Por: Arturo Soto Munguía
Más tardaron los dirigentes de la Canaco-Cajeme en explicar que no dijeron lo que todos escuchamos, cuando en Ciudad Obregón volvió a sonar la metralla y dos personas fueron asesinadas en ese concierto de balas que no parece tener fin.
Ivonne Llamas y Mario Villelas, dirigente municipal y vocero de los comerciantes organizados habían solicitado en la víspera un alto al fuego, una tregua, unas vacaciones de al menos diez días a los criminales para que dejaran llevar la fiesta en paz mientras se lleva a cabo el campeonato mundial de beisbol Sub 23, pero como adelantamos ayer, un llamado de esa naturaleza es inadmisible no para una sociedad harta y temerosa de la violencia criminal, sino para las autoridades que, al dejar pasar esa solicitud prácticamente estarían aceptando que no pueden con el paquete.
Así debió estar el ‘jalón de orejas’ que desde alguna oficina gubernamental les dieron a los dirigentes empresariales citados, para que ayer mismo salieran a desdecirse y, como suele ocurrir, culpar a los medios de comunicación de haberlos orillado a emitir esas declaraciones.
El punto es que ayer martes y después de más de 24 horas sin registrarse un homicidio doloso, cayeron otros dos hombres en sendos ataques armados.
Por la mañana en Palacio de Gobierno se llevó a cabo una rueda de prensa para anunciar oficialmente el campeonato mundial de beisbol Sub 23, y pese a que el presentador-moderador explicó a los reporteros y reporteras que todas las preguntas deberían ser sobre ese tema, fue inevitable traer a colación el sui géneris llamado que hicieron los comerciantes. Inevitable, porque el contexto en que lo hicieron fue precisamente el del torneo beisbolero.
Flanqueado por la comisionada nacional del deporte, Ana Gabriela Guevara, su homólogo en el estado, Erubiel Durazo y los alcaldes de Cajeme y Hermosillo, Javier Lamarque y Antonio Astiazarán, el gobernador Alfonso Durazo respondió que había condiciones para garantizar la seguridad durante el evento deportivo.
Al filo de las cinco de la tarde, en diferentes hechos, fueron asesinadas dos personas, uno en la colonia Villa Bonita y otro en la colonia Valle Verde, de Ciudad Obregón.
Así, el torneo internacional de beisbol convertirá a Cajeme en una muy caliente prueba de fuego para la recién estrenada secretaria de Seguridad, María Dolores del Río; para las policías estatales, la Guardia Nacional, el Ejército y para la municipal. Pero sobre todo, para el mismísimo gobernador Alfonso Durazo que se comprometió desde su campaña a tomar personalmente en sus manos el tema de la seguridad pública, aunque quizás no esperaba que los acontecimientos se precipitaran de esta manera.
Los ojos de buena parte del mundo estarán puestos en Cajeme durante los diez días del evento que comienza mañana jueves 23 y al que asisten escuadras de Europa, Sudamérica y el Caribe.
Se sabe que ya se desplegó un operativo para reforzar la vigilancia policiaca y militar desde ahora y hasta el 2 de octubre en la ciudad y será todo un reto para las autoridades inhibir la presencia del crimen organizado y mantener el saldo blanco.
Se sabe también que el gobernador tiene un especial interés en que así sea, para lo cual no escatimará esfuerzos y deberá hacer valer al máximo las relaciones de alto nivel que durante su paso por la secretaría de Seguridad federal tejió con la jerarquía castrense y los servicios de inteligencia gubernamentales.
Como creador de la Guardia Nacional, seguramente echará mano de esa corporación y desplegará sus tropas sin regateos porque, todo parece indicar, el saldo blanco se ha convertido en un reto personal que lo mantendrá en alerta máxima durante los días que dure el encuentro deportivo.
Quizás esto no hubiera sido así, pero lo que comenzó con una declaración medio disparatada, entre veras y bromas de un par de dirigentes empresariales casi suplicando a los pistoleros que se tomaran un receso, escaló de tal modo que se convirtió en una sacudida para las autoridades de los tres niveles de gobierno, al ser tratadas como si estuvieran literalmente pintadas.
Es muy probable que en los próximos días veamos a un Cajeme virtualmente tomado por soldados y policías, y que eso se extienda en alguna medida a Hermosillo, la otra sede del torneo.
El asunto, empero, no es sencillo. Las autoridades han reconocido que son al menos tres grupos de la delincuencia organizada los que se disputan la plaza en Ciudad Obregón y el Valle del Yaqui, y sus belicosas agendas no necesariamente están alineadas a las de alguna autoridad.
A poco más de una semana de haber tomado posesión, Alfonso Durazo deberá poner en la agenda de la mesa de seguridad que preside y en la que participan todos los mandos policiacos, militares y de protección civil, el tema de Cajeme, durante ese lapso que serán los diez días más tensos en lo que va de su naciente administración.
Con otro agregado: la sociedad está a la expectativa de la información sobre el presunto hallazgo de varios cuerpos en un paraje cercano a Esperanza, que podrían ser los de indígenas yaquis desaparecidos hace dos meses. Un caso que urge esclarecer porque está muy próxima la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador, precisamente al corazón del territorio yaqui, donde vendrá a supervisar avances de su plan de justicia para la etnia que, dado el contexto actual, no deja de sonar como un eufemismo.
Sinceramente, de todo corazón deseamos que no se registren hechos de sangre, no solo por la mala impresión que se llevarían los visitantes y el desprestigio de nuestra entidad que, con ser temas importantes, pasan a un segundo plano frente a la deuda que se tiene con la comunidad cajemense en materia de seguridad pública.
No tengo dudas de que en esta tarea, el gobernador con su experiencia y relaciones de alto nivel, cumplirá su palabra de tomar personalmente la responsabilidad en sus manos, tal y como se comprometió en campaña y también una vez que rindió protesta.
Que así sea, por el bien de todos.