Por Víctor Fausto Silva D.
En las fronteras de México deberían instalarse letreros que digan “Bienvenidos al país del Ojalá”, porque así nos la llevamos.
Como en una especie de letanía poselectoral, enlistamos como deseos que “ojalá que con éste (a) no nos hayamos equivocado”, “ojalá que éste sí la haga”, “ojalá éste sí le entienda” u “ojalá y éste sí les haga caso a los que le entienden” y el etcétera que usted guste y mande.
Siempre esperamos a una especie de semidios, un todólogo capaz de resolver todo, en un largo rosario de esperanzas sobre las cuales recae después la decepción, cuando los elegidos resultan ser insensibles o ineptos, si no es que soberbios, prepotentes y corruptos que llegan a servirse, no a servir.
Está pasando ahora con los anuncios de Claudia Sheinbaum sobre su futuro gabinete, que con imposiciones o no de López Obrador, está sonando bien y, para variar en este país del ojalá, generando esperanzas de que ahora sí lleguen los mejores.
Falta buen tramo, por supuesto, porque la señora soltará el gabinete por capítulos, pero las reacciones con los seis primeros han sido positivas…quizás, porque como dice el dicho, la esperanza nunca muere.
Por lo pronto, este viernes ya introdujo algo de lo que será su sello personal con tres características para quienes se integren a su gabinete: conocimiento, convicción y honestidad.
Suponemos que en ésta última subyace el lema obradorista de “no mentir, no robar y no traicionar”, que en muchísimos casos no sirvió para maldita sea la cosa, dados los escándalos sobre corrupción y la opacidad con la que se ha conducido este gobierno, que todo clasifica como “seguridad nacional” porque al tabasqueño nunca le ha gustado rendir cuentas, y mucho menos que se las exijan. Se indigna el señor y nos receta la retahíla aquella de que “no somos iguales”.
En fin, pronto será agua pasada y habrá que ver lo que trae doña Claudia Sheinbaum o si veremos más de lo mismo, porque por lo pronto, merece el beneficio de la duda. ¿Qué más le queda a un empedernido esperanzado?
Algo similar respecto al “ojalá” puede aterrizarse a nivel municipal, primero por la esperanza que entrañan los nuevos elegidos y luego con el deseo añadido de que ojalá el tiempo pase volando, para que se les agote a quienes subidos en un ladrillito se marearon, terminaron haciendo los grandes negocios y pitorreándose de los más necesitados.
Huatabampo es un imperdible ejemplo de ello, pues el alcalde Jesús Flores Mendoza decidió anclar su negligencia y su ineptitud al argumento de que ya se quedó sin recursos…que en su caso personal no aplica, porque sigue dándole vuelo a la hilacha.
Lo hizo el pasado Día del Padre, pues mientras desde colonias enteras surgía el clamor por la falta de agua, el señor armó ruidosa y costosa francachela, como las que a él le gustan, y si se puede con juegos de azar, mucho que mejor.
Ese es el gobierno humano y de una transformación que tanto pregonó, pero que terminó beneficiando sólo a su círculo más cercano.
Luego, mientras esgrime la falta de recursos, sigue sacando licitaciones a modo para beneficiar a sus constructores favoritos, como acaba de hacerlo asignándole -mediante disfrazado dedazo- el recarpeteo de la carretera hacia Pozo Dulce a la empresa Desarrollos Enkare, por 9.5 millones de pesos.
Entre el gremio se sabe que la maniobra no fue novedosa, porque igual lo hizo a lo largo del trienio con licitaciones amañadas en rubros como el de la pavimentación y otros, en los que siempre aparecieron como “amables componedores” su hijo -ministro sin cartera pero un hacha para los negocios- Jesús Flores Mendívil y el director de Obras, Cristian Corrales Corral.
En esas millonarias maniobras tampoco podía quedar al margen su programa de vivienda, que terminaron saliendo a precio de oro, porque mientras él se para el cuello entregando un mísero cuarto, su vecino de Etchojoa, Jesús Tadeo Mendívil, hace lo suyo con viviendas de dos cuartos, baño y tejabán, por el mismo costo.
En las postrimerías de un trienio de oropel, Flores Mendoza acaba de darse cuenta de la miseria en la cual viven miles de personas en las comunidades más marginadas, y como intento de maquillaje, acude a ellas para entregar madera y ¡lámina galvanizada! “para que tengan un techo digno en su humilde y muy precario hogar” (según reza el boletín enviado), como acaba de hacerlo en la Loma de Etchoropo, donde entregó además como “generoso donativo” una base de cama y un colchón, con lo cual seguramente terminó de dejar en bancarrota las finanzas municipales.
¿Pues en qué casino se la llevó metido durante 3 años, como para no darse cuenta del atraso en el cual viven miles de huatabampenses, a los cuales ahora voltea a ver, solo para tirarles con migajas?
Y todavía les lleva lámina galvanizada, como para garantizar que -con estos infames calorones- encima de estar en la miseria, se enfermen víctimas de una deshidratación.
Por ejemplos como éstos cobra vigencia la esperanza de muchos huatabampenses para que el tiempo pase volando y se vayan quienes llegaron a servirse con la cuchara grande, no a servir como lo prometieron.
El mismo “ojalá” aplica para que llegue a la presidencia municipal Alberto Vázquez Valencia, de quien se espera honradez, sensibilidad y eficiencia, características de las cuales ya ha dado muestras en el desempeño de otros cargos.
No se duda que habrá de recibir una verdadera papa caliente, pero tampoco se duda de que tiene la capacidad y las agarraderas suficientes, no sólo para limpiar el tiradero que le dejarán, sino para dignificar la vida de los huatabampenses, especialmente los más amolados de las comunidades, ésos a los que, casi tres años después, apenas está volteando a ver “El profe” Chuy Flores.
Ojalá. Para muchos, es hora de recuperar la esperanza.