CARRUSEL | NOS LLEGÓ VISITA… CON UN TIRADERO EN LA CASA

Por Víctor Fausto Silva D.

Si las cosas ya estaban feas en cuanto a inseguridad, amenazan con ponerse horripilantes ahora que -sin admitirlo- el gobierno federal evidentemente pasó a la contraofensiva para enfrentar a un monstruo de mil cabezas, que si ya era peligroso, alcanzó dimensiones gigantescas gracias a la claudicante estrategia aquella de “abrazos, no balazos”.

Tampoco se necesita que el gobierno reconozca el abrupto golpe de timón en ese rubro, cuando en los hechos la propia presidenta Claudia Sheinbaum y su super policía Omar García Harfuch dan cuenta casi diaria de los golpes que están asestando al crimen organizado, aunque lamentablemente el rival tampoco está manco ni dispuesto a dejar que le arrebaten el inmenso espacio ganado no sólo a sangre y fuego, sino con la abierta colusión de muchos gobernantes.

El asesinato este martes de la secretaria particular de la Jefa de Gobierno de la ciudad de México, Clara Brugada, y de uno de sus asesores más cercanos, no hace sino confirmar que la refriega está lejos de haber tocado fondo, y por el contrario, tiende a encarnizarse en los más disímbolos frentes.

Tampoco estaría muy jalado de los pelos avizorar que -¡Dios guarde la hora!- las balaceras terminen alcanzando como blanco los portones del propio palacio nacional, porque está visto que cada vez escalan más alto los objetivos de los malosos.

Previo a las elecciones del 2021, no fueron pocos los candidatos ejecutados o mínimo amenazados para que abandonaran la contienda, pero el régimen insistió en minimizarlo con el recurso favorito de echarle tierra a cuanto asunto apesta, dejando caer sobre algunos de ellos el sobado manto del sospechosismo: “en algo andarían metidos”.

El problema es que las argucias oficiales ya no alcanzan para disfrazar la terrible realidad de que por aquí y por allá siguen ejecutando no nada más a los aspirantes a equis puestos, sino a funcionarios y exfuncionarios de distintos niveles, lo que lleva al temor y la desazón de que si eso les pasa a ellos con más recursos a la mano, ¿qué puede esperar el simple mortal por el sólo hecho de salir de su casa, con el riesgo de que lo manden al otro mundo en cualquier tiroteo cruzado?

La que no gana para sustos –y seguramente también corajes- es la presidenta Sheinbaum, que apenas un día antes había presumido logros alcanzados en seguridad, como para confirmar que no se equivocó con el nombramiento de García Harfuch.

Había detallado que del primero de octubre del 2024 al 18 de mayo, se incautaron 10 mil 962 armas y 157 toneladas de droga, con la destrucción de 915 laboratorios clandestinos y la detención de 21 mil 411 personas.

Sin regateos, son efectivamente logros destacados y dignos de ser reconocidos, pero también sirven para vislumbrar a vuelo de pájaro el enorme poderío de los contrarios, porque a pesar de la cuantía en pérdidas, tampoco aflojan un ápice en su desafío a las fuerzas de seguridad, llámense policía, Guardia Nacional, Marina o Ejército.

Un indudable referente de las dimensiones del problema es lo que pasa en Sinaloa, donde según se ve, ni metiendo a todo el Ejército ahí serán capaces de sofocar el encontronazo entre grupos antagónicos.

López Obrador se pasó seis años choteando a Felipe Calderón por haber soltado “a lo tonto” palos al avispero, pero resulta que el avispero se multiplicó a punta de abrazos, de tal manera que ni “a lo vivo” y con supuestos aparatos de inteligencia ha sido posible someterlos.

Aún así, ¿merecen la presidenta y García Harfuch un razonable voto de confianza en una tarea tan complicada?

Por supuesto que sí: no hacerlo sería como sepultar la esperanza de que algún día las cosas mejoren, por más colosales que sean los desafíos, y luego porque para eso se “rentó” Claudia Sheinbaum como la mejor opción…a menos que luego se enconche como su antecesor y decida nadar de muertito, mientras el país arde.

Es triste, lamentable y censurable lo ocurrido a los colaboradores de Clara Brugada, y aunque se sabe que ella y la presidenta se mascan, pero no se tragan, no dejan de ser del mismo partido gobernando también la capital del país, por lo cual el caso obliga a que la investigación de los hechos arroje resultados claros y contundentes, como para convencer a los escépticos de que aquí no hay impunidad y sí en cambio, la tan anunciada estrategia de seguridad que no da “palos a lo tonto”.

Por si algo faltara para remachar los dolores de cabeza de la presidenta, escasas horas antes había recibido al nuevo embajador gringo, el ex boina verde Ronald Johnson, que si bien emitió luego una declaración diplomática, sí dejó muy en claro que entre las prioridades de la relación con México, estarán echando por delante la seguridad.

Horas después, casi le tocaba atestiguar su primera tracatera en tierras aztecas, como para ilustrar su primer informe a Washington de que aquí, como lo ha dicho reiteradamente Trump, los que mandan son otros, no el gobierno.

Fue como recibir a una visita con un tiradero en la casa…y luego, patriotas recalcitrantes que somos, no queremos que el güero copetón ande de metiche, husmeando en nuestra basura.