Por: Arturo Soto Munguía
Por motivos de seguridad, ya que algunas feministas consideran que sus manifestaciones no deben ser cubiertas por periodistas varones, y para no incurrir en lo que pudiera ser considerado un acto de provocación, evitamos acercarnos a la marcha de ayer, que en Hermosillo concluyó en el Supremo Tribunal de Justicia, donde las manifestantes dejaron la huella de su paso en pintas y destrozos.
Conste que no estoy juzgando esos hechos. Las mujeres tienen razones de sobra para estar furiosas y así lo dejaron claro en todas las ciudades del país donde hubo manifestaciones por la conmemoración del 8 de Marzo.
La lista de muertas y desaparecidas, las agresiones y el acoso sexual y laboral; la violencia doméstica sistémica y sobre todo la impunidad prevalecen en el México de nuestros días, independientemente del gobierno que encabece los destinos de la nación. Más aún, hay constancia de que esos males se han incrementado en los últimos tres años y eso sería razón suficiente para tomar las calles.
Pero si a ello se agrega que el movimiento feminista vio en la plataforma que presentó López Obrador en su campaña presidencial una luz al final del túnel, y lo que han obtenido en este lapso es la descalificación y hasta el desprecio; declaraciones en el sentido de que son influenciadas por el conservadurismo y los neoliberales, pues el enojo crece.
Todos vimos el impresionante aparato de protección y seguridad montado en Ciudad de México para contener a las manifestantes; vimos también escenas de represión en estados como Michoacán y Jalisco y (re)conocimos las demandas de las mujeres que siguen siendo las mismas desde hace décadas.
Queda claro que hace dos años, cuando escaló la estridencia de las manifestaciones y desde la presidencia se pintó una raya respecto a ese movimiento, hoy han vuelto con más fuerzas después de que el año pasado la pandemia y el confinamiento evitaron que volvieran a tomar las calles.
En Sonora hubo movilizaciones y la de Hermosillo fue una de las más nutridas que se recuerde. Por lo que alcanzamos a ver, incluso superó la de hace dos años en cuanto al número de participantes que por cierto, también como hace dos años, simplemente fueron observadas a distancia por las y los policías asignados para la seguridad de personas e inmuebles.
II
No deja de ser notable la explosión de la lucha de las mujeres, un movimiento que ha crecido y ha tomado distancia de quienes en algún momento fueron sus aliados y participaban en sus mismas manifestaciones de protesta, pero que hoy se amurallan en edificios gubernamentales, las contienen y las dividen entre las bienportadas que abrazan al presidente y las malportadas que se la mentaron a grito abierto.
Estas últimas han pasado, desde la perspectiva presidencial, a engrosar las filas del conservadurismo golpista y como tal son tratadas. Épico, el cartón de Rafael Hernández Barajas, ‘El Fisgón’, ideólogo de Morena (dirige el Instituto Nacional de Formación Política de ese partido) y con frecuencia presume su derecho de picaporte en Palacio Nacional.
Es, junto al ‘monero’ Hernández y a decir por el propio presidente, las dos plumas que le bastan para hacerle frente al periodismo mercenario, conservador, fifí, neoliberal y corrupto.
En su entrega alusiva al 8 de Marzo, ‘El Fisgón’ dibuja a una mujer encapuchada, encorvada, con un martillo en la mano y un bote de spray en la otra; pañuelo verde al cuello y con la cara cubierta, entrando al relevo de un porro con la playera de los Gallos Blancos del Querétaro.
Una deplorable analogía que equipara la violencia en el estadio La Corregidora el pasado sábado, con la de grupos feministas (radicales, ciertamente) que se manifestaron ayer por todo el país. Deplorable porque los iguala en la violencia sin detenerse un momento en dilucidar el origen completamente distinto de esas conductas; los universos distantes entre un hatajo de varones golpeando con intenciones asesinas a otras personas, y las pequeñas (y no tanto) multitudes de mujeres que salieron a visibilizar sus demandas.
Podemos o no estar de acuerdo con los métodos que las manifestantes utilizan en sus protestas, pero hermanarlas con la delincuencia criminal es escalofriante. Sobre todo viniendo de quien le habla al oído al presidente y a su vez escucha a éste muy de cerca.
Pero bueno, son las vueltas que da la vida.
III
Pues no. El gobernador aseguró que no metería la mano en el proceso de elección del nuevo presidente (o presidenta) de la Comisión Estatal de Derechos Humanos y yo le creo. Ni siquiera sabía que la Comisión legislativa responsable de esta etapa ya había seleccionado a los cuatro finalistas que se disputarán la final a partir de mañana 10 de marzo.
Dicha lista está conformada por cuatro personas, dos hombres y dos mujeres, a saber: Luis Fernando Rentería Barragán, Octavio Grijalva Vázquez, Sanae Hinojosa Taomori y Haydee Meza Caudillo.
En el camino se quedaron valiosos cuadros que podrían haber hecho un buen papel como ombudsman sonorense, pero al final solo una (o uno) será el elegido por el pleno del Congreso.
Aunque Octavio Grijalva ya explicó que no tuvo nada que ver en un escabroso tema en el que se le ha querido implicar y que toda esa trama es solo producto de una historia mal contada, en la manifestación de mujeres la tarde de ayer, las feministas volvieron a recordar el tema.
La semana pasada sostuvimos una entrevista con Grijalva y nos comentaba que en las instituciones donde ha ocupado cargos (INE, IEEE, CNDH) después de aquellos sucesos, se ha analizado el caso y no ha sido obstáculo para ser contratado porque no se han demostrado las acusaciones. Sin embargo, como suele pasar, el tema lo acompañará siempre.
Como sea, la final estará muy reñida y, ya sin línea de Palacio, cualquiera de los cuatro puede relevar a Pedro González Avilés. Esperemos que los diputados y diputadas tomen la mejor elección.
Otro tema importante en la rueda de prensa semanal del gobernador fue el de la eliminación del programa de Escuelas de Tiempo Completo y por lo que dijo, en Sonora se harán esfuerzos extraordinarios para darle continuidad, como ha sucedido ya en otros estados, inclusive en la Ciudad de México donde gobierna la morenista Claudia Sheinbaum.