Por Víctor Fausto Silva D.
Coincidirá conmigo, estimado lector, en que la terrible e inédita pandemia que estamos viviendo metió a todos en un brete.
Quien más, quien menos, todos los sectores hemos resentido los atrasos que la enfermedad ha provocado, especialmente en cuanto a ausencias temporales pero indispensables para enfrentarla y bloquear su avance.
Áreas tan indispensables y sensibles como la misma administración e impartición de justicia han resentido los estragos, con juzgados vistos en la necesidad de suspender parcialmente sus actividades, lo que de ninguna manera ha implicado la parálisis total.
Es una cuestión de salud y no sólo de quienes laboran ahí, sino de quienes tramitan y esperan resoluciones judiciales de las cuales depende a veces hasta la libertad de los involucrados en procesos de diversa índole.
Algo similar puede decirse en el caso del alcalde Mario “Mayito” Martínez, que por segunda vez convalece ante el ataque del virus.
Sería petulante e irresponsable de su parte, y de su propio equipo, sostener que en su ausencia todo se pasan y se detiene.
Afortunadamente no es así.
Si bien la pandemia ha forzado a hacer pausas en cuanto a tareas presenciales, también es cierto que en esto le ha entrado al quite la cada vez más avanzada tecnología.
A ella han recurrido tanto el alcalde como su gabinete, que a diario sostienen reuniones vía Zoom, para evaluar tareas, avances y necesidades no nada más para ver cómo van, sino para acelerar el paso.
Ése intercambio diario de impresiones, de cruce de información y de instrucciones precisas, se ve reflejado en un control total de funcionarios y acciones.
Si a eso se le suma la cohesión, la estabilidad y confianza entre el gabinete del “Mayito”, se llega a la conclusión de que hay mando, rumbo y trabajo en marcha.
Decíamos que sería petulante de parte del alcalde sostener que sin él nada camina, pero el mismo calificativo sería aplicable para quienes señalan una parálisis inexistente en las labores del Ayuntamiento.
Ningún gobernante puede -ni debe- asumir siempre el papel de hombre orquesta, pues para eso se rodea de gente que debió pasar filtros de evaluación en cuanto a capacidad, probidad y confianza.
La momentánea ausencia del “Mayito” de un edificio no tiene mayor trascendencia mientras sostenga las riendas del equipo, y que éste arroje los resultados que de él se espera.
Es infantil -si no es que de notoria mala fe- especular que hay parálisis o descontrol, cuando en las colonias y comunidades, los navojoenses constatan que el Ayuntamiento está enfrentando y resolviendo sus necesidades.
Tampoco hay en el gabinete municipal o en el Cabildo niños de kínder aprendiendo el ABC del quehacer público.
Es de elemental criterio pensar que por algo están ahí, para aportar lo mejor de sí mismos a la hora de sacar adelante la tarea, son necesidad de que todos los días el alcalde les truene el chicotito.
Por los días de convalecencia que lleva el “Mayito” -amen de la cirugía a la que se sometió recientemente- debe ser inminente su reaparición en las oficinas.
Sin duda, su presencia volverá a poner fin de tajo las infantiles e innecesarias especulaciones de quienes siguen pegando brincos estando el suelo tan parejo.
Insisto: con un equipo bien aceitado y acciones en las que se sostiene el ritmo, es ocioso propalar rumores que por infundados caen por su propio peso.
Lo mejor sería que cada quien se faje en la trinchera que le tocó, lo que seguramente agradecerán los navojoenses, que de chismorreo y atorones -esos sí, lamentablemente reales- terminaron hartos en el pasado trienio, perdido en politiquería, golpes bajos y mitotes.
Si cada quien hace lo suyo, la insana rumorología tendrá a fin de cuentas su merecido destino: el cesto de la basura.