Breve historia de como inició el festejo de ser más preciado que tenemos en esta vida
Por: Berenice Granillo González
Álamos, Son (AEL 10/5/2019 BBG).- Mientras algunos atribuyen la celebración del Día de la Madre a una estrategia mercadotécnica y comercial, la realidad es que su origen tuvo un sentido muy diferente.
Las celebraciones por el día de la madre se iniciaron en la Grecia antigua, en las festividades en honor a Rhea, la madre de Jupiter, Neptuno y Plutón.
El origen del actual Día de la Madre se remonta al siglo XVII, en Inglaterra. En ese tiempo, debido a la pobreza, una forma de trabajar era emplearse en las grandes casas o palacios, donde también se daba techo y comida.
Un domingo del año, denominado «Domingo de la Madre», a los siervos y empleados se les daba el día libre para que fueran a visitar a sus madres, y se les permitía hornear un pastel (conocido como «tarta de madres») para llevarlo como regalo.
Esta celebración se desarrollaba colectivamente, en bosques y praderas.
Aunque algunos colonos ingleses en América conservaron la tradición del británico Domingo de las Madres, en Estados Unidos la primera celebración pública del Día de la Madre se realizó en el otoño de 1872, en Boston, por iniciativa de la escritora Julia Ward Howe (creadora del «Himno a la república»). Organizó una gran manifestación pacífica y una celebración religiosa, invitando a todas las madres de familia que resultaron víctimas de la guerra por ceder a sus hijos para la milicia.
Tras varias fiestas bostonianas organizadas por Ward Howe, ese pacifista Día de la Madre cayó en el olvido. Fue hasta la primavera de 1907, en Grafton, al oeste de Virginia, cuando se reinstauró con nueva fuerza el Día de la Madre en Estados Unidos, siendo Ana Jarvis, ama de casa, quien comenzó una campaña a escala nacional para establecer un día dedicado íntegramente a las madres estadounidenses.
En memoria de una madre
Luego de la muerte de su madre en 1905, Jarvis decidió escribir a maestros, religiosos, políticos, abogados y otras personalidades para que la apoyaran en su proyecto de celebrar el Día de la Madre, en el aniversario de la muerte de su propia progenitora, el segundo domingo de mayo.
Tuvo muchas respuestas, y en 1910 esta fecha ya era celebrada en casi todo Estados Unidos.
En 1914, el Presidente Woodrow Wilson firmó la proclamación del Día de la Madre como fiesta nacional, que debía ser celebrada el segundo domingo del mes de mayo.
La primera celebración oficial tuvo lugar un día 10 de mayo, por lo que este día fue adoptado por muchos otros países del mundo como la fecha del «Día de las Madres».
HISTORIA DEL DÍA DE LAS MADRES EN MÉXICO
En México, los aztecas ya honraban la maternidad
A la madre de Huitzilopochtli
Honrar la maternidad también fue característica de las culturas que poblaron Mesoamérica antes de la Conquista. Una de ellas, la azteca, rendía culto a la madre de su dios Huitzilopochtli, la diosa Coyolxauhqui o Maztli, que según era representada por la luna.
La mitología cuenta que durante la creación del mundo fue muerta a manos de las estrellas, que celosas, le quitaron la vida para que no diera a luz a su hijo Huitzilopochtli, quien representaba al sol, sin embargo, éste sí pudo nacer, venciendo a las tinieblas.
Los indígenas rendían especial tributo a esta diosa y dedicaron a ella hermosas esculturas en oro y plata, que no sólo revelan profundo sentido artístico sino la importancia tan grande que ellos concedían a la maternidad.
La peregrinación al Tepeyac
El más representativo de estos rituales era el celebrado a mediados de la primavera, en el cerro del Tepeyac, con el fin de honrar a la madre de los dioses, Tonantzin, cuyo nombre significa «nuestra madre venerable».
Los festejos a la maternidad entre los aztecas eran de carácter sacro. Peregrinar desde distintos puntos del antiguo México para honrar a Tonatzin, era un acto de comunión cósmica y una ceremonia de reconocimiento a la propia madre.
Tonatzin, como dice la historiadora Bibiana Dueñas, «era “la Madrecita”, y tenía por mayor atributo la vida; ella la daba. De allí su importancia y su fuerza más grande. Era el elemento vital de la sangre y, por lo tanto, también la guerra y la muerte eran sus atributos».
En las fiestas se le invocaba como «madre de las divinidades, de los rostros y los corazones humanos». Tonatzin aparecía muchas veces, según cuentan, como una señora vestida elegantemente de blanco; de noche gritaba y pregonaba.
También cuentan que traía una cuna a cuestas, como quien trae a su hijo en ella; iba al mercado y se acomodaba entre las otras mujeres; más tarde desaparecía, abandonando la cuna por ahí. Cuando las otras mujeres advertían la cuna estaba olvidada, se asomaban a ella y encontraban un pedernal, con el cual se hacían sacrificios en su honor.
En México, la celebración como la acostumbramos actualmente, comenzó en 1922, según el investigador del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México.
Se escogió mayo por ser el mes consagrado a la Virgen María y el 10 porque en aquella época en México se pagaba en las decenas.
La institucionalización de esta fiesta en nuestro país fue en su momento un sucio golpe político que se le asestó a las mujeres para abortar su incipiente pero sólido movimiento, que les permitiría el libre ejercicio de la sexualidad femenina y la libre determinación sobre su cuerpo en función de sus intereses y no de roles predeterminados por la sociedad.
Desde 1916, Yucatán había sido el centro de la polémica cuando Margarita Sanger – Pionera de principios de siglo XX sobre la planificación familiar entre las trabajadoras de New York – público él folleto Regulación de la Natalidad o brújula del hogar. Su lectura propició la organización de las Yucatecas y poco después el primer Congreso Feminista de México. A partir de entonces fue más visible y amplia la movilización de las mujeres en defensa de sus derechos civiles; concretamente sobre su natalidad: no permitir que fuera un hecho casual sino una decisión personal y autónoma.
En 1922 Felipe Carrillo Puerto, promotor del Partido Socialista del Sureste y Gobernador del Estado, promulgó la ley del divorcio, impulsó las ligas feministas y se opuso a la existencia de lugares denominados “solo para hombres” como cantinas, prostíbulos o palenques. Durante su gobierno se promueven en Yucatán discusiones públicas entre hombres y mujeres: educación sexual, política y trabajo; se generaliza en pequeñas poblaciones, concertación de matrimonios libres, se establecen comités feministas en estados mayas, se invita a mujeres a que se alejen del culto religioso y se instaura una escuela racionalista con la idea de combatir la ignorancia y el fanatismo promoviendo la autoeducación.
Ante todas estas movilizaciones contrarias a la moral establecida por la clase “privilegiada” de Yucatán, lo mismo que a la política popular de Carrillo Puerto, se censura el libro de Sanger calificándolo de inmoral y criminal.
Como diarios de la Ciudad de México y de Yucatán fustigaban los desvaríos de los socialistas del sureste, en marzo de 1922 el entonces Secretario de Educación Pública José Vasconcelos, envía como respuesta a un representante para “poner orden” en el estado. Con ese panorama, el periódico Excélsior, dirigido por Rafael Alducin, lanza su campaña en la editorial del periódico con la siguiente frase “hoy, que en el extremo meridional del sureste se ha venido emprendiendo una campaña suicida y criminal contra la maternidad denigrando la más alta función de la mujer, oponemos el día de las madres…” (Réplica de la celebración sajona).
De esta manera con el aval del Secretario de Educación José Vasconcelos, instituciones de beneficencia, centros escolares, la iglesia y por supuesto, los comerciantes, inician los homenajes que año tras año se les ofrecen a las abnegadas mujeres que han contribuido a la prolongación de la familia mexicana con su alto ejercicio de la maternidad.
Ser madre es un verdadero don divino.