por Arturo Soto Munguia
Así se conoció la primera iniciativa presentada en el Congreso de Sonora, allá en los albores de este siglo (legislatura 2003-2006) y con la que básicamente se trataba –de acuerdo con la crónica de la sesión en la que fue aprobada- de normar la compra-venta de comida chatarra en las escuelas: léase fritangas, duros de harina con verdura, chamoy, pelones, tostitos nachos, chicles, paletas, bolis, chetos, doritos diablos y pizzerolas, papas adobadas y toda esa amplia gama de productos con que la niñez sonorense asimila a pie firme el oleaje del saber que mana de las aulas, y sobre todo de los profesores, algunos de los cuales también le entran con fe a los duritos con chamoy.
Desde entonces a la fecha, han pasado por la legislatura sonorense al menos dos iniciativas más en ese sentido y lo único que se ha logrado es que Sonora ocupe hoy el nada honroso primer lugar en obesidad infantil.
Que eso haya pasado en los últimos 20 años no es fortuito, sobre todo si se parte de la premisa de que para cambiar la realidad basta con legislar sin considerar la multifactorialidad del problema que se pretende corregir. O peor aún, desde el chacoteo y la incongruencia.
Revisando la crónica que elaboré sobre aquella sesión, me encuentro con que el diputado rocaportense Rodrigo Vélez mejor conocido como “El Coco” jugaba a ser profeta: “Lo que va a pasar es que con esta ley va a surgir el mercado negro de los ‘churrumais’; como las ‘narcotienditas’, aparecerán las ‘churrotienditas’, florecerá el mercado negro del chamoy y los chamacos seguirán consumiendo pero en el clandestinaje”.
La incongruencia la representaban casi todos los diputados de aquella legislatura que solían amortiguar las largas sesiones tomando cocacolas y Mantequilla Butter Cookies de 135 kilocalorías por pieza; en los casos que las sesiones se prolongaban más de la cuenta, lo de rigor era encargar pizzas y recuerdo que en esa sesión, una de las asistentes de los legisladores escuchaba azorada a la panista Mercedes Corral presumir su currículum de ingeniera químico bióloga farmacéutica con maestría en genética molecular.
El motivo del asombro de la asistente fue porque en una previa de comisiones, la señora Corral llegó equipada de una bolsa de papel en la que se llevó todos los trozos de pizza que quedaron. A lo mejor eran para la perra… hambre.
La estrategia que se presentó ayer no tiene nada que ver con una ley, sino con una visión más integral del problema y el ataque del mismo desde una política transversal que involucre no solo a las instituciones sino a las propias familias y al personal docente y directivo de los planteles.
Y es que en 20 años se han presentado cambios vertiginosos en la cotidianeidad de todos. La tecnología ha potenciado el sedentarismo de niños y niñas, y las prisas por procurar y ‘optimizar’ el ingreso han llevado a padres y madres a optar por comidas rápidas, generalmente ricas en azúcares, grasas saturadas y carbohidratos.
Así, esta estrategia incluye capacitación en alimentación saludable, prevención de enfermedades, salud bucal, entrega gratuita de lentes, fomento al deporte, activación física y bienestar mental; llegará a todas las escuelas públicas del país y en ellas, enfermeras y enfermeros del IMSS revisarán, con el consentimiento de padres y madres la salud de niñas y niños, promoviendo la alimentación saludable.
También habrá brigadas de médicos que recorrerán las mil 500 escuelas públicas del estado atendiendo a 240 mil alumnos, involucrando en este programa a docentes y padres de familia.