Por: Arturo Soto Munguía
Debo confesar que nunca he visto una ‘mañanera’ completa y también debo extender el bien ganado certificado de vocación por el martirio, profesión de fe, sacrificio involuntario u obligación contractual de quienes sí lo han hecho. Más aún de quienes lo han hecho muchas veces y, si alguien se las ha aventado todas, se merece por lo menos el bronce de su busto en el Zócalo capitalino.
No es que las mañaneras carezcan de contenido informativo, pero probablemente éste se reduzca a un diez por ciento del tiempo que se llevan cotidianamente y es de fácil consulta en otros medios, sobre todo en redes sociales que garantizan la instantaneidad del flujo informativo.
El punto es que el otro 90 por ciento es una suerte de performance extraño, a veces alucinante, un chisporroteo de frases hechas y rituales de culto con un tufillo a copal e incienso y no pocos orgasmos mal disimulados entre algunos de los presentes, ante la palabra del Señor, irrebatible por definición, replicable por obligación y absolutamente cierta de acuerdo al artículo Primero del dogma de fe que a la letra reza que en aquellos casos en que la palabra del presidente no corresponda a la realidad, la realidad pasa a chingarse porque los otros datos tienen el toque místico de la divinidad que todo lo explica aunque nada aclare.
Parece cómico, pero es un poco trágico. Ayer, por ejemplo, justo el día en que la periodista Azucena Uresti fue la destinataria de un mensaje difundido en redes sociales por el presunto jefe de un cártel del narcotráfico, rodeado de sicarios portando armas de alto poder, amenazándola de muerte, el presidente enviaba, divertido y despreocupado su propio mensaje a los dueños de medios de comunicación que forman filas en su lista de adversarios.
Casi con un chasquido de sus dedos, ordenó a su personal proyectar desde esa privilegiada tribuna que ocupa los principales espacios en medios de comunicación de todo tipo, un viejo video en el que aparecen Juan Gabriel y Rocío Dúrcal cantando su sonado éxito ‘Déjame vivir’.
Con una pícara sonrisa de satisfacción, el presidente acompañaba el pegajoso estribillo:
Para ti no tengo amor, no
No tengo amor ni tengo nada
Nada nada nada nada nada nada nada nada
Que no que no…
Si algún día nuestros descendientes en tercera o cuarta generación se encuentran este video, quizás batallen para explicarse por qué la concurrencia aplaudió al final del videoclip, pero ese es otro misterio de las mañaneras.
Horas más tarde se conocería la amenaza de que fue objeto la periodista Uresti y los defensores a ultranza del confeso fan del Divo de Juárez dirán que aún no sabía de tal amenaza, lo cual es cierto. Como también es cierto que sí sabe del número de periodistas que han caído asesinados por las balas del crimen organizado a lo largo y ancho del país, y que esa cifra supera la de sexenios anteriores.
Y a estas horas también sabe que el origen de esa amenaza se encuentra, presuntamente, en uno de los cárteles más violentos del mundo, el mismo que organizó un operativo de película para emboscar al jefe de la policía capitalina, Omar García Harfuch, quien sobrevivió de milagro gracias al blindaje de la camioneta en que viajaba, por citar el caso en el que más cerca le han pasado las balas a la 4T.
Cierto que el vocero presidencial, Jesús Ramírez Cuevas informó más tarde que se tomarán las medidas pertinentes (amo este sorprendente hallazgo declarativo) para proteger a la periodista amenazada. Sí, tan cierto como que desde diciembre de 2018 a la fecha y de acuerdo con datos de la mismísima secretaría de Gobernación, han sido asesinados 43 periodistas, siete de ell@s beneficiari@s del mecanismo de protección.
También han caído asesinadas 68 personas defensoras de los derechos humanos, dos de ellas inscritos en dicho mecanismo de protección.
Confieso que hace un par de años, creía que las mañaneras eran un modelo de comunicación que se iba a agotar rápidamente. Ayer, que vi a un par de camaradas conversando sobre el tema y coreando el estribillo de Juanga, divertidos, supe que esto va para largo.
Es lo que hay.
II
En días pasados conversamos con Cecilio Luna e Inan Lagarda sobre el tema que mantiene ocupada la atención de la sociedad entera: el regreso a clases presenciales, los retos y los riesgos que ello implica.
El primero es presidente de la Asociación Estatal de Padres de Familia, que ha llamado a mantener extrema cautela frente a esa medida; la segunda preside una organización que desde hace varias semanas salió a las calles para respaldar el llamado a volver a las aulas.
Ambos coinciden en que el regreso a clases presenciales es necesario, pero tiene diferentes diagnósticos sobre las condiciones en que se encuentran los planteles educativos y la capacidad para garantizar el cumplimiento de los protocolos sanitarios.
Ambos admiten que sí existe una diferencia notable entre las escuelas del sector público y algunas del sector privado y eso tendría que ser tomado en cuenta no solo por las autoridades, sino por profesores, administrativos, alumnos y padres de familia.
Hace unos días me tocó ver los promocionales de una institución privada en los que informan sobre los preparativos para el regreso a las aulas: control de accesos, delimitación de espacios y reducción de aforos; modificación de horarios, material y equipo sanitario suficientes así como doctores disponibles y asesoría en línea; personal capacitado para mantener permanentemente sanitizados edificios, mobiliario y equipo, entre otras cosas.
¿Cuántas escuelas públicas se acercan siquiera a esas condiciones? Muy pocas, supongo. El reto en ese sector es inmenso y requerirá de la colaboración de todos los involucrados para reducir al máximo los riesgos de contagio.
Si bien las autoridades dejaron a los padres de familia la opción de mandar a sus hijos a las escuelas o mantenerlos en clases remotas, la disyuntiva es compleja: los niños y jóvenes necesitan socializar y las familias recuperar sus tiempos y espacios en la nueva normalidad, pero siempre aparecerá la sombra de la duda sobre los riesgos de exponerlos al virus.
La fecha para el regreso a clases presenciales es el próximo 30 de agosto: ¿usted ya tomó una decisión al respecto?