EL ZANCUDO | Por: Arturo Soto Munguía
Solamente en Sonora sucede que en el Día Internacional de la Erradicación de la Violencia contra la Mujer, un comando armado irrumpe en el palacio municipal de Guaymas con el objetivo de asesinar a la alcaldesa de Guaymas, haciendo estallar una granada de fragmentación y disparando armas largas que segaron la vida de una joven que participaba en la marcha feminista de ese día.
En la refriega también fue asesinado un policía municipal y otro hombre, además resultaron varios heridos entre ellos el colega y amigo Noé Cabrales, fotógrafo y sub director de Comunicación Social en el ayuntamiento porteño.
La alcaldesa estaba acompañada de su comisario de Seguridad, Andrés Humberto Cano Ahuir, un personaje envuelto en la polémica desde el día que le interceptaron una llamada en la que presuntamente sugiere la ejecución de un agente involucrado con un grupo criminal. Agente que fue asesinado a balazos días después, cuando regaba unas plantas en el frente de su casa.
Con esos antecedentes, cualquiera la pensaría dos veces para hacerse acompañar de este capitán de la Marina Armada que fue uno de los cuatro militares propuestos por el entonces secretario de Seguridad federal, Alfonso Durazo Montaño para hacerse cargo de las policías municipales en Navojoa, Cajeme, Guaymas y Hermosillo.
A él le tocó en el puerto durante la administración de la polémica alcaldesa Sara Valle Dessens.
Los testimonios y las imágenes difundidas tras el atentado en la llamada Casa de piedra revelan que minutos antes, la alcaldesa recibió a las manifestantes y hasta se tomaron fotos juntas. Después se desató el infierno en el que cayó muerta Marisol Cuadras, una joven feminista de reconocido activismo en las causas de las mujeres.
La alcaldesa siempre estuvo acompañada de cerca por Cano Ahuir, el marino que, pese a sus antecedentes fue propuesto por la propia alcaldesa Karla Córdova para repetir en el cargo durante su administración durante un periodo de tres meses en los que estaría a modo de prueba. El cabildo aprobó esa propuesta.
La seguridad pública está fuera de control en Guaymas desde el trienio pasado. Recordemos que la casa de la entonces alcaldesa Sara Valle fue baleada en una ocasión y ella tuvo que despachar casi la mitad de su administración desde el cuartel militar, custodiada por la tropa (y por el mismo Cano Ahuir) pues recibió amenazas de muerte.
Recordemos también que en junio de 2019, el contralor municipal Daniel Morales Pardini fue asesinado a balazos en la calle principal del puerto, la Avenida Serdán. Antes de ocupar ese cargo, el malogrado funcionario desempeñó el cargo de subdirector de la Policía Municipal. Durante la administración de Sara Valle, más de una decena de agentes municipales fueron asesinados por el crimen organizado.
Pero nada supera lo que sucedió ayer. Los sicarios fueron a cobrar la vida de la alcaldesa Karla Córdova en el mismísimo Palacio Municipal donde se encontraba rodeada de un fuerte dispositivo de seguridad cuyos integrantes fueron evidentemente sorprendidos, aunque alcanzaron a matar a uno de los agresores. El resto huyó y hasta el momento de redactar esta nota se desconoce su paradero.
El atentado, dirigido contra una mujer y en el que resultó asesinada una joven activista de apenas 18 años es doblemente trágico porque coincidió con la manifestación contra la violencia hacia las mujeres. Marisol cuadras, que minutos antes portaba un cartel con la leyenda ‘Nos queremos vivas’ cayó abatida por las balas de los criminales.
A las autoridades de los tres niveles de gobierno se les debería estar cayendo la cara de vergüenza, pero sobre todo deberían estar dando el manotazo en la mesa para cambiar lo que haya que cambiar en el puerto, donde la violencia criminal ya rebasó todos los límites.
Las enérgicas condenas y las sentidas condolencias no sirven de mucho si no hay resultados concretos, como de hecho no los hay.
En Sonora no terminábamos de salir del espanto por el hallazgo de las Madres Buscadoras en la costa de Hermosillo: 16 fosas clandestinas con los restos de quizás una veintena de personas hasta ese día en calidad de desaparecidas, cuando nos enteramos con horror de lo que sucedió en Guaymas.
¿Qué nivel del horror, el descaro, la impunidad y el cinismo falta desbloquear en Sonora?
Si los criminales ya se animaron a tomar por asalto el palacio municipal del puerto de Guaymas, atacar con una granada explosiva y balear a gente inocente, ¿cuál será el siguiente paso?
Las autoridades tienen la palabra. Los ciudadanos, la desolación, el miedo, la tristeza, la capacidad de asombro intacta.
Qué pena.
Colofón
Al filo de la media noche se activó nuevamente el código rojo en el puerto. El cuerpo de un hombre sin vida fue arrojado desde un vehículo en la salida norte, a la altura de la gasolinera El Valiente.
Momentos antes se activó en Empalme, donde se escucharon ráfagas de metralla.
Así el cierre de este jueves negro en Sonora.