QUÉ PENA CON LA PRESIDENTA

Por Arturo Soto Munguia

Quizás el desaire que le hicieron a la presidenta de la República y comandanta suprema de las Fuerzas Armadas no hubiese causado tanto revuelo si se hubiera presentado en otro contexto.

Pero en uno donde las cámaras legislativas le ‘batearon’ su iniciativa para acabar con el nepotismo electoral posponiendo su entrada en vigor hasta el año 2030, cuando ella ya se esté despidiendo de Palacio Nacional el tema se inscribe en el marco de ciertos roces con los coordinadores parlamentarios: Ricardo Monreal en la de Diputados y Adán Augusto López en la de Senadores.

Quizás se haya tratado solo de un descuido en el protocolo, o se dio porque, como dijo la presidenta, “estaban distraídos”, pero más que distraídos, Monreal, López, Luisa María Alcalde, Alejandro Esquer, Manuel Velasco y otros personajes estaban embelesados buscando su más panorámica sonrisa para aparecer al lado de Andrés Manuel López Beltrán, el hijo del expresidente y quien firma como secretario de Organización de Morena, a quien por si fuera poco están proyectando como el próximo candidato de la alianza que encabeza ese partido a la gubernatura de la Ciudad de México.

Hay quienes va más allá y aseguran que el ya no tan joven vástago presidencial está aprovechando el cargo partidista para encabezar una campaña nacional de afiliación que le dará proyección en todo el país, preparándolo eventualmente para competir por la presidencial en 2030.

Puede ser una ‘volada’ pero el agua de ese río sonó fuerte precisamente en el contexto de la discusión de la ley Sheinbaum contra el nepotismo, donde se filtró un audio de Ricardo Monreal diciendo que el panista Federico Döring le aseguró que diputados de Morena les ofrecieron cien votos para apoyar que la reforma entrara en vigor en 2027, tal como estaba propuesta por la presidenta, algo que el propio Monreal negó momentos después, deslindándose de cualquier negociación en ese sentido. Una negociación en la que los panistas buscaban además dejar fuera de la contienda presidencial a los hijos del expresidente mediante una iniciativa que propone impedir a los hijos de expresidentes postularse en los siguientes diez años después de haber dejado el cargo, según el propio Monreal.

Con estos antecedentes, el episodio en el Zócalo acaparó titulares y memes. El ala más dura de la izquierda morenista, donde no se tiene una buena opinión ni de Monreal ni de Adán Augusto, mucho menos del senador del PVEM, Manuel Velasco mandó su opinión sobre este suceso a través de un cartón del Monero Hernández en las páginas de La Jornada, con el que ilustramos esta columna.

El cartón se convierte en prueba de que sí hay materia en el caso de las fricciones entre la cúpula morenista, aunque oficialmente traten de minimizar el desencuentro.

La política mexicana está llena de rituales y formas que son fondo. Si no lo creen, pregunten a la ministra Norma Piña, que escribió su epitafio político cuando evitó ponerse de pie ante el entonces presidente López Obrador durante un acto republicano de aniversario de la Constitución en Querétaro.

En el Zócalo, haberse ‘distraído’ al paso de la presidenta, dándole la espalda es una gran falta de respeto, pero haberse ‘distraído’ por estar buscando aparecer en una foto con Andrés Manuel López Beltrán le aporta un extra a la grilla, más del que le aportó la propia presidenta cuando, sintiéndose ignorada, apresuró el paso y dejó a todos con un palmo de narices cuando, dándose cuenta del error, intentaron alcanzarla para el saludo protocolario.

Claudia Sheinbaum, ya ha dado muestras de ello, es una mujer recia y de carácter firme. Lo era desde que firmaba como precandidata, imaginen ahora que trae cruzada al pecho la banda presidencial, emblema del máximo poder político en México.

Por eso, Monreal, Adán y Velasco se apresuraron y desvivieron esa misma tarde ofreciéndole sus más sentidas disculpas. A ver si la presidenta no les aplica esa de que “El que perdona murió en la cruz”.