Por Bulmaro Pacheco Moreno
¿Cuál es el secreto de Gilberto Gutiérrez Quiroz para mantenerse animoso, jovial, alegre y optimista a sus 89 años?
Pienso que se debe a la entereza interior derivada de sus orígenes, su formación y su cultura. Ha logrado en su vida y en su vocación un equilibrio entre congruencia, autenticidad y honradez, y creo que en su balance ha tenido mucho de qué sentirse satisfecho.
Satisfecho del ejemplo de sus padres; de sus 65 años de abogado; 58 de notario público; 64 de profesor de la Universidad de Sonora; 67 años de militancia en el PRI; de sus 40 de matrimonio; de sus 5 hijos y 9 nietos; y de haber tenido la lucidez y la templanza para saber nadar en las procelosas aguas de la política y el Derecho.
Nació un 4 de febrero de 1934, en Cajeme. Hijo del cocoreño José Gutiérrez Armenta -de oficio “draguero”, después carnicero- y María Quiroz Quezada, oriunda de Buena Vista.
Cumplió con lo que les dijeron a sus padres cuando nació… “Este sí se va a lograr” (el primer hijo de la pareja había muerto de meningitis) … y vaya que sí. Después de Gilberto, nacieron Francisco, Angélica, María del Carmen, Jaime, Julieta, Javier, Jesús Antonio y David.
Doña María, preocupada por la educación de su hijo, le enseñó a leer en casa al hijo mayor antes de ingresar a la primaria Carlos M. Calleja, pero por una evaluación que le hicieron lo asignan al segundo grado en el Centro Escolar Cajeme, de donde egresa en 1945. Entra después a la Secundaria Número 2, de donde egresa en 1948.
Se trasladó a Hermosillo para cursar la preparatoria -quería estudiar Medicina-, pero la gran inundación de 1949 se llevó la carnicería de su padre y empezó a escasear el dinero para mantenerse en la capital, lo que truncó su ingreso a la preparatoria. Fue cuando decidió ingresar a la Escuela Normal del Estado -dadas las facilidades y las becas de entonces, entre otras una de $100.00 de la Fundación Esposos Rodríguez- y se graduó de profesor de educación primaria en 1951 después de desempeñarse como empleado de mostrador en una botica, y de bibliotecario en la universidad, donde ganaba 50 pesos quincenales.
Le ofrecen trabajo de maestro en Culiacán y viaja a Sinaloa. Al tiempo que desempeña la labor docente, ingresa a la preparatoria de la universidad local -revalidación de materias de por medio-, y termina en 1952.
En 1953 entra a cursar la carrera de Leyes en la Universidad de Sinaloa y en 1954 decide inscribirse en la UNAM, cuando la facultad estaba todavía en el centro histórico de San Ildefonso. Con la tesis La autonomía de la voluntad en relación con las leyes de orden Público: Consideraciones acerca del decreto de prórroga sobre arrendamientos de 1948. Se gradúa con mención honorífica. Por ese mérito, el Banco de México le otorga una beca para estudiar la Maestría en Administración Pública en la Universidad de Columbia, entre 1958 y 1959.
A su regreso y viviendo en una casa de asistencia en la colonia Roma -pagaba 200 pesos mensuales-, alguien cercano lo relaciona con José Gabriel “El Callero´ Gutiérrez, que le manejaba negocios al ex gobernador Abelardo L. Rodríguez, básicamente en el litoral costero de Sonora, Sinaloa y Baja California y le ofrece contratarlo.
Emocionado por la oferta de trabajo, esperó en Hermosillo -en el hotel San Alberto- a Gutiérrez. La oportunidad de trabajo se frustró por la intempestiva muerte en accidente de carretera de “El Callero” en septiembre de 1959. Sin casa, sin trabajo y con deudas en el hotel, Gilberto se hospeda en la casa de asistencia de María Villa, ubicada en Yáñez y Monterrey, donde encontró cuarto y comida con promesa de pago posterior.
El rector de la Universidad de Sonora era Luis Encinas Johnson, a quien Gilberto conocía bien. Lo busca y le solicita trabajo en la universidad. Le otorgan clases con horas sueltas en la Escuela de Derecho y también enseña en la Escuela Normal del Estado.
Se contacta con el procurador Adolfo Ibarra Seldner y lo nombran agente del Ministerio Público. Su amigo Rodolfo Montes de Oca Armstrong titular del Tribunal lo promueve como juez penal en Hermosillo y después se le viene una tormenta por una cita de Juárez en un discurso en honor al Benemérito. Las cosas no llegan a mayores con los destinatarios, entre otras por los antecedentes revolucionarios de su abuelo el mayor Jesús Gutiérrez, citado por Obregón en 8 mil kilómetros en campaña.
Se casa el 28 de diciembre de 1960 con Margarita Sánchez Lucero, de Tecoripa. Al mismo tiempo, hacía política a favor de la candidatura al gobierno estatal del rector Luis Encinas, junto a otros abogados.
En el gobierno de Encinas, a través de Enrique Fox Romero, se le ofrece una vacante de magistrado en el Supremo Tribunal de Justicia. Permanece allí de 1963 a 1967. En 1965 el gobernador Luis Encinas lo promueve como notario público (la número 81) y con otros destacados sonorenses se da a la tarea de fundar el IMARC.
Conoció a Faustino Félix Serna, a través de su papá en Cajeme donde Félix era transportista, y don José, draguero.
Para ese tiempo (1967), Gilberto había entrado al negocio de la minería en Nuri y Movas, asociado con Pedro Trelles. No les fue muy bien, les quedaron solo deudas y preocupaciones, al mismo tiempo combina sus actividades profesionales con tareas partidistas y administrativas (junta para el progreso y bienestar), seccional 91 y en el PRI de Hermosillo, al lado del dirigente estatal Enrique Fox.
Le aceptó al gobernador Félix Serna seguir en el Supremo Tribunal de Justicia como magistrado hasta principios de 1973.
Llega la candidatura de Biébrich al gobierno del Estado. Él era amigo de la familia. Lo invita Jorge Piña Castro y lo designan delegado del PRI en varios municipios fronterizos. Manuel Gurría, a la sazón delegado del CEN del PRI, lo incluye en una terna como candidato a diputado federal. Gana la elección por el distrito de Navojoa y rápidamente lo detecta el líder de la Gran Comisión Carlos Sansores Pérez y le da mucho juego, brilla en la tribuna y también como gestor de su distrito.
Fue un distinguido miembro de la XLIX Legislatura (1973-1976) gracias a su experiencia política y su formación como jurista.
Cae Biébrich en 1975. Carrillo ordena se restituya a Enríquez Burgos en lugar del suplente Fernando Elías Calles, Gilberto se dedicaría después a tareas del PRI como delegado en varios Estados y por poco tiempo en el jurídico de Ramón Ángel Amante alcalde de Hermosillo.
Don Gilberto es mencionado en 1978 entre varios aspirantes al gobierno estatal, pero Carrillo Marcor lo veta.
En 1979, en plena postulación de Samuel Ocaña, recibe el nombramiento de presidente del PRI estatal. Le toca la campaña electoral con la tensa y difícil tarea de selección de candidaturas, el PRI (expropiación de tierras de por medio) pierde en Cajeme, Agua Prieta, Empalme y Huépac.
Ocaña gana y don Gilberto sigue de dirigente estatal -nada de nada para él en el nuevo gobierno-, hasta que en diciembre de 1982 lo sustituye Alfonso Molina. Es cuando su amigo Manuel González Cosío, director de Conasupo, lo designa director de Proyectos Especiales en el Noroeste. Al tiempo impulsa la formación y consolidación del ISAP Sonora y por poco tiempo asesora al gobierno estatal en asuntos de minería.
En 1994 en el gobierno de Manlio Fabio Beltrones éste lo invita como suplente de Armando López Nogales en la fórmula de senadores. Al ser postulado López Nogales candidato a gobernador, en 1997 asume la titularidad y nuevamente brilla en el Legislativo, ahora en el Senado.
En el 2000 manifiesta sus aspiraciones a la Presidencia Municipal de Hermosillo; pero las simpatías del gobernador López Nogales ya estaban alineadas con el empresario Javier Gándara.
En 2006, Ernesto Gándara le ofrece la candidatura a la Sindicatura de Hermosillo. Tenía entonces 72 años y se desempeñó como síndico con suma eficacia. Era el indicado para sustituir a Gándara, que solicitó licencia para contender por la candidatura del PRI al gobierno estatal en 2009, pero lo bloquearon operadores del gobierno estatal para favorecer a Raymundo García de León.
Desde 1959 al 2023 Don Gilberto nunca ha dejado sus cátedras en la Universidad de Sonora, donde un auditorio lleva su nombre.
Vive al día, con los ingresos de la cátedra, la notaría que dirige su hijo Gilberto y con una modesta pensión de 6 mil pesos mensuales (sí, ¡6 mil!) otorgada por el ISSSTESON.
¿Amarguras Gilberto? No. ¿Resentimientos? No. ¿Odios? Tampoco; pero capacidad para despreciar -finalmente humano-, Sí, dice.
El recuerdo emocionado de su desaparecida esposa Margarita -por quien le brillan los ojos en la entrevista- y sus nueve nietos muestran una fuerza moral y una vitalidad que ya la quisiera alguien más joven.
Una vitalidad que manifiesta con una risa franca, auténtica y una agilidad mental propia de quien no deja de cultivarse estudiando, pensando, escribiendo, enseñando y que ha vivido con intensidad su provechosa existencia al servicio de lo que más ama: Sonora y su familia.
La historia de un ser humano auténtico, con 67 años de militancia en su partido, con metas honradas y sin desviaciones, consciente de que los cínicos no construyen catedrales, concluye la charla con su genio pragmático y su expansivo optimismo: “En 2006 limité mi capacidad de autoengaño, pero soy realista… como Ortega y Gasset”.