Rodrigo Sotelo @masmedio
Con José Luis Alomía Zegarra, secretario de Salud estatal, está ocurriendo lo impensable: desear la dramatización de su antecesor Enrique Claussen Iberri, a la inacción casi negligente con que este gobierno se despreocupa del coronavirus.
Si con el secretario de Claudia Pavlovich se cayó en un exagerado e inadecuado protagonismo, que se reflejaba en mensajes repetitivos y triviales; con Alomía cerraron el micrófono y apagaron las cámaras para decretar que la pandemia ya se había acabado.
Aquí reprobamos que se infundiera el miedo desde la oficina del Secretario priista que se apasionaba contando muertos, pero ahora parece aún más impertinente que los oculten e instalen la política criminal de la secretaría de Salud federal.
Ayer, en la mañanerita del gobernador Alfonso Durazo, el secretario Alomía tuvo oportunidad de demostrar su preparación y aprendizaje con el covid y optó por seguir manchando su prestigio como profesional de la medicina.
Para alertar a los sonorenses de la inminente cuarta ola y la eventual llegada de la variante Ómicron, Alomía dedicó menos de tres minutos.
“No es una variante más virulenta, más patogénica o que genere mayor enfermedad en relación a la información que tenemos hasta el momento… las medidas de prevención siguen siendo las mismas y por lo tanto hay que continuar aplicándolas”.
Para que nos demos una idea de las prioridades, el titular del Crédito Educativo intervino (para asuntos de recaudación) en un par de ocasiones y consumió casi el doble de tiempo.
Y para dimensionar el grado de irresponsabilidad o menosprecio por la salud de los sonorenses, el Secretario Alomía no se molestó – si quiera- en recordar cuáles siguen siendo las mismas medidas de prevención que debemos aplicar…
La cuarta ola y la variante Ómicron no son un juego, aunque así se intente abordar por razones de necedad y afinidad ideológica.
A nivel nacional, el subsecretario Hugo López Gatell ya estableció exactamente lo mismo que repitió Alomía sin reconocer errores y sin modificar la estrategia, es decir, que Ómicron no ha demostrado ser ni más virulenta, ni más transmisible, ni que cause enfermedad más grave.
Ese es, precisamente, el hallazgo que se ambiciona evitar. ¿O se requiere otro medio millón de muertos para aprender que en salud pública no se escatima en prevención?
Mejor vigilancia epidemiológica, mayor difusión, refuerzos en vacunas, detección temprana, rastreo, exigir pruebas viajeros que ingresan, cuarentenas y todo lo que sabemos funciona y que la Cuarta Transformación desestima, como el uso obligado del cubrebocas.
Pero según vemos y puede demostrarse, es el mismo gobierno del estado en su conjunto quien permite y pone el mal ejemplo.
En el mismo encuentro de ayer con el gobernador Alfonso Durazo, se permitió el ingreso de un chairodista que no llevaba crubrebocas y así se mantuvo la hora y quince que duró la conferencia.
En un salón cerrado, en primera fila, en presencia del Secretario de Salud y a pesar de que el acceso a Palacio de Gobierno está restringido por motivo de la pandemia y que hay antecedentes de brotes en varias dependencias.
Lo que se permitió no solo fue una falta de respeto para los demás asistentes, incluidos medios y demás funcionarios, representa un despropósito y un contrasentido al que ni López Obrador en la mañanera se ha atrevido.
Por cierto, hoy sí estarán todos perfectamente coordinados y dispuestos, como nunca lo han estado para temas de interés colectivo, pero para aplaudirle al presidente por su tercer informe de gobierno.
Ojalá no les vayan a partir la semana con otro ataque armado, con más ejecutados en Cajeme o con otro hackeo a algún Secretario (a), para que se pueda ir más tranquilo el góber a Palacio Nacional…
¿O no va a participar del jolgorio y se va a quedar a atender sus obligaciones como jefe del ejecutivo del estado?