Por: Arturo Soto Munguía
No todo son malas noticias. No pierda usted de vista la propuesta que puso sobre la mesa el gobernador Alfonso Durazo ante sus homólogos de Baja California, Baja California Sur, Sinaloa y Nayarit en un reciente encuentro que sostuvieron en La Paz, capital sudcaliforniana.
Se trata de una coperacha en la que cada mandatario aporte un millón de dólares para la adquisición de una embarcación con capacidad para 500 personas que daría servicio al turismo de crucero en toda esa maravilla natural que es el Mar de Cortés.
Esta iniciativa se enmarca en una propuesta más ambiciosa para invertir en los destinos turísticos del llamado ‘Acuario del mundo’ y que ojalá pueda concretarse, ya que alguna vez se intentó con la ‘Escalera náutica’ que por diversas razones se quedó en la nada.
Por cierto, hoy será hundido el buque ARM Santos en aguas de San Carlos para ofrecer más opciones a esa creciente comunidad de practicantes del buceo en esa parte del Mar de Cortés.
II
Donde también hay buenas noticias es en el Ayuntamiento de Hermosillo donde el alcalde Antonio Astiazarán entregó las primeras 25 moto patrullas eléctricas para ampliar la cobertura de la policía municipal, reducir el tiempo de respuesta y como plus, favorecer al medio ambiente.
La inversión para adquirir estos vehículos tuvo un monto de 3 millones de pesos, pero como se dice coloquialmente ‘se pagarán solas’ considerando los ahorros en gasolina y mantenimiento.
Una carga para la pila que las hace funcionar tiene un costo de 25 pesos y les permite circular 120 kilómetros; como la motocicleta está compuesta por 189 partes (en lugar de las mil 400 de una moto normal) el costo de mantenimiento se reduce y su motor permite alcanzar velocidades hasta de 100 kilómetros por hora.
III
Y ahora la mala.
Era cuestión de tiempo para darle la extremaunción al Programa de Escuelas de Tiempo Completo. En 2020 se le redujo el 50 por ciento del presupuesto pasando de diez mil a cinco mil millones de pesos y en 2021 no se destinaron recursos, lo cual generó una serie de protestas y litigios.
Ayer, la secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez anunció la desaparición de este programa que en Sonora se aplicaba en 179 escuelas beneficiando a unos 35 mil alumnos. Pero además a un buen número de maestros y a una cantidad importante de padres y madres (sobre todo madres solteras) de familia que podían ocupar su tiempo en actividades laborales, domésticas o de otro tipo.
Las prioridades del gobierno federal en el ámbito educativo evidentemente son otras. En contraste con la desaparición de este programa, se privilegió otro llamado la escuela es nuestra, que básicamente consiste en la entrega de recursos económicos a las asociaciones de padres de familia, que en conjunto con maestros, directivos y alumnos deciden cómo aplicarlos en sus planteles.
Este programa inició con el actual gobierno y para este año se le destinaron 14 mil millones de pesos, un 13 por ciento más que el año pasado. El destino de esos recursos permanece, mayoritariamente en la opacidad y las obras de mejora en los planteles educativos, en el misterio.
Durante una gira por Sonora en julio del año pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador informó que para esa fecha había 55 mil planteles incorporados al programa la escuela es nuestra en todo el país, y para finalizar su sexenio estarían incluidas las 180 mil existentes.
El programa Escuelas de Tiempo Completo estaba orientado a elevar la calidad de la educación para impulsar la creatividad, el ingenio, las competencias y los valores fundamentales de los sonorenses potencializando el talento del personal docente y desarrollando su capacidad de aprendizaje, según el diagnóstico elaborado por la SEC y la SEP para el ciclo 2017-18.
En ese documento se establecen algunas deficiencias y limitantes del programa, como el hecho de que la mayoría de las escuelas de educación básica no operaban eficientemente la jornada amplia por falta de espacios escolares y actividades didácticas; poca participación de padres de familia y hasta inestabilidad laboral y salarial docente, así como retraso en la entrega de recursos e insuficiencia presupuestal para construir comedores escolares.
Hay, en ese diagnóstico una proyección a seis años que “puede estar sujeta a modificación o ampliación sustantiva en el corto plazo”. Nunca pensaron que en lugar de ampliarse, se le decretara la muerte.
Y eso que las evaluaciones realizadas hasta la fecha arrojaban resultados positivos, sobre todo en la población objetivo, que son las escuelas públicas de educación básica de un solo turno que atienden a niñas y niños en condición de vulnerabilidad, contextos de riesgo social, bajos niveles de logro educativo o altos índices de deserción escolar, en municipios pobres.
Esos niños y niñas deberán volver a sus jornadas normales de cinco horas, olvidarse de actividades académicas, recreativas y culturales complementarias y en muchos casos, de sus alimentos, porque aunque la pantagruélica lectora, el opulento lector lo duden, en Sonora hay niños que van a la escuela sin desayunar por falta de pan en sus mesas.
A cambio de esto, los padres de familia organizados seguirán recibiendo los recursos que desde 2018 han aplicado en la mejora de los planteles sin la intervención de otras instancias de gobierno -para eliminar la corrupción- y que como todos ustedes saben porque es más que evidente, ya hasta el Tec de Monterrey les anda pidiendo asesoría para remodelar sus campus.
En fin…