Por: José Carlos Campos
FACILIDADES- Desde hace tiempo que persiste la especie de debate acerca de si ha sido lo correcto que varios clubes de la LMB estén acudiendo a lo que parece ser un nuevo esquema de negocios al renunciar al concepto de “desarrollo” y acudir mejor a lo que parece ser un más práctico plan de hacerse de jugadores de doble nacionalidad, ya hechos y desarrollados en Estados Unidos.
El tema ha servido, para entre otras cosas, provocar cismas como el de hace algunos años, divisionismos que aún hoy persisten y por encima de servir como argumento justificador diciendo que “con ello se ha elevado el nivel de juego”. El tema no es si se trata de peloteros “mexicanos”, que muchos lo son por ley sino la veracidad de la afirmación.
A lo anterior se agrega la ola de nacionalizaciones que se han dejado venir, todas ellas, creemos, nacidas en las conveniencias sean del club o del pelotero, algo que bajo el sentido común diremos que no tiene nada de malo o vergonzante. Pero queda el trasfondo que se advierte poco claro: ¿representa esta nueva corriente el nuevo esquema de captación de peloteros para la liga veraniega?, ¿es un concepto que llegó para quedarse? y, aún más, ¿es de esta forma que varios clubes renuncian al esquema de desarrollo del pelotero nativo?
Porque así de lejos, pareciera que se forma un falso dilema: “el desarrollo no nos otorga nivel de competencia”, “la doble nacionalidad propicia el ahorro en desarrollo y nos concede competencia! …y la maldita realidad es la que otorga la respuesta, es la que rompe y hace estallar las pompas de jabón (Serrat dixit).
EVOCACIONES- Hay que decirlo, la Liga Mexicana supo aprovechar muy bien los muchos años en que formó parte del llamado “Béisbol Organizado” y aprovechar la gratuita concesión que le hicieron a finales de los años 50 al considerarla triple A. Quienes mangonearon el circuito en esos ayeres le sacaron todo el jugo posible, trasquilaron la oveja impunemente y armaron tranzas al por mayor sin que nadie dijera nada.
Ante cualquier gesto o reacción contra la retórica se acudía al discurso de que la LMB era una liga de desarrollo, que ese era su gran objetivo y que de ahí no los movía nadie. Bueno, hasta crearon aquel slogan de que la LMB era “donde nacen las estrellas” que quiso ser y fue la propaganda oficial.
¡Ah! Aquellos sublimes panegíricos de Pedro Treto o de Roberto Mansur que en estos días serían considerados de un rancio olor a nacionalismo trasnochado (pero de reconocerse como un generoso medio de hacer negocio).
CAMBIOS- Bien dicen que tiempos traen tiempos. Puede pensarse que la nueva generación de directivos consideró que el anterior modelo había quedado obsoleto y que la desafiliación de la que fue objeto por parte de MLB exigía un esquema que ayudara a “modernizar” el negocio. Así entonces, el concepto “desarrollo” quedaba en desuso y así fuera que se hicieran intentos de sostener “academias” que alentaran los ya muy tibios esfuerzos de exportación, lo vital era encontrar una fuente inmediata para sustituir el ahora pausado modelo de desarrollo y además, de acelerar lo relativo a la calidad del producto.
Alguien entonces rescató del pasado una solución alternativa; acudir a tan solo unos metros de la frontera norte de México.
POCHOS- Los más viejos de la comarca recordarán nombres como los de Rafael García, Ricardo Sandate, Tony Barboza o el de Ricardo Guerra, peloteros que tuvieron en común haber jugado en México luego de ser mexicanos por derecho gracias a su ascendencia mexicana aún haber nacido en el otro lado. Y mire que todos ellos, y varios más, desplegaron formidables carreras en la pelota nacional.
Lo que hace 50 años fue medida inesperada de éxito, ¿por qué no repetirla?
Hoy la modalidad impera, en algunos casos con exceso y aderezada con la tendencia a nacionalizar peloteros como si fuera tarea de escuela, al cabo que algunas oficinas del registro civil se ponen a modo.
Tal vez para el negocio esté resultando medianamente bueno y que incluso para la competencia esté resultando en cierta forma alentador. ¿Qué cobran un poco más? Bueno, pero no se invierte en desarrollo ni en academias, de ahí se toman recursos. Además, sobran peloteros en USA con esas características de los cuales echar mano.
Y por mientras, que el jugador nativo se espere. Ya le llegará su turno.