CARRUSEL | ZEDILLO: ENÉSIMO CAPÍTULO DE LA SERIE “LOS DIFERENTES”

Por Víctor Fausto Silva D.

Hay dos reglas no escritas pero muuuuy socorridas por nuestros gobernantes a la hora de escurrir el bulto cuando una papa caliente les quema las manos: una es fabricar cortinas de humo –de preferencia, más estruendosas que el escándalo que originalmente se quiere difuminar- y la otra es crear “comisiones” de investigación en las que todo mundo mete mano, para terminar haciéndose bolas y no llegar a nada.

Y así, hasta el siguiente escándalo…para luego aplicar la misma fórmula.

Tan bien ha funcionado ese recurso marrullero, que no pinta para desaparecer en este sexenio -¡faltaba más, hay que dejar y mejorar lo que sirve!-, porque mientras por todos lados truenan escandalosos casos de corrupción, la aceitada maquinaria ya se echó a andar para minimizarlos comparándolos con otros del pasado. Ooootra vez el espejo retrovisor, pues, para convencernos de que las cosas estaban más podridas antes, como si en vez de soluciones, este país necesitara justificaciones.

Con todo y su estilo magistral para comunicar y embelesar con su retórica, pero sobre todo para repartir culpas, López Obrador no descubrió el hilo negro ni dijo nada que no se supiera cuando exhibió las corruptelas de los gobiernos del PRI o del PRIANato, pero quedó a deber en cuanto a castigarlas.

El tabasqueño armó incluso la faramalla de una consulta nacional para que “el pueblo bueno” decidiera si se castigaba a los expresidentes. Obviamente se votó porque sí…pero de ahí no pasó ni él hizo nada, aunque le sirvió durante meses para mantener desde su púlpito un discurso moralizante con la machacona tonada de que ya se habían ido los espurios, los perversos, los corruptos y habían llegado los buenos, los decentes, los incorruptibles. “No somos iguales”, decía.

El problema es que la realidad es más terca y más machacona que el más elaborado de los discursos, y ahora se ve que terminó heredándole a Claudia Sheinbaum bombas de tiempo que ya le están tronando a la señora.

Y parece que, en vez de resolverlas, la presidenta ya agarró el mismo librito de las justificaciones, el reparto de culpas y la minimización de los yerros comparándolos con antecesores de ¡hace 25 años!, como Ernesto Zedillo, