Por Víctor Fausto Silva D.
Estaba visto que la estampida de priistas en Huatabampo y su adhesión al Beto Vázquez Valencia no quedaría en un solo capítulo, ni en el borrón y cuenta nueva con el cual quiso saldarlo el dirigente estatal Rogelio Díaz Brown, porque pa’pronto le reviraron su encorajinada embestida contra quienes se fueron.
Para que la cuña apriete ha de ser del mismo palo, y fue el propio Julio César Amparán el que reviró los exabruptos del “Róger”, que prácticamente les tiró con el código penal en la cabeza al acusarlos hasta de rateros, un calificativo que según el ex dirigente municipal le acomoda más al cajemense.
Julio César Amparán (con Beto Vázquez): Revire
Amparán descarta, “por falsas y dolosas”, las acusaciones de que salieron del PRI llevándose hasta las cachuchas, y a su vez suelta el escopetazo de que aquí el mayor ladrón es Díaz Brown, “por robarle a los priistas el respeto, imponiendo a personas no idóneas en la planilla municipal”. Pues ¡tómala!
Desde hace meses habíamos comentado aquí que con la revoltura de las coaliciones, las cosas se pondrían en chino a la hora de definir candidaturas y equipos, algo de lo cual no escapó ni Morena con todo y tener el sartén por el mango, cuantimás se veía venir en la mescolanza PRI, PAN y PRD, tan diametralmente opuestos históricamente.
El asunto es que a final de cuentas y con retazos y parches por aquí y por allá, terminaron armando una criatura como la del doctor Frankenstein, que en algunas plazas todavía trastabilla para caminar, pero con una pujanza como la de Morena y una oposición tan paupérrima, no había para más.
No estamos en condiciones de dilucidar y mucho menos pontificar sobre si los elegidos para las planillas fueron o no los más idóneos, pero dos cosas son irrefutables en estas danzas: la primera es que debían armarlas a como se pudiera antes de que vencieran fatalmente los plazos de ley, y luego, que en el reparto siempre habrá inconformes.
De cierta forma, Amparán actualiza lo aquí adelantado sobre los efectos de revolver agua y aceite, con el añadido de que su reclamo al llamado “Róger” encaja también con el diagnóstico previo de que si en las oficinas centrales del PRI rodaban los chamizos por tanta soledad y abandono, en los municipios no se hacían malos quesos.
Díaz Brown: El peor dirigente estatal
El apoltronado desempeño de Díaz Brown al frente del PRI, gris, mediocre y negligente, lo llevó a conseguir el histórico pero nada honroso lugar en la historia como el dirigente tricolor que llegó a quedarse ¡sin un solo diputado en el Congreso del Estado!, luego de que Ernesto “El Pato” de Lucas y compañía dejaron tras de sí un polvaredón migrando a otras siglas.
Y si Díaz Brown descuidó algo tan clave como la representación legislativa del partido en el estado, no podía esperarse que le valiera un cacahuate la atención o el respeto hacia los comités municipales, indiferencia y abandono que ahora atinadamente le refriega en la cara Julio César Amparán, llamándolo ladrón, por haber despojado a la militancia del respeto que merece.
El huatabampense se queja de que el PRI no escogió a los perfiles más idóneos para la contienda, y efectivamente, apenas ayer, en este espacio hicimos hincapié en que no todos están jalando parejo la carreta en dicha coalición, como le está pasando a Ramón Díaz Nieblas ahí mismo en Huatabampo, cargando lastres como el de la priista Lupita Soto Holguín, a la espera de que “El chavalo” la catapulte a la diputación federal, sin el más mínimo esfuerzo de su parte.
Y pues sí, con casos como éste, le sobra razón a Amparán.
Sin ser pitonisos, en su momento comentamos aquí que precisamente por estar el PRI en este estado abúlico y negligente en Sonora, había recibido bocanadas de oxígeno con la resurrección de Manlio Fabio Beltrones como candidato al Senado, pero advertimos también que con todo y su bagaje político, todavía no se le da al de Villa Juárez la potestad de hacer milagros.
Para sorpresa de propios y extraños, querientes y malquerientes -aun cuando ya trae una senaduría en la bolsa-,el veterano priista está dando una ejemplar demostración de cómo se busca un cargo de elección fletándose como novato, pie a tierra y enfrentando al adversario, no como otros que sólo estiran la mano esperando que les caiga la fruta madura.
O como “El Róger” Díaz Brown, a la espera de un milagro que de perdida matice uno de los peores desempeños que se recuerden de un dirigente estatal del PRI.
Por lo pronto, lo que hizo Julio César Amparán fue exhibirlo en su justa dimensión.