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EE. UU. Y EL MUNDO 20 AÑOS DESPUÉS DEL 9-11

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Han pasado 20 años desde los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono. Algunas de las preguntas principales de analistas y observadores en estos días son de qué manera ha cambiado el sistema internacional en las últimas dos décadas y cómo se ha visto afectada la política exterior de Estados Unidos.

Aunque los intereses nacionales de un país no suelen variar en tan solo dos décadas, es indudable que algo ha cambiado en el comportamiento internacional de Estados Unidos. Las razones han de encontrarse, sobre todo, en una serie de sucesos que han tenido lugar en el sistema internacional.

En una época de relativo éxito de las opciones populistas, es bastante natural relacionar el comportamiento de Estados Unidos con su situación política interna. Muchos análisis científicos y periodísticos han descrito en detalle la presunta regresión democrática que estaría caracterizando la política nacional estadounidense.

Para explicar la actitud aislacionista y nacionalista de Estados Unidos en los últimos años se suele mencionar la prevalencia de la política identitaria, el abuso de las cuestiones divisivas y polarizadoras (wedge issues), el uso desproporcionado de la propaganda (y de las falsedades) en las redes sociales, el ascenso de líderes autoritarios y demagógicos, el choque entre extremistas y defensores del statu quo y la consecuente incapacidad de los dos mayores partidos, republicanos y demócratas, para consensuar reformas sensatas frente a problemas de interés nacional.

Sin embargo, hay una tendencia a exagerar el impacto de tales factores nacionales y no siempre se han tenido en debida cuenta los factores internacionales, menos atractivos desde el punto de vista mediático, pero de gran influencia a la hora de determinar la posición internacional de un país.

Las transformaciones se aceleraron
Los atentados del 11 de septiembre no hicieron más que acelerar el impacto de algunas de las grandes transformaciones internacionales que comenzaron con el fin de la Guerra Fría. En primer lugar, la desaparición de la Unión Soviética fue ciertamente una buena noticia desde el punto de vista del avance de los valores democráticos. Sin embargo, para los países de la OTAN supuso la desaparición de una amenaza clara y fácilmente identificable que había permitido la definición de objetivos comunes.

Hoy en día, las amenazas son más difusas, más difíciles de identificar en un estado o un territorio concreto. Su impacto puede variar mucho, lo cual cambia su manera de ser percibidas y el tipo de alarma que provocan. El ejemplo más evidente se dio con la intervención estadounidense en Irak en 2003, que reflejaba la existencia de enfoques diferentes entre europeos y estadounidenses sobre cómo combatir el terrorismo. Frente a este tipo de amenazas, es más difícil llegar a acuerdos, incluso entre aliados.

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En segundo lugar, el fin de la Guerra Fría intensificó un proceso de globalización que, después de una primera fase, en los años noventa, de grandes promesas de bienestar para todos, empezó a mostrar su cara menos agradable.

La libre circulación de bienes, personas y capitales no significaba solo oportunidades, sino también riesgos, por ejemplo, unas nuevas desigualdades, evidentes con la crisis de 2008, o unos nuevos desafíos en materia de acogida e integración de personas, evidentes con las frecuentes crisis migratorias.

Populismo y globalización
La globalización ha supuesto la aparición de nuevas inseguridades que favorecen la huida de muchos electores de los partidos centristas hacia soluciones más extremas y demagógicas. En este sentido, son varios los analistas que explican el populismo como una consecuencia y una reacción contra la globalización. No casualmente, desde el punto de vista internacional, el populismo se acompaña, a menudo, con un mensaje aislacionista y nacionalista, presentado como el único antídoto en un entorno internacional inseguro.

Por estas razones, cuando se analiza el aislacionismo de Estados Unidos en estos últimos tiempos no se puede recurrir solo a explicaciones nacionales. Como argumentó Peter Gourevitch hace más de 40 años, la distribución internacional del poder político y económico puede tener efectos decisivos en la política interna de un país, incluso cuando se trata de una superpotencia como Estados Unidos.

Las presiones económicas y militares globales reducen el abanico de las opciones a disposición de un líder político. Es muy probable que en los próximos años la tendencia de Estados Unidos a enfocarse más en sus intereses nacionales continuará, sea quien sea el presidente o el partido en el poder. Es la consecuencia de un nuevo entorno multipolar, en el que varias potencias compiten entre sí, mientras que ninguna de ellas tiene la suficiente influencia política y económica para imponer las decisiones a las demás o para garantizar la seguridad internacional.

