por Arturo Soto Munguía
Fuentes indignas de todo crédito pero muy buenas para el intercambio de rumores por versiones extraoficiales reportan al expresidente Enrique Peña Nieto tostándose despreocupadamente al sol de Valdelagua, el exclusivo sector de Madrid donde tiene su residencia permanente desde hace algunos años.
El motivo, me dicen las viperinas lenguas tiene que ver con la prórroga que acaba de firmar para extender su manto de impunidad al menos por otro sexenio. Al expresidente le endosan la operación política que ya se venía anunciando desde hace meses pero se concretó ayer con la renuncia de varios senadores, entre ellos Miguel Ángel Osorio Chong, Claudia Ruiz Massieu y Eruviel Ávila de indudable filiación peñanietista.
A Peña Nieto, se sabe, el presidente López Obrador no lo toca ni con el desbalagado pétalo de una crítica en sus mañaneras, como sí lo hace con Salinas, Zedillo, Fox y no se diga Felipe Calderón.
Y esto se lo atribuyen a la presunta concertacesión tejida en 2018 entre el presidente saliente y el entrante, en la que Peña Nieto habría ‘bajado la guardia’ y entregado la plaza, dejando que el PRI terminara de despeñarse al acantilado de la derrota, de donde no ha podido sacar la cabeza. De esto, claro, no hay una sola prueba documental, pero la pícara popular advierte no sin cierto sospechosismo que, siendo como fue el sexenio del mexiquense, uno de los más corruptos de la historia ande campechanamente por el mundo disfrutando de un exilio dorado y sin mayores preocupaciones que las propias de quien resolvió su vida y las de sus próximas generaciones.
A fe mía que López Obrador no necesitaría tal claudicación peñanietista, pues de cualquier forma habría ganado la presidencia pero, para decirlo en términos coloquiales: ‘más seguro, más marrao’. Hay que apuntar que el señor Peña Nieto hizo escuela y en los años subsiguientes varios fueron los gobernadores priistas que replicaron la estrategia y hoy gozan de cargos en el servicio exterior mexicano, o al menos con la bendita relajación que da el saberse a salvo de una investigación judicial. ¿Nombres? Ya la avispada lectora, el desconsolado lector los saben.
La versión de que la mano de Peña está detrás de la renuncia de los senadores (a la que se sumaron varios liderazgos priistas en el país) refuerza la idea de que el pacto AMLO-Peña tuvo un relanzamiento justo en los momentos en que la senadora panista Xóchitl Gálvez apareció sorpresivamente como aspirante a la candidatura presidencial de la oposición y desde la semana pasada trae asoleados a los panegíricos del obradorismo, chambeando horas extra para hacerla jiras. El propio presidente se ha puesto al frente de esa campaña, lo que hace suponer que la hidalguense consiguió ponerlos nerviosos.
Personalmente creo que a Xóchitl no le alcanzará para derrotar al aparato de Estado que apuntala desde ahora las precampañas (adelantadas) de las ‘corcholatas’ y lo hará con mayor fuerza una vez que se defina a la abanderada o abanderado morenista, pero también, como lo expusimos aquí desde la semana pasada, Xóchitl sería la candidata más incómoda para el oficialismo y la que podría ‘jalar’ más votos para la oposición, dando al traste con la segunda divisa del Plan C, que es ganar la mayoría calificada en el Congreso de la Unión. La primera, obviamente es ganar la presidencia.
Vale apuntar que el PRI no necesita mucha ayuda para continuar inexorablemente cuesta abajo en su rodada. La gestión de Alito Moreno al frente del tricolor ha sido un desastre en todos los sentidos y la más reciente diáspora es apenas otra raya más al famélico tigre del fracaso electoral.
Claro que la ficha del PRI se devalúa notablemente en las negociaciones del Frente Amplio Opositor. Si antes no tenía un solo cuadro presentable y competitivo, con la aparición de Xóchitl Gálvez ya pueden irse despidiendo como protagonistas centrales de la próxima contienda y conformarse con ir a la cola de la alianza.
La renuncia de los senadores al PRI generó un intenso fuego entre las huestes de Alito Moreno y las de Osorio Chong, donde menudearon toda clase de acusaciones sobre corrupción, agandalles, traiciones, oportunismos y deslealtades, con la debida acotación de que ninguna de ellas carece de sustento, ya para un bando, ya para el otro.
Como quiera que sea, esta nueva desbandada desmoraliza a los tricolores, les resta votos y competitividad, y beneficia indudablemente al partido oficial, que ha celebrado con fanfarrias el hecho.
Si la contienda presidencial se cierra un poco, como parece que está sucediendo anticipadamente, cada voto que Morena le quite a la oposición en general y al PRI en particular, cuenta doble.
Por eso dicen que con esto el más feliz no es AMLO, sino Peña Nieto. ¿Será?
II
El gobernador Alfonso Durazo reiteró la importancia de la elevación a rango constitucional del programa de becas que en su primer año tuvo un fondo de 400 millones de pesos; al siguiente rebasó los 600 millones y para el término de su mandato llegará a dos mil millones de pesos.
Estas becas van dirigidas a estudiantes de educación básica hasta el nivel universitario y se incluyen algunos posgrados.
Fue enfático en subrayar la diferencia entre un programa y un derecho, como quedará plasmado en la Constitución del estado y aludió a lo que mencionamos en este espacio el pasado jueves: al elevarse a rango constitucional el programa se blinda contra eventuales modificaciones que pudieran hacer sucesivos gobernantes “que no compartan la visión de nuestro movimiento”.
El decreto que recién firmó el gobernador para que así sea, obedece a la lógica con que el presidente de la República, apoyado en su mayoría legislativa hizo con los programas sociales del gobierno federal.
III
Hay un nuevo partido político en Sonora. El Partido Sonorense que encabeza Alí Camacho, que ya recibió la constancia respectiva por parte del Instituto Estatal Electoral.
El dirigente de este partido sostuvo que buscarán a los ciudadanos más respetables en cada municipio para postularlos como candidatos en el próximo proceso electoral. Veamos cómo les va.
IV
Una nueva escalada de violencia sacudió a Sonora de norte a sur el pasado fin de semana. En Cajeme las cosas están empeorando y en estos momentos continúan desaparecidos tres agentes de la policía municipal, presuntamente ‘levantados’ por un grupo criminal. Hay zozobra en la población, pero también en la corporación policiaca local, donde se han acumulado renuncias de agentes.
En Caborca, un tiroteo y enfrentamientos armados dejaron como saldo tres civiles asesinados, cuatro heridos y varios autos y casas dañadas por el fuego y las balas.
La cosa está que arde.