Por Arturo Soto Munguía
La posibilidad de que la Alianza Va por México presente candidaturas comunes en el Estado de México y Coahuila el próximo año está en el aire. El anuncio de una ‘suspensión temporal’ hecha por el PAN y el PRD respecto a su alianza -legislativa y electoral- con el PRI lesionó severamente esa posibilidad, que podría extenderse incluso hasta 2024 en la elección presidencial.
Si juntas esas tres fuerzas tenían pocas expectativas de triunfo, separadas van al fracaso seguro.
En Palacio Nacional hay fiesta grande.
El hilo que las mantenía unidas era el de la ‘moratoria constitucional’ decretada para rechazar cualquier iniciativa de reforma a la Carta Magna enviada por el Ejecutivo en el Congreso, ya se rompió y hoy menos que nunca, las cuentas no les salen.
Y se rompió con la iniciativa presentada por la diputada Yolanda de la Torre, un alfil de Alito Moreno, que terminó anunciando como propuesta del PRI la extensión del periodo para mantener al Ejército y la Marina en labores de seguridad pública hasta 2028, lo cual fue considerado como un madruguete.
Se pueden echar muchas maromas para explicar la conveniencia de esa reforma en la que el tricolor va solo (o en la que espera contar con los votos de Morena) pero la jugada fue bastante obvia y no hay quien suponga algo distinto al hecho de que el dirigente nacional del PRI, acorralado en un juicio de desafuero que permita juzgarlo por diversos delitos, pactó con Palacio Nacional para salvar el pellejo.
Alito no solo provocó la ruptura de la alianza, también provocó una implosión en su partido, donde escaló el conflicto con personajes importantes que desde hace meses venían pidiendo su renuncia, entre los que se cuentan Miguel Ángel Osorio Chong, Beatriz Paredes, Dulce María Sauri, entre otros exdirigentes nacionales.
Si en el Senado de la República algunos legisladores del PRI leales a Moreno Cárdenas inclinan la balanza a favor de la iniciativa presidencial para adscribir la Guardia Nacional a la Sedena, ya pueden irse despidiendo de otras dos gubernaturas el año que entra, y de la presidencia en 2024.
A Morena y sus aliados, que de por sí tenían el camino despejado en esa ruta, la fragmentación de la oposición a raíz de este tema le vino como anillo al dedo.
Ya le toca a Guaymas… pero una limpia
Se dice, en tono de chascarrillo, que una maldición pesa sobre el bello puerto, que después de aquella época de esplendor donde el cooperativismo camaronero estaba en auge y la prosperidad se respiraba en el puerto, no ha vuelto a ver la suya.
No lo van a creer, pero en aquel entonces, por allá en los años 70 del siglo pasado los estándares de vida entre los guaymenses estaban por encima de los de cualquier otro municipio de Sonora y eso suele ilustrarse con un dato: las agencias de automóviles en el puerto fueron en varias ocasiones las que registraron los más altos niveles de ventas de autos nuevos. Circulaba el dinero, pues.
Hoy, a los guaymenses no les alcanzan los dedos para tapar los hoyos de un barco que hace agua por todos lados.
El deterioro en el nivel de vida ha llevado a un ciudadano guaymense a demandar a la Comisión Estatal del Agua reclamando el derecho a un medio ambiente sano, por los problemas de salud pública que están generando las aguas negras que corren alegre y pestilentemente por sus calles, muchas de ellas destrozadas en sus pavimentos por las recientes lluvias.
Frente a problemas como estos, la famosa playa incluyente que significó un atraco en despoblado por al menos ocho millones de pesos viene quedando en calidad de mal chiste.
Esos se cuentan entre los problemas que de manera más generalizada sienten los y las ciudadanas del puerto, pero hay otro, la violencia, que si bien impacta de manera focalizada a ciertos grupos de personas lógicamente vinculadas a la actividad criminal, ya ha cobrado vidas inocentes, víctimas colaterales y está generando zozobra en la comunidad.
Hacer un recuento de estos hechos, en los que han caído abatidos casi una veintena de agentes policiacos en los últimos cuatro años, funcionarios municipales y desde luego presuntos delincuentes, sería larguísimo.
Ayer otro hecho de alto impacto volvió a sacudir el puerto. Un grupo de cinco personas fue privado de la libertad el 5 de septiembre. Sus captores los mantenían vigilados en una casa ubicada en una colonia popular, muy cerca de una escuela primaria.
Uno de ellos aprovechó que la persona que los vigilaba se durmió, para tomar su arma y hacer varias detonaciones que activaron el código rojo y movilizaron de inmediato a las corporaciones policiacas y militares. Al llegar se encontraron con las cinco personas, entre las que se encontraba una mujer de 31 años, Alma Verónica. Todos ellos fueron atendidos y entrevistados por personal de la fiscalía estatal para iniciar las pesquisas sobre la privación ilegal de la libertad de que fueron víctimas.
Un comunicado de la fiscalía sostiene que a Alma Verónica se le ofrecieron las medidas de protección que marca el protocolo: traslado a otros municipios o entidades y protección con elementos de seguridad, pero la mujer las rechazó a pesar de que le explicaron el alto nivel de riesgo que implicaba quedarse en el puerto.
Aun así, tuvo acompañamiento de policías municipales, mismos a quienes despidió argumentando que no los necesitaba, lo cual quedó plasmado en el informe policial homologado que firmaron los agentes.
Horas después, un comando armado llegó a su domicilio en la colonia El Rastro y disparó sobre ella, matándola en el acto. Extraoficialmente, hubo un reporte de que más temprano, un grupo de hombres armados llegaron al hospital a donde fue trasladado uno de los liberados que se encontraba herido. No pudieron ingresar al nosocomio, pero generaron mucha alarma.
Muchas cosas de este tipo están sucediendo en el puerto, pero aludir a la famosa maldición sería banalizar los hechos. Es mucho el trabajo que tiene que hacer en esa región la Mesa de Seguridad.