por Víctor Fausto Silva D.
No bien soltamos el último teclazo comentando aquí que Manlio Fabio Beltrones es de los pocos encampañados que está aportando “carnita” en cuanto a propuestas, cuando desde Cajeme soltó otra de innegable y estricta justicia: entrar al rescate de las madres buscadoras de desaparecidos, que prácticamente con las uñas realizan una labor que debería afrontar el gobierno.
Beltrones plantea la necesidad de que los diversos colectivos que en ello trabajan, sean incorporados como coadyuvantes de la Comisión Nacional de Búsqueda, lo que llevaría aparejado asignarles un sueldo, seguridad social y hasta un seguro de vida, porque muchas incluso terminan perdiéndola en la penosa pero humanitaria tarea que se han echado a cuestas.
La propuesta del candidato a senador se redondea con la creación de un banco de ADN que permita agilizar la identificación de restos humanos, porque una cosa es hallarlos y otra dar certeza a sus deudos de que son sus desaparecidos.
Nora Lira Muñoz, líder de las Madres Rastreadoras de Cajeme, con una hija desaparecida desde el 2018 y encontrada el 2020, puso el dedo en la llaga sobre las vergonzosas limitaciones que enfrentan sacando una tarea que le corresponde al gobierno:
“No tenemos los recursos para salir a una búsqueda digna, no tenemos ni agua, hemos caído deshidratadas y no llevamos ni suero, somos personas que dejamos de trabajar para buscar a nuestros hijos y no hay ni para el desayuno ni la comida”, denunció, en lo que debería ser una bofetada para quienes apoltronados en refrigeradas oficinas gubernamentales se llenan la boca con el demagógico discurso de que hacen todo por ayudarlas, en vez de agarrar pico y pala, de perdida para que vean lo que se siente.
Beltrones se comprometió a meterles el hombro desde el senado, legislando para que perseveren en su labor pero con condiciones más dignas y efectivas.
“En vez de recibir palas, picos y baldes, que tengan honorarios por su trabajo, protección federal, acompañamiento, seguros de vida y acceso a herramientas tecnológicas para hacer su labor”, dijo durante la reunión.
El objetivo, indicó, “es buscar corregir lo que el Estado no está haciendo y además es su obligación”, añadiendo “una revisión a las Fiscalías de los estados, que se desentienden diciendo que no es labor de ellos”.
Ese sentimiento de abandono y ese desdén gubernamental fue fielmente dibujado por Claudia Esparza Coronado, otra de las madres buscadoras, cuando se dolió de “tener que lidiar con la apatía del gobierno, la falta de apoyo y empatía, hacernos dar vueltas y vueltas y no darnos ninguna esperanza, una respuesta, pues está fea la situación aquí”.
Nosotros diríamos que el calificativo de fea se queda corto: es horrible pasar y sufrir por lo que pasan estos grupos de mujeres, que además de cargar con el dolor de haber perdido a sus seres queridos, cargan también con la incomprensión, la ineptitud y la indolencia de quienes desde el gobierno apenas si voltean a verlas, y si acaso, como dijo Beltrones, es para darles baldes, picos y palas. ¡Miserables!
Por lo pronto y por lo menos, Beltrones ofreció a las madres buscadoras una luz de esperanza –en la que también llevará mano su hija Sylvana- para dignificar y eficientar una tarea que de entrada nunca debió existir, y que luego –ya con el país tapizado de fosas clandestinas- debió recaer en hombros del Estado, no de ellas, ya suficientemente lastimadas por sus propias pérdidas.
Remaches del debate
Seguramente que por lo visto o leído usted ya tiene, estimado lector, su propio juicio sobre el primero de los debates presidenciales, pero a manera de remaches, aquí le van unos apuntes:
1.- En cuanto el encuentro pasó, el presidente López Obrador dijo que había estado “requetebién”, seguramente porque su alter ego Claudia Sheinbaum le soltó música para sus oídos con su mantra de que “¡es un honor estar con Obrador!”… pero horas después salió con que las preguntas fueron hechas con la narrativa de sus opositores “a partir de opiniones de medios de comunicación y grupos conservadores”, en lo que consideró parte de una guerra sucia contra su gobierno.
Pues ¿Quién le entiende al señor? A la mejor todavía andaba embelesado por el eclipse o atarantado por la moquetiza que se desató con el asalto policiaco a la embajada mexicana en Ecuador (que por cierto lo planta donde le encanta: robando espacios mediáticos, y ahora nivel mundial) pero en cuestión de horas se vio como el personaje de La Chimoltrufia, que como decía una cosa, decía otra.
Y todavía faltan dos debates más. A ver luego con qué sale. En un descuido se aparece en alguno de ellos, nostálgico porque en 18 años, es la primera vez que no ocupa podio, y eso de no robar reflectores debe ser canijo, especialmente cuando se acerca la hora de juntar sus tiliches para irse a su rancho, de tan folclórico nombre.
2.- Para el INE, el debate fue de luces y sombras. Primero lo calificó de “impecable”, pero luego se comprometió a meterle lupa a fallas como las suscitadas en los relojes, porque no costaron precisamente una bagatela: dos empresas se embolsaron ¡23 millones de pesos! en dichos artefactos, y en tiempos de austeridad republicana, de plano suena a burla una chafeada de ese pelo.
3.- Tanto Claudia Sheinbaum como Xóchitl Gálvez coinciden en que el formato no permite explayarse como es debido, porque apenas tuvieron tiempo de tirar y/o capotearse moquetes, pero no de abundar en propuestas, y de no cambiar –interpretamos de nuestra cosecha- se corre el riesgo de que los dos siguientes terminen en arañazos y bolsazos, pero caita en cuanto a soluciones de lo que le duele al país.
4.- Según las cuentas del propio INE, el debate fue visto por 13 millones de personas, de los cuales 7.4 millones lo siguieron vía Facebook y 4 millones por televisión abierta.
¿La ganadora? Defínala usted, estimado lector, porque aquí cada quien ve las cosas desde el cristal que más le acomoda… nomás no salga con que ganó Maynez, porque entonces sí andará extraviado.