Por Arturo Soto Munguía
El ‘efecto Coahuila’ donde el PT y el PVEM fueron obligados mediante la poco ortodoxa técnica de la ‘manita de cochi’ a dejar colgados de la brocha a sus candidatos a la gubernatura para apoyar al impresentable Armando Guadiana que nunca pudo despegar del tercer lugar en la contienda, parece estar llegando a Sonora.
El camino de estos partidos a lo largo de su historia está empedrado de oportunismos y traiciones, siempre sobreviviendo a la sombra de los partidos con mayores posibilidades de garantizarles posiciones de poder, y no les ha ido mal. A veces con el PRI, a veces con el PAN y ahora con Morena que, menos condescendiente que tricolores y blanquiazules, condicionaron a sus dirigencias nacionales a sumarse a Guadiana, so pena de ser relegados en la coalición que encabezará Morena rumbo a la presidencia de la República.
Aunque se resistieron hasta el último momento, finalmente cedieron a las exigencias de Mario Delgado -y dicen que hasta del presidente- para inyectarle sus votos a Guadiana, con el pequeño detalle de que sus candidatos (del PT y el PVEM a la gubernatura) se negaron a sumarse y permanecen en la contienda con sus nombres y rostros en las boletas.
Es impredecible la suma de votos que esas franquicias le vayan a aportar a un candidato que es un poema al humor involuntario, pero lo que es un hecho es la confusión que, a cuatro días de las elecciones van a generar en el electorado. Y la fractura entre sus dirigencias y sus bases (las que tengan), que se sintieron traicionadas y vendidas en canal, por decirlo coloquialmente.
Las dirigencias del PT y del PVEM saben que las posibilidades de triunfo para el candidato de Morena son escasas, y en caso de que pierda al menos podrán decir que por ellos no quedó y podrán aspirar a ser considerados en la alianza oficialista del 2024. Tontitos no son.
No es la primera vez que esas dirigencias cuasi feudales y/o dinásticas, dejen colgadas de la brocha a sus bases si en ello les va mantener sus cotos de poder.
En Sonora pasa algo similar. Desde el pasado 5 de mayo, un grupo de petistas presentó al dirigente estatal, Ramón Flores su renuncia irrevocable.
Básicamente, sostienen que como candidatos a alcaldías en el sur de Sonora, incrementaron sustancialmente la votación por el PT y a cambio, la dirigencia estatal les dio con la puerta en las narices: “cada vez fuimos más excluidos de la participación en la vida activa del PT y eso genera una gran incertidumbre en los liderazgos de nuestros municipios rumbo al proceso electoral 2024”.
Los abajofirmantes son: Guillermo Ruiz Campoy, Samuel Medina García y Joel Mario González Ibarra, candidatos a las alcaldías de Navojoa, Huatabampo y Etchojoa, respectivamente, así como Enriqueta Alfaro Rivera, actual regidora de este último municipio.
En su misiva aseguran que sus candidaturas dispararon las votaciones por el PT (recordar que no fueron en alianza con Morena) donde en conjunto lograron el 40 por ciento de los votos obtenidos por el PT en todo el estado.
A saber si esos datos son precisos, pero lo que es un hecho es que los abajofirmantes aparecieron hoy en una fotografía al lado de la dirigente estatal de Morena, Rayito Gaytán, anunciando su adhesión al partido guinda.
Todo parece indicar que las fanfarrias no terminaban de sonar en la dirigencia del PT por lo que consideran un triunfo suyo al haber posicionado a la nueva presidenta del ISTAI (que ayer fue designada por el Congreso del Estado), cuando a Ramón Flores le renuncian estos liderazgos.
Lo peor es que la desbandada petista podría no parar aquí, pues ha trascendido que los hilos que mueven estas renuncias vienen desde una oficina muy refrigerada de Palacio de Gobierno, donde Ramón Flores no es depositario de todas las querencias ni de todas las confianzas. Eso dicen.
La jugada tendría como objetivo que Ramón Flores, ya distanciado de sus liderazgos y bases locales, no encarezca mucho su ficha a la hora de reclamar posiciones en una eventual alianza con Morena en 2024.
La hipótesis no carece de sentido, pero en vía de mientras a Ramón Flores ya le empiezan a conocer como el Iodex, por aquello de que deshace las bolitas. No le entendí.
II
Hubo actividad en el Congreso local, donde por fin se nombró a la nueva presidenta del ISTAI, recayendo este cargo en Ana Patricia Briseño Torres; se nombró a los titulares de los órganos de control interno del IEE y el ISTAI, siendo estos Branly García Gómez y Jesús Antonio Villegas Gastélum, respectivamente.
También se nombró a Jeannette Arrizón Marina como titular de la Unidad Técnica para la Igualdad de Género en el Congreso del Estado, y se elevó a rango constitucional el sistema universal de becas estudiantiles.
Estos temas requieren un abordaje más amplio y volveremos sobre ellos en la entrega de mañana.
Pero un asunto que no tiene que ver con grillas y sí con el reclamo ciudadano de mayor seguridad para todos, pero especialmente para las mujeres, también fue aprobado en la sesión extraordinaria de ayer.
Se trata de la tipificación de la sumisión química como delito que puede sancionarse hasta con diez años de prisión. La sumisión química es una práctica que se ha extendido últimamente sobre todo en bares, antros y cantinas, así como en fiestas privadas, que consiste en la adulteración de bebidas alcohólicas para dejar en estado de indefensión a las víctimas, que pueden ser objeto de toda clase de abusos, incluyendo los sexuales.
Esta iniciativa fue propuesta por la diputada ciudadana Natalia Rivera Grijalva y por alguna extraña razón -considerando su alto contenido social- no había ‘bajado’ al pleno para su discusión y aprobación.
Pues bien, esto ya sucedió y en adelante los y las jóvenes tendrán mayores garantías de divertirse en forma segura, sin riesgos de ser violentados, pero además, de frenar y castigar a los criminales que utilizan estas prácticas con fines aviesos.
La iniciativa fue aprobada por unanimidad, como casi todas las que presenta Natalia Rivera, y no le mandan a la ‘congeladora legislativa’.
III
Me entero vía Facebook a través del muro del colega y amigo José Felipe Medina, que ayer dejó su cargo como director de Comunicación en la Secretaría de Gobierno, un relevo que se antoja natural habida cuenta el reciente cambio en la titularidad de esa dependencia, donde asumió Adolfo Salazar Razo en relevo del maestro Álvaro Bracamonte Sierra, quien a su vez ocupa desde entonces la secretaría Técnica del Consejo Político Nacional de Morena.
El Felipe, como familiarmente lo conocemos quienes contamos con su amistad y compartimos talachas reporteriles desde aquellos años complejos, intensos y llenos de anécdotas y experiencias en la transición 80-90, es sin duda una baja sensible por la institucionalidad y el profesionalismo de su desempeño.
El Felipe se forjó desde abajo en las lides periodísticas, en el reporteo a ras de suelo y fue ascendiendo en su carrera hasta ocupar cargos importantes en diferentes medios, pero fundamentalmente en la televisora estatal Telemax; ocupó la dirección de Comunicación Social de la Universidad de Sonora, entre otros cargos de relevancia, y también brindando trabajos de asesoría en diversas dependencias.
Los cargos públicos, como bien sugiere en su mensaje, en el que agradece a gobernador Alfonso Durazo, al maestro Bracamonte y a Salazar Razo, son temporales y seguramente habrá nuevas oportunidades para seguir vigente, como así sucederá porque no es de los que permanecen quietos. Que así sea.