UNA NUEVA POLÍTICA DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Vaya trompo que se acaba de echar a la uña el gobernador electo, Alfonso Durazo Montaño al anunciar la creación del Sistema Estatal de Comunicación Social, que integrará a la coordinación de esa área con Telemax y Radio Sonora.
La idea no es mala y el espíritu de la misma es plausible, particularmente en el tema de dotar a la radio y la televisión públicas de una visión de Estado: “ni siquiera las quiero al servicio del gobierno, menos al servicio del partido”, subrayó en el evento donde hizo tal anuncio.
Esta es una de las partes más interesantes de la idea, pues todavía hasta 2015 tanto la televisora estatal como Radio Sonora no solo eran medios de transmisión de propaganda gubernamental y espacios de culto a la figura del gobernador en turno, sino también verdaderos ‘garrotes de trapo’ para fustigar a la oposición, ensañarse con adversarios políticos y sesgar descaradamente la información desde una visión de gobierno y no de Estado.
Esto comenzó a cambiar a partir de 2015. Primero, porque a la propia Claudia Pavlovich le tocó como candidata de oposición, sufrir el escarnio y las campañas negras orquestadas y difundidas a través de esa triada que conformaban la entonces secretaría de Comunicación Social, Radio Sonora y Telemax, y se planteó desde entonces darle un giro a sus políticas y contenidos.
Pero además, en el año 2017 se reformó la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, modificando al mismo tiempo el decreto de 1985 por el que fue creada Radio Sonora, como un organismo descentralizado en el gobierno de Samuel Ocaña García, para operar la radiodifusora y sus repetidoras permisionadas por la SCT. (Telemax en este tema, se cuece aparte).
A pesar de que la redacción del decreto que creó Radio Sonora tenía un corte eminentemente faccioso (“Fungir como vocero oficial radiofónico del gobierno del estado”), nadie puede regatearle méritos al doctor Ocaña como un hombre visionario y abierto a la pluralidad. En aquellos años 80 Radio Sonora se apoyó en productores, creadores y locutores con formación universitaria y/o con experiencia probada, que abrieron la radio a todas las voces y corrientes, incluyendo aquellas que siempre estuvieron marginadas.
Radio Sonora tomó distancia claramente de la radio comercial y generó contenidos excepcionales: programas noticiosos, culturales y educativos, sin olvidar la apertura a géneros musicales otrora proscritos. Con el correr de los años, la radio ha tenido altas y bajas en sus políticas y contenidos, pero como institución ha aguantado esos vaivenes.
Con la reforma de 2017 la radio y sus repetidoras pasan a ser concesionadas por el Ifetel, lo cual no es una diferencia menor no solo por lo que se refiere al tema de la comercialización de tiempos, sino fundamentalmente por el de su estructura administrativa y sus contenidos.
Así, de ser un ‘vocero oficial radiofónico’, pasó a “fungir como emisor de programas y eventos de radiodifusión educativos y culturales guardando independencia a través de una política editorial imparcial y objetiva que fije la Junta Directiva”, instancia ésta que, junto al Consejo Ciudadano definieron las reglas de expresión de diversidades ideológicas, étnicas y culturales.
Más recientemente, Radio Sonora creó (en atención a esa misma reforma legal de 2017) la Defensoría de Audiencias para garantizar el derecho de acceso a la información, el ejercicio de la libertad de expresión y la generación de contenidos para una sociedad plural y diversa.
En términos organizacionales y de contenidos, Radio Sonora quizás sea la institución que mejores condiciones ofrece para desarrollar el proyecto del nuevo gobernador, pues en realidad sería darle continuidad a lo que se ha hecho sobre todo en los últimos seis años.
Caso distinto es el de Telemax, pues todavía prevalecen confusiones (a veces a conveniencia) respecto a su carácter público o privado. Es decir, la estación está concesionada a la empresa paraestatal Televisora de Hermosillo SA de CV, lo cual le permite comercializar sus tiempos tanto al sector público como al privado, mientras que sus estaciones retransmisoras están concesionadas al gobierno del estado para su uso público.
Pero desde hace muchos años la empresa está en números rojos, su principal cliente es el gobierno estatal y sus dependencias; los problemas financieros la han llevado ocasionalmente al filo de la quiebra y en distintos momentos ha aparecido la posibilidad de venderla a privados. Eso sin contar con que hace algunos años se vio involucrada en un escándalo de triangulación de recursos que no ha sido aclarado del todo y que se conoció como ‘La estafa maestra’.
Integrar Radio Sonora y Telemax, pero también la coordinación de Comunicación Social (que comenzaría, de acuerdo a lo declarado por el gobernador electo, por separarla de la secretaría Técnica) es un proyecto de proporciones gigantescas por todos los ámbitos que toca: administrativos, laborales, sindicales, financieros, políticos y organizacionales, entre otros.
Es, insisto, plausible la idea de centralizar el aparato de comunicación gubernamental y dotarlo de una verdadera visión de Estado para garantizar el derecho a la libre manifestación de todas las ideas, respetando la pluralidad y la diversidad étnica, cultural, generacional, sexual, ideológica y política de una sociedad como la de Sonora en estos días.
El ‘por qué’ y el ‘para qué’ parecen claros. El ‘cómo’ es el que aparece un tanto difuso, sobre todo a la hora de trazar una ruta crítica, con tiempos, reformas legales, recursos materiales y sobre todo, humanos.
¿Quién le gustaría, televisiva lectora, radioescucha lector, para hacerse cargo de esta mega dependencia? ¿Por dónde entrará primero la tijera del recorte en los organigramas, nada esbeltos por cierto, de las tres instituciones juntas?
Es sin duda, grande el reto que se ha echado a cuestas el gobernador electo, y será una verdadera prueba para el equipo que le acompañe en esta lanzada. Veremos qué pasa.