CARRUSEL | HUACHICOLEO Y EL ‘AÑO DE HIDALGO’ EN HUATABAMPO

Por Víctor Fausto Silva D.

Con cierta pena, estimado lector, pero debemos admitir que nos quedamos cortos en cuanto al desastre que dejará a su sucesor el alcalde de Huatabampo, Jesús Flores Mendoza.

Comentamos que apenas si le heredará la silla de la oficina (y eso si no se la embargan la CFE o el IMSS, por adeudos), pero a como va destapándose la cloaca, se corre el riesgo de que ni siquiera eso deje.

Los saldos del desgarriate administrativo van mucho más allá de la mera falta de recursos que “El profe” usa como pretexto para justificar el abandono de sus funciones: Está despidiendo un creciente tufo al descarado manoteo antaño conocido como “El año de Hidalgo”, afectando rubros tan delicados como el de la seguridad pública.

Hace unos días salió la punta de la madeja, cuando una atribulada madre de familia de la comunidad El Ranchito acudió a las redes sociales para exigir justicia por la violación de su hija de siete años a manos de un sujeto, hecho que denunció a la policía municipal pidiendo su intervención, sólo que ésta nunca apareció.

Con la rabia y la impotencia al tope y ante el temor de que el presunto criminal se diera a la fuga, el padre de la menor “fue a sacarlo de su escondite y lo golpeó tanto que ahí sí llegó la policía y detuvo a mi esposo”, narró la agraviada. Según ella, le explicaron la imposibilidad de detener al señalado hasta en tanto no se realice la investigación correspondiente.

Dos cosas habría que puntualizar en este penoso asunto: La que llegó a fin de cuentas al lugar fue la Policía Estatal, y dos, que los elementos municipales no fueron –por increíble que parezca- porque las patrullas ¡No tenían suficiente gasolina para desplazarse!

Decimos “por increíble que parezca” porque se supone que la seguridad pública debe ser una de las áreas prioritarias de todo gobierno, y con mayor razón en éstos tiempos en que la delincuencia parece haber rebasado impunemente a todos los niveles de gobierno.

¿Qué pasó entonces? Pues ya se supo: Se supone que gracias a recursos etiquetados y provenientes del Fortamun, Huatabampo recibe mil litros diarios de gasolina como dotación para 14 patrullas, pero en los hechos y porque “alguien” de arriba se los está rasurando, recibe sólo 400 litros, es decir, 28.5 litros por unidad, un vil chorrito considerando la “carrilla” a la que son sometidas por la naturaleza de su trabajo.

¿Dónde se están quedando los otros 600 litros? ¿Quién los está manoteando, en detrimento de la seguridad de los huatabampenses? ¿Cómo escapa eso a la supuesta sagacidad de un alcalde que se autoproclama como un hecha para los controles propios de la administración pública?

Esa supuesta pifia o ceguera del “Profe” Flores sólo se explicaría si se da como buena la versión de que hasta en eso está metiendo las manos su hijo incómodo, Jesús Flores Mendívil, como lo ha hecho en la asignación de obras o la designación de proveedores y pronto pago para las empresas “bendecidas”.

¿Será acaso que también el Comisario de Seguridad Pública, Edgardo Miranda, está metido en lo que bien podría calificarse como huachicoleo? Costaría creerlo, primero porque en su ya larga trayectoria no se le conocen raterías, y luego porque semiparalizar las unidades policiacas a su cargo sería como darse un balazo en el pie.

¿Lo están chamaqueando? Quizás.

El asunto dará para más, por ejemplo con la tarascada de recursos públicos que pegan otros negocios de parientes y allegados al alcalde, como se hace en el taller del “Chino” Zamora, ahí enfrente del Cobach, donde se reparan y dan servicios tanto a patrullas como a unidades de Servicios Públicos, cobrados a precio de oro.

En cuanto a la “desaparición” de la gasolina, alguien debería tener tantita vergüenza como para preocuparse, porque son recursos federales, y a la hora de una esculcada, puede derivar en el fincamiento de varias responsabilidades…

Buen “torito” para Elías Retes
En Navojoa, se veía venir y llegó el momento en que hiciera crisis la realidad de las finanzas públicas -muy golpeadas y maltrechas desde hace varias administraciones- y la necesidad de someterlas a cirugía mayor para tratar de reflotar al ayuntamiento.

Ciertamente no la tiene fácil el alcalde Jorge Elías Retes en su empeño por equilibrar los números que le permitan a la comuna redimensionar y eficientar el uso de recursos, porque ninguna administración podrá aspirar seriamente a responder con obra pública mientras esté estrangulada por un disparado gasto corriente.

Por supuesto y como era natural, el primer enfrentamiento lo está teniendo con el sindicato de burócratas, que en defensa de sus conquistas laborales optó por irse a la protesta abierta con la toma de instalaciones municipales.

Ante ello y seguramente previendo que no serán las únicas informidades, Elías Retes salió al paso el día de ayer miércoles, puntualizando en un comunicado la complejidad de la situación y las medidas que considera indispensables para poner orden.

Para empezar, habla de un déficit presupuestal por 88 millones de pesos, derivado, entre otras cosas, de una nómina excesiva de trabajadores y jubilados; un grupo de empleados con sueldo superior al del alcalde (con incrementos de hasta 451 por ciento en seis años) fuera de toda normatividad; pagos del Impuesto Sobre la Renta (ISR) y cuotas al Isssteson con cargo al ayuntamiento; pensiones excesivas, en algunos casos hasta de 172 mil pesos a un solo ex trabajador y embargos mercantiles y laborales, unos ejecutados y otros en proceso.

En suma, Elías precisa que sobre el ayuntamiento pesa una carga financiera de 150 millones de pesos anuales “que nos mantiene en el colapso”.

Son números fuertes sobre una situación delicada, sin duda, sobre todo si se considera que del presupuesto 2024 de Navojoa, (por mil 8 millones 806 mil 769 pesos), más del ¡90 por ciento! lo absorbe el gasto corriente, como lo explicó en su momento la tesorera María del Rosario Santiago Vizcarra.

La encargada de los pesos y los centavos no es la única en aprietos a la hora de hacerlos rendir. En las mismas anda el director de Programación y presupuesto del gasto público, Édgar Álvarez Balderrama.

Y es que con márgenes de operación tan estrechos, ¿Cómo esperar que un ayuntamiento invierta más en obras y servicios, si la mayor parte de sus recursos se va en la nómina?

No por nada los alcaldes caían en un círculo vicioso que no hizo más que agravar el problema: estirar la mano a la espera de que el gobernador en turno los sacara de apuros, y recurrir a un creciente endeudamiento que ahora tiene al ayuntamiento con el agua al cuello.

A final de cuentas y traducido al buen cristiano, todos terminaron pateando el bote y respondiendo más a intereses políticos y personales que a la ciudadanía, mientras el municipio iba cayendo en un lastimoso atraso.

¿Podrá Elías Retes vencer tantas resistencias e inconformidades?

Será tarea difícil, por lo añejo y enraizado de las prácticas que llevaron al municipio al borde del precipicio financiero, pero ya le entró.

Indudablemente, mucho del éxito que espera dependerá no sólo de su decisión y el ingenio para solventar el problema, sino de un incesante despliegue de capacidad política para “vender” la inaplazable solución, dialogando, concertando y convenciendo incluso a los más escépticos, de que sus ajustes constituyen la vía más razonable para salir del hoyo.

Habrá que esperar cómo evoluciona el tema, pero de entrada es positivo que lo ventile ante la ciudadanía, porque en ésta radica finalmente el respaldo que necesitará para hacerle frente.