buena parte de la sociedad que prefiere mantenerse al margen de la vulgarización de las campañas.
Hay, insisto, políticos profesionales que toman con seriedad estos procesos y evitan caer en esas zacapelas, como El Borrego Gándara, pero en contraparte hay una legión de improvisados que solo abonan a divertimiento que es al mismo tiempo detonador del desencanto.
Ya comenzaron las campañas.
III
En el segundo envío desde China, donde se encuentra realizando una gira de promoción económica del estado, consignan que el gobernador Alfonso Durazo se reunió con directivos de BBVA, estableciendo mesas de trabajo para abordar temas relacionados con mecanismos de inversión y prestación de servicios financieros para empresas que trabajan proyectos de electromovilidad y energías limpias.
Estos servicios y orientación están dirigidos a empresas de la República Popular China, con potencial para invertir en Sonora.
Una de esas empresas es la aceleradora Tojoy, una de las más importantes de toda Asia y con la que el gobernador ya había tenido un primer acercamiento en septiembre pasado, trabajando en coincidencias sobre inversiones en energías limpias.
Para que se den una idea, Tajoy cuenta con cuatro millones de empresarios vinculados y más de cuatro mil 500 alianzas; ha promovido soluciones de salud, medicinas naturales y aerolíneas exitosas; por ejemplos durante la pandemia esa empresa proporcionó millones de cubrebocas a México.
IV
Y de las giras internacionales pasamos a las literarias para cerrar este despacho con la invitación para que este jueves 7 de marzo nos acompañe en la presentación del libro “Relatos de lo simple”, autoría del abogado y escritor Miguel Ángel Avilés Castro, que no necesita mucha presentación porque desde hace décadas nos ha venido deleitando con ese su muy peculiar estilo de recrear la memoria y la vida.
Los esperamos en la planta alta de la Plaza Bicentenario al filo de las 18:30 horas. El libro lo estaremos presentando el no menos laureado escritor Josué Gutiérrez González y Yolanda Vargas.
¡Habrá camiones al terminar el baile!