Por Rodrigo Sotelo / Twitter: @masmedio
Como pocas veces, la conferencia semanal del gobernador Alfonso Durazo fue rica en contenido, definiciones y determinaciones.
No es necesariamente la constante, y puede entenderse, pero ahora sí vimos a un gobernador relajado, animoso, accesible, franco.
Demostradamente, Alfonso Durazo suele ser solvente cuando se trata de enfrentar una dificultad que le demande habilidad política o para expresar una postura contundente de gobierno.
Su problema inicia cuando recurre a sus colaboradores, que si algunos no terminan de entender el tamaño del reto y no están a la altura de las circunstancias, otros de plano no pueden ni con lo más básico de sus responsabilidades.
Hay funcionarios tan limitados e incompetentes, que ni viendo atinan. Que además de la falta de iniciativa e imaginación, no sirven ni para seguir una orden.
También los hay diligentes, cuando menos ocupados en cumplir al pie de la letra una asignación que corresponda a la dependencia o se soporte en las ideas de la Cuarta Transformación.
Así ocurre en Educación con Aarón Grageda Bustamante, a quien no puede reprochársele la decisión de obligar al regreso a clases presenciales sin alumnos ni maestros vacunados, al tratarse de una orden –bien ejecutada- de Palacio para ponerse en sintonía con la estrategia presidencial.
El volado de regresar a clases sin el total de las escuelas adecuadas y sin los insumos suficientes, en medio de la cuarta ola y la escalada de contagios pos diciembre, es una determinación del gobernador Durazo.
Para el gobernador de Morena, que finalmente se define un escéptico de la gravedad sanitaria y las consecuencias económicas que provoca el Covid, esta pandemia ya superó su etapa más difícil.
“Yo creo que tenemos que analizar el problema con una gran frialdad, no podemos dramatizar, es todo un tema, según los indicadores estadísticos la etapa más difícil ya pasó.
“Tenemos un muro de contención, que representa un programa de vacunación nacional más importante del mundo”.
“Las medidas son de carácter local, no podemos comparar a Sonora con Los Ángeles, ni a Hermosillo con ninguna otra ciudad porque las medidas responden a su circunstancia muy particular”.
No puede menos que aterrarnos que se presuma la ineficiente y selectiva vacunación federal y que después de dos años aún no se asimile la forzosa conexión (comercial, educativa, turística, etcétera) que tenemos con el mundo.
Compartimos, en cambio, ya con el conocimiento adquirido, la inconveniencia de dramatizar en lugar de informar y acompañar; así como en el error que sería volver a confinar para enfrentar la emergencia.
No se aspira a que no haya más contagios, los va a haber. Se pide que los gobiernos no aprovechen el cansancio emocional para justificar su inoperancia. Que quienes estén facultados, se vuelvan más intransigentes con las medidas mínimas que evitan la propagación.
No se le puede dar la bienvenida a un crucero rebosante de Covid y mandar a la titular de Turismo, Celida López, a abrazar a los viajeros para contrarrestar el natural temor que produce un arribo en estas indeseables condiciones.
O permitir, en la propia conferencia del gobernador Durazo, que un reportero, por chairo que se diga, contravenga las recomendaciones más básicas que repiten hasta quienes minimizan la pandemia.
¿No es lo mínimo que tendría que cuidar el secretario José Luis Alomía? ¿Por qué tolera que en sus narices un irresponsable salude sin cubreboca al mandatario y se mantenga así durante toda la rueda de prensa?
¿Cómo, racionalmente, podría explicar este Alomía que no pasa nada con Ómicron, cuando todos vemos las filas en Salud Digna, San José o cualquier otro laboratorio particular donde se realizan pruebas como en maquiladora? ¿Llevan registro y rastrean todos los positivos que están brotando?
Al gobernador Alfonso Durazo se le puede reconocer su invariable disposición para atender y valorar a los medios, pero requiere que su equipo le ayude en esa proporción.
No es posible, más bien resulta penoso, que ayer haya tenido que regañar a Edgar Sallard (Comunicación) y a Rodolfo Castro (Oficina del Ejecutivo), al incumplir con un compromiso de transparencia que el propio Durazo había hecho en una anterior conferencia.
El gobernador puede ofrecer carnita informativa, como la confirmación del Festival Ortiz Tirado, los ahorros o las alternativas y acuerdos que trae con los Yaquis, pero las torpezas de su gente terminan por opacar sus resultados y buenas intenciones.
¿No les dará tantita vergüenza que el propio Durazo les recordara que ellos tienen la responsabilidad de darle seguimiento a las instrucciones y los compromisos del gobernador?
YA REGRESÓ EL MALORO
Nadie duda que uno de los personajes políticos más favorecidos con la victoria electoral de Antonio Astiazarán, sea el ex alcalde Manuel Ignacio Acosta Gutiérrez.
El Maloro fue perseguido y desprestigiado a la saciedad por su sucesora Celida López Cárdenas.
Incluso, con un marcaje tan personal como el que le puso Claudia Pavlovich a Guillermo Padrés, la también ex alcaldesa obligó al priista a huir y refugiarse en Estados Unidos.
Pues bien, ayer al Maloro Acosta se le vio muy campante y saludador en el homenaje a Jorge Valencia, donde se topó y hasta cruzó algunas palabras con la misma Celida López que juró llevarlo a la cárcel.
Es la viva analogía de las reses y el carnicero o del borracho y el cantinero… como sea, es otro logro de Toño Astiazarán que consiguió lo inimaginable.
Y es que, es como si Durazo pusiera en un mismo evento público a Claudia Pavlovich y Memo Padrés, ahora con el panista muy a la mano y la señora a salto de mata.
Gracias y hasta la próxima con el favor de Dios.