El liderazgo de Estados Unidos se tambalea
Es verdad que el sistema de relaciones internacionales que Estados Unidos construyó después de la Segunda Guerra Mundial para proporcionar seguridad a sus aliados y para contener a sus rivales sigue vigente, por ejemplo, en organizaciones internacionales como la ONU o la OTAN.

Sin embargo, es también cierto que la redistribución de poder a nivel internacional dificulta la posibilidad de que Estados Unidos siga jugando el papel de líder del sistema. Por un lado, escasean los recursos para poder hacerlo, por ejemplo, en Afganistán, mientras que, por el otro, su legitimidad se tambalea frente a potencias que exigen un papel protagónico.

Esto no significa que el orden internacional liberal esté destinado a desaparecer a corto plazo, y con ello las relaciones transatlánticas, el libre comercio o los valores democráticos. Cambios de esta envergadura pueden requerir mucho tiempo.

Lo que sí es cierto es que tanto sus aliados como sus adversarios tienen que prepararse para un mundo en el que Estados Unidos se dedicará cada vez más a sus intereses nacionales de una manera que podrá resultar, a veces, insolidaria y agresiva. Esto no será simplemente la consecuencia de un líder u otro, sino el efecto de unas transformaciones globales difíciles de parar.

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TRUMP IMPONDRÁ 25% DE ARANCELES A MÉXICO; EXIGE FRENAR MIGRACIÓN Y NARCOTRÁFICO

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En su cuenta de Truth Social, Trump aseguró que “miles de personas están atravesando México y Canadá, trayendo crimen y drogas a niveles nunca antes vistos”.

El ganador de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, Donald Trump, anunció hoy que desde el 20 de enero, día en que tomará posesión, impondrá un “arancel del 25%” a México, y lo mantendrá hasta que este país frene el paso de drogas y “la invasión” de migrantes a Estados Unidos.

En su cuenta de Truth Social, Trump aseguró que “miles de personas están atravesando México y Canadá, trayendo crimen y drogas a niveles nunca antes vistos”.

Se refirió a la caravana de migrantes que recorre suelo mexicano, rumbo a Estados Unidos, en un intento de cruzar antes de que Trump asuma la presidencia.

“Una Caravana que viene de México, compuesta por miles de personas, parece imparable en su intento de atravesar nuestra Frontera actualmente Abierta”.

Por ello, advirtió que “el 20 de enero, como una de mis muchas primeras Órdenes Ejecutivas, firmaré todos los documentos necesarios para cobrar a México y Canadá un Arancel del 25% sobre TODOS los productos que entren a los Estados Unidos, y sus ridículas Fronteras Abiertas”.

Explicó que dicho arancel “¡permanecerá en efecto hasta que las Drogas, en particular el fentanilo, y todos los Extranjeros Ilegales detengan esta Invasión a nuestro País!”.

Según Trump, “tanto México como Canadá tienen el derecho absoluto y el poder para resolver fácilmente este problema latente desde hace mucho tiempo. Por la presente exigimos que utilicen este poder, y hasta el momento en que lo hagan, ¡es hora de que paguen un precio muy alto!”.

Fuente: El Universal

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¿QUIÉNES SUENAN PARA EL GABINETE DE TRUMP?

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El nombramiento de Susie Wiles como jefa de gabinete de la Casa Blanca es el primer cargo anunciado por el próximo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para un segundo mandato en el que se espera que se rodee de colaboradores muy leales.

Trump, que acabó peleado con muchos miembros de su primer gabinete, especialmente tras el asalto al Capitolio, tendrá como vicepresidente a JD Vance, senador de Ohio que fue crítico con él en el pasado, pero que ahora lo respalda plenamente.

Mientras, Wiles, la primera mujer nombrada jefa de gabinete de la Casa Blanca, uno de los cargos más importantes de Washington, ha sido una de las principales asesoras de la campaña republicana y el propio Trump le atribuye el mérito por la victoria del pasado martes sobre la candidata demócrata, Kamala Harris.

Elon Musk y Kennedy Jr.
Una de las personas que podría tener un gran protagonismo es el hombre más rico del mundo, Elon Musk, director de Tesla y SpaceX y propietario de la red social X, desde donde ha impulsado una fuerte campaña a favor del republicano.

Trump ofreció a Musk dirigir una oficina para la “eficiencia gubernamental” con el objetivo de recortar los gastos de la burocracia y cumplir con el objetivo del republicano de eliminar lo que él llama el “Estado profundo”.

También se espera algún cargo para Robert F. Kennedy Jr., sobrino del expresidente demócrata John F. Kennedy, quien retiró su candidatura presidencial como independiente para respaldar a Trump, un gesto rechazado por la dinastía Kennedy.

Este polémico empresario, conocido por sus posturas antivacunas, ha dicho que podría tener un papel importante en la política sanitaria de la próxima Administración de Trump.

Stephen Miller, uno de los grandes ideólogos de la política antiinmigración de Trump, podría además tener algún puesto importante en la Casa Blanca.

Fiscal general.
Una de las decisiones más trascendentales que debe tomar el próximo presidente es el nombramiento del fiscal general que dirigirá el Departamento de Justicia y cerrará los dos casos penales que pesan sobre el republicano por el asalto al Capitolio y por haberse llevado documentos clasificados de la Casa Blanca.

Tras una tensa relación con los fiscales de su primer mandato, Jeff Sessions y William Barr, se espera que elija a personas muy leales que nunca le den la espalda, entre los que suena Jeff Clark, ex fiscal general adjunto que fue imputado junto a Trump por injerencia electoral en el estado de Georgia, o el actual fiscal general de Texas, Ken Paxton.

Secretario de Estado
Uno de los nombres con los que más se especula para liderar la diplomacia estadounidense es el de Marco Rubio, senador de Florida que estuvo en la lista de posibles vicepresidentes para un segundo mandato del republicano.

Rubio, de origen cubano, ejerció desde el Comité de Relaciones Exteriores del Senado una notable influencia en la política hacia Latinoamérica del primer mandato de Trump, pero algunos asesores del futuro mandatario creen que su perfil de ‘halcón’ contrasta con la política aislacionista de “Estados Unidos primero” que promueve Trump.

También está en las quinielas Richard Grenell, polémico exembajador de Trump en Alemania, un hombre muy leal al republicano que estuvo involucrado en su intento para revertir su derrota electoral de 2020 en el estado de Nevada. Participó además en un reciente encuentro entre Trump y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.

Secretario de Defensa
Trump baraja la posibilidad de poner al frente del Pentágono a Mike Pompeo, quien fue secretario de Estado en su primer mandato y es uno de los pocos miembros de su primer gabinete que podrían repetir en el Gobierno.

Otros nombre encima de la mesa son los de Mike Waltz, congresista de Florida y coronel retirado de la Guardia Nacional; y el senador de Arkansas Tom Cotton, quien ya había sonado como secretario de Defensa para el primer mandato de Trump.

Secretario del Tesoro
Al frente del Tesoro estadounidense podría estar Robert Lighthizer, quien ya fue representante de Comercio Exterior en el primer mandato de Trump y es considerado como un escéptico del libre comercio y partidario de la guerra arancelaria con China.

También suenan para el cargo importantes donantes de la campaña de Trump, como los empresarios Howard Lutnick, Scott Bessent o John Paulson.

El gobernador de Dakota del Norte, Doug Burgum, está en la lista de posibles secretarios de Energía y la exsecretaria de Educación Betsy Devos podría volver a ese departamento para cumplir con la promesa de Trump de eliminarlo.

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ESTADO DE EMERGENCIA EN ECUADOR POR ASESINATO DE CANDIDATO

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Ecuador. Luego del inesperado asesinato del candidato presidencial, Fernando Villavicencio, Ecuador fue declarado un estado de emergencia; incluso este jueves se observó un escenario totalmente militarizado.

Y es que autoridades locales señalan que en un hecho sin precedentes se envuelve al país en uno de los momentos más aciagos de su historia democrática, que llevó al Gobierno a declarar un estado de emergencia nacional.

Pero a la par de este estatus en Ecuador, se recordó que mientras tanto siguen en marcha las investigaciones para determinar quién o quiénes están detrás de este hecho.

Cabe precisar mientras tanto que dos de los aspirantes a la Presidencia, Otto Sonnenholzner y Yaku Pérez, dieron a conocer por su parte que suspenderán cualquier evento masivo; esto tiene como objetivo no arriesgar la seguridad de las personas.

El asesinado Fernando Villavicencio, quien tenía 59 años de edad, es recordado porque entre sus características estaba el de denunciar y confrontar a funcionarios públicos y empresarios presuntamente vinculados con actos de corrupción.

En el atentado mortal, de este miércoles 9 de agosto, cabe precisar que también resultaron heridas otras seis personas, y uno de los presuntos asesinos murió en el cruce de balas, según reportó la Fiscalía.

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