EL ZANCUDO | FUE EL ESTADO

Por: Arturo Soto Munguía

La acusación se volvió consigna. Bandera de movilizaciones y protestas en todo el país y allende las fronteras. El horror lo ameritaba: 43 estudiantes de la normal rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, desaparecieron en condiciones jamás aclaradas del todo.

A lo más que llegó el gobierno de Enrique Peña Nieto fue a malabarear con la llamada ‘verdad histórica’, una narrativa sobre el secuestro de los jóvenes a manos de policías corruptos de Iguala, su entrega al grupo criminal Guerreros Unidos, que los habría asesinado e incinerado en un basurero de Cocula y arrojó los restos a un río cercano.

Era apenas el segundo año de Peña Nieto y las movilizaciones contra el fraude electoral tuvieron en este episodio un detonante para atizar las protestas contra su gobierno, que jamás pudo sacudirse esa mancha de terror y de vergüenza que lo acompañó hasta su último día en Los Pinos.

‘Fue el Estado’ se convirtió en algo más que una acusación y una consigna. Fue el resumen magistralmente sintético de la crisis institucional de un México cruzado de punta a cabo por la siniestra presencia del crimen organizado, de un gobierno profundamente corrupto, lleno de complicidades y omisiones criminales, de impunidad galopante.

Todo el entramado institucional y sus personeros tuvieron algo que ver en ese triste capítulo de la historia reciente, que volvió a poner a México bajo la mirada del mundo como una tierra de bárbaros: alcaldes y regidores, policías municipales, estatales y federales; gobernadores, secretarios de Estado (‘ya me cansé’, dijo en 2019 Jesús Murillo Káram, titular de Gobernación), el mismísimo presidente de la República, jueces y magistrados y las fuerzas armadas.

Los militares, sí, esos que según las más recientes declaraciones de los padres de las víctimas de Ayotzinapa, son el muro donde topan las investigaciones del anterior y del actual gobierno.

Por acción o por omisión, todos tuvieron su cuota de responsabilidad en los hechos y en el hecho de que permanezcan impunes. Por eso se dice, y se dice bien, que fue el Estado.

Los hechos cimbraron al país y reverberaron en el plano internacional, donde menudearon las condenas, incluso del mismísimo parlamento europeo que en su momento recibió el apoyo del entonces opositor Andrés Manuel López Obrador, que felicitó a los eurodiputados por sumarse a esa condena.

Pero la historia da vueltas insospechadas.

Ayer asesinaron en Michoacán al periodista Armando Linares. Sicarios armados llegaron a su domicilio y le segaron la vida con ocho disparos, enfrente de su familia. Apenas el 31 de enero pasado, Roberto Toledo, colaborador del portal Monitor Michoacán que dirigía Armando Linares también fue asesinado a tiros. Con este suman ocho comunicadores ultimados en lo que va del año y 31 en lo que va del sexenio, según documenta la organización Artículo 19. Si se agregan los crímenes contra defensores de los derechos humanos la cifra rebasa el centenar.

El subsecretario de Gobernación Alejandro Encinas ha reconocido que más del 90 por ciento de esos asesinatos permanecen en la impunidad.

A raíz del asesinato de Roberto Toledo, Armando Linares hizo un llamado de auxilio a las autoridades para garantizarle protección, ya que recibió amenazas de muerte. “Vamos a seguir denunciando corrupciones aunque la vida nos vaya en ello”, dijo Linares en un video difundido tras la ejecución de su colaborador. Pues ayer le arrebataron la vida.

Las autoridades, escribieron ayer mismo sus colegas, fueron omisas a los llamados de alerta del periodista.

Tiene razón el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando asegura que bajo su gobierno no es el Estado quien mata periodistas. El Estado, ciertamente no jala el gatillo. Pero al permitir el libre accionar del crimen organizado por todo el territorio nacional sin duda incurre en omisiones cuando no en complicidades que se traducen en asesinatos no solo de periodistas, sino de casi un centenar de mexicanos diariamente.

En un contexto así, no es casual que México sea considerado el país más peligroso del mundo para el ejercicio del periodismo y que la mirada de otros países esté puesta, con preocupación, en lo que aquí sucede.

Incluyendo de nueva cuenta al parlamento europeo, que está vez no fue felicitado por Andrés Manuel López Obrador, quien ya como presidente respondió con anatemas a los eurodiputados, recurriendo a su muy gustado recurso de victimizarse ante lo que considera el embate del conservadurismo golpista, de complotistas internacionales contra su buen gobierno.

La realidad es que en México siguen asesinando periodistas y sí, el 90 por ciento de esos crímenes quedan impunes. Puede decirse, sin caer en exageraciones, que por acción o por omisión, como en el caso Ayotzinapa, el responsable sigue siendo el Estado.

II

En asuntos menos tristes, bastante movidito estuvo el día ayer en el ámbito local. Comenzó con la presentación de las motopatrullas eléctricas por parte del alcalde de Hermosillo, Antonio Astiazarán, que sigue imprimiéndole el toque personal, la perspectiva sustentable a las políticas públicas del ayuntamiento.

Y siguió en el Congreso del Estado donde los diputados y diputadas tomaron protesta al nuevo presidente de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, Luis Fernando Rentería, y a la presidenta del ISTAI, Guadalupe Taddei Zavala, así como a los comisionados de ese instituto encargado de la transparencia y el acceso a la información pública, Ana Patricia Briseño Torres y Wilfredo Román Morales Silva.

Y sin salirnos del Congreso, a Raúl ‘El Pollo’ Castelo pueden acusarlo de cualquier cosa, menos de que no es persistente. El 14 de noviembre de 2020 presentó una iniciativa para que las cabalgatas sean declaradas patrimonio cultural intangible del estado. Como se sabe, El Pollo organiza anualmente una de esas cabalgatas en Ciudad Obregón, a través de la Asociación ‘Con aroma de mujer’ y en la que han llegado a participar hasta mil 500 jinetes.

En aquella ocasión, la iniciativa fue mandada al frío archivo de la congeladora legislativa.

Pues ayer revivió esa misma iniciativa, presentada como proyecto de decreto que esta vez fue aprobado por el pleno.

En vía de mientras, ya ando ensillando el pony para ir a trotar por los polvorientos caminos del yaqui en la próxima cabalgata. Kiobo.