Por Arturo Soto Munguía
Un solitario cantor rasga las cuerdas de su guitarra desgranando las notas de una canción icónica. “No lo van a impedir”, de Amaury Pérez en la voz de Alonso López deleita a un público que quizá llegaba a 50 personas.
Entre el público, aplauden unos cuantos. No hay mucho más que documentar porque la convocatoria a ese recital en el centro de gobierno pasó desapercibida, si la hubo.
Tampoco hubo marcha, mitin ni plantón. Ni una pinta, un volante, un pronunciamiento. La memoria alcanza apenas para colocar a media asta la bandera en la Universidad de Sonora, o para postear en redes sociales algún cartel viejo, una remembranza, un poema o algo que quiere serlo.
En Hermosillo, el dos de octubre fue un día soleado.
Un buen día para inaugurar la exposición militar “La Gran Fuerza de México” con la cual, aseguró el gobernador Alfonso Durazo, “la ciudadanía podrá tener un acercamiento con elementos del Ejército Mexicano, Fuerza Aérea y Guardia Nacional, instituciones que tiene una gran aceptación entre la población”.
Esta exposición estará disponible hasta el próximo 25 de octubre y los visitantes podrán disfrutar de actividades como grupos musicales, tirolesa y torre de rappel, pista de obstáculos infantiles (sic) exhibición de aeronaves y vehículos militares, paseo a caballo, exhibición ecuestre, exhibición canófila, entre otras, de acuerdo con el boletín que da cuenta del evento.
En el mismo estuvieron mandos militares y de seguridad pública, el alcalde de Hermosillo y el presidente de la Unión Ganadera Regional de Sonora, sede de la exposición.
No lo mencionan en el boletín, pero también estuvo el secretario de Educación, Aarón Grageda, aunque él se encargó de hacer patente su presencia subiendo a su cuenta de Twitter una fotografía en la que aparece abrazando al Subjefe del Estado Mayor, Freddy Rebollar.
Vueltas que da la vida para pasar del dos de octubre no se olvida/es de lucha combativa, al domingo soleado ideal para inaugurar una exposición militar y reconocer el trabajo que hace el Ejército, que siempre ha sido pueblo uniformado bajo el mando de un civil que es el comandante supremo, pero ahora es más civil, más supremo y más al lado del pueblo, no como antes que ordenaba masacrarlo.
Ya aquello de alimentar la memoria social es agua pasada, recurso de los nostálgicos, asidero de trasnochados, última instancia para desempolvar el recuerdo y no se oxide en los estantes donde hoy aparecen imágenes más alegres y triunfantes.
Por ahí anda uno que otro todavía, como el profe Joel Montoya que el viernes organizó una exposición fotográfica y algunos actos recordatorios de la masacre del dos de octubre, pero afortunadamente fue en un aula de la Unison y con poquitos estudiantes de Comunicación y Derecho.
Porque tampoco se trata de remover mucho las cenizas de aquellos fuegos, menos ahora que por fin tenemos un gobierno que ha puesto al Ejército al servicio del pueblo, como siempre debió estar.
Ayer domingo en Sonora, el dos de octubre volvió a ser un día soleado.
Banderazos
A diez días de que rinda su primer informe de gobierno, Alfonso Durazo parece decidido a dar el salto entre los primeros doce meses con anuncios de megaproyectos de infraestructura que marcarán su paso por la gubernatura, y los banderazos que alientan la esperanza de que las maquetas y power points pasan a convertirse en realidades.
Hace un par de semanas dio el banderazo a las obras de la primera etapa de la modernización del puerto de Guaymas y el próximo seis de octubre es el plazo fijado para iniciar otras cuatro obras complementarias de ese megaproyecto cuya inversión rebasa los tres mil millones de pesos y que incluye los primeros avances en la modernización de la carretera que unirá a Guaymas con Chihuahua.
La semana pasada dio el banderazo a las obras de rehabilitación del bulevar García Morales en Hermosillo, esa rúa que conecta a la capital con Bahía de Kino y en ese mismo evento anunció que el año próximo comenzará la ampliación a cuatro carriles de los primeros diez kilómetros (los más transitados) de esa carretera.
Y ayer dio el banderazo a las obras de rehabilitación del Parque La Sauceda, un espacio público que durante los últimos 10 años fue dejado en el abandono y que hoy está proyectado para invertirle de tal modo “que no le pida nada al bosque de Chapultepec”, dijo el mandatario.
Este proyecto incluye un parque lineal de 12 kilómetros que conectará con La Victoria, al poniente de la ciudad y en el cual se contemplan áreas de esparcimiento, para la práctica deportiva y espacios para la celebración de eventos culturales.
De entrada, las obras iniciadas ayer deberán estar listas en tres meses y consisten en colocación de malla sombra en pérgolas, habilitación de sanitarios, malla ciclónica, red de riego por goteo, iluminación de andadores y en canchas; pintura y túneles para vegetación en andadores.
Hay desde luego otras obras que ya están en marcha como las de la planta fotovoltaica en Puerto Peñasco, que será la más grande de América Latina, y las correspondientes al Plan de Justicia para la etnia yaqui, algunas que inauguró la semana pasada y otras, como el acueducto que llevará agua a todas las comunidades de la nación yoreme, que ya tiene avances significativos.
Una y otra vez el gobernador ha explicado que las obras de infraestructura, sobre todo las que tienen una dimensión como las proyectadas en Sonora, requieren de diferentes plazos para su arranque, y estos no son cortos, considerando que solamente los proyectos ejecutivos se pueden llevar meses y eventualmente, años.
Lo bueno es que ya iniciaron y, si las cosas pintan bien, nada las detendrá en los años por venir.