Por Arturo Soto Munguía
A reserva de que me consideren parte de la ‘derecha obtusa’, hay veces que no entiendo bien la narrativa del presidente AMLO.
Entiendo, sí, que desde su posición liberal, progresista y de izquierda interprete la realidad nacional de una manera distinta a la interpretación que le daban sus antecesores, y que por tanto, también actúe de manera distinta.
Pero hay algunos casos que me parece rayan en lo bizarro. La idea de la relación del gobierno con el crimen organizado en general y con el narcotráfico en particular, por ejemplo.
Ayer reconoció abiertamente que en brechas, caminos y carreteras del país operan esos grupos criminales instalando retenes obviamente ilegales, minimizando el asunto aludiendo que los servidores de la nación, esas brigadas de trabajadores del gobierno federal que recorren las comunidades llevando los programas sociales a las poblaciones, a veces han sido detenidos en esos retenes, pero los dejan ir porque traen chalecos que los acreditan como empleados de su gobierno.
En tono jocoso, comentó incluso que uno de esos integrantes del crimen organizado le refirió a un servidor de la nación, en uno de esos encuentros, que a su abuelita no le había llegado el apoyo del programa de adultos mayores.
Al presidente eso le pareció divertido y tal vez lo sea, salvo por el pequeño detalle de que esos grupos criminales son los responsables de más de 150 mil asesinatos en lo que va de su sexenio, cifra que ya rebasó los números para esos casos en las administraciones completas de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Suele citarse con frecuencia que la sociedad mexicana ha llegado a normalizar la violencia, derivado de sus cotidianos encuentros con acciones de esos grupos criminales en pueblos, ciudades, rancherías y colonias. Créame que eso de ‘normalizar’ balaceras y masacres nunca me ha sonado del todo convincente. No sé usted, pero si yo -dios no lo quiera- me llegase a encontrar por azares del destino en medio de uno de esos enfrentamientos, además de zurrarme en los pantalones, jamás lo consideraría algo ‘normal’.
Aun así, hay gente que sí lo considera tan normal, y las redes sociales nos han prodigado con abundancia imágenes de ciudadanos tomándose selfies con una hielera conteniendo un cuerpo descuartizado o con un cadáver irreconocible de alguien a quien le volaron media cabeza con una ráfaga de ‘cuerno de chivo’.
Pero no es lo mismo que un ciudadano ‘normalice’ la violencia criminal y hasta la encuentre jocosa (mientras no le toque una bala, supongo) a que el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas asuma con esa frescura, que en el territorio nacional la delincuencia organizada se convierta en institución reguladora del libre tránsito, por lo menos.
Tampoco creo que tenga mucho eco entre los criminales, los llamados del presidente a que se rediman y retomen el camino del bien, “que actúen como buenos ciudadanos”, cual ha sido su llamado insistente, que por cierto reiteró ayer mismo.
Por lo menos a mí no me parece gracioso.
II
Pero no todo es humor lúgubre. Ayer hubo buenas noticias en la mañanera del gobernador Alfonso Durazo, comenzando por el anuncio de nuevas inversiones en Sonora: la primera por 120 millones de dólares por parte de la minera canadiense Álamos Gold, y la segunda de 30 millones de dólares que la armadora de autopartes coreana Kyungshin Corp aplicará en Ciudad Obregón.
En este espacio hemos insistido en la necesidad de romper inercias muy antiguas que privilegian a la capital del estado como destino de las más grandes inversiones públicas y privadas, desdeñando otras regiones, señaladamente en el sur, donde urge diversificar la vocación productiva de las ciudades y uno de los caminos es precisamente el de la inversión en áreas de oportunidad distintas a las relacionadas con el sector agropecuario, que por estos días no pasa por sus mejores momentos.
Poco a poco se avanza en romper esas inercias, pero el desequilibrio se mantiene. Ayer mismo hubo una referencia importante para ubicar el tema: la empresa Volaris anunció nuevos vuelos desde el aeropuerto de Hermosillo con destino a León, Guanajuato; Culiacán, Sinaloa; Ciudad Juárez, Chihuahua y Mexicali, BC. En Ciudad Obregón, mientras tanto habrá un nuevo vuelo a León, Guanajuato.
Se entiende que Hermosillo es la capital y donde se concentra la mayor actividad en todos los órdenes, pero el desarrollo regional equilibrado sigue siendo una asignatura pendiente.
El gobernador hizo entrega también de 47 millones de pesos para fortalecer el crecimiento de pequeñas y medianas empresas a través de Fideson.
Por cierto, el gobernador finalizó su rueda de prensa en punto de la una de la tarde, ya que tenía una cita con productores agrícolas del sur del estado, precisamente, para seguir cabildeando apoyos en el espinoso tema de los precios de sus cosechas de maíz y trigo, tema que no termina de satisfacer a los productores.
Y ya que andamos con el ánimo de las buenas noticias, en el Ayuntamiento también celebraron que el primer trimestre de este año, la cifra de desempleo en la capital fue la más baja para un periodo similar en los últimos 18 años, con 2.9 por ciento.
Citando datos oficiales de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, del INEGI, el alcalde Antonio Astiazarán precisó que Hermosillo es ya la quinta ciudad en los estados fronterizos con menor tasa de desempleo. El año pasado la tasa de desempleo fue de 3.5% para el primer trimestre; este año bajó a 2.9 por ciento.
Poniéndole números, esto significa que de las 14 mil 671 personas desocupadas en ese periodo del año pasado, la cifra bajó a 12 mil 421. Hace dos años los desempleados en esta capital sumaban 18 mil 783, por lo que en su administración, este indicador se ha reducido en 33.9%.
Esto tiene que ver con la certidumbre para la inversión y la coordinación de los sectores público y privado para la promoción del empleo, que se prevé siga con esa tendencia debido a la ejecución de más obras de infraestructura y la concreción de nuevos proyectos.
III
Con el trasiego de la grilla se nos había pasado comentar que Hermosillo contará en breve con un nuevo espacio de representación simbólica sobre las historias de niñas, niños y adolescentes que, habiendo perdido sus familias por cualesquier razón, son restituidos a un núcleo familiar a través del programa “Familias de Corazón”.
Se trata de un gran mural que será ejecutado por el especialista en arte urbano, Brady Black, a invitación del sistema DIF estatal que preside la señora Rocío Murillo de Durazo y dirige Lorenia Valles Sampedro, en alianza con la Asociación Civil Efecto Esperanza y el Isssteson.
El objetivo es visibilizar este programa y sobre todo sus acciones, mediante las cuales han sido beneficiados 45 menores restituyendo su derecho de vivir en familia.
Brady Black es un artista enfocado en el arte público de gran formato y murales comunitarios con temáticas sobre sectores históricamente marginados; comenzó su carrera en Beirut, Líbano, donde tuvo la gran iniciativa de transformar espacios y unir comunidades a través del arte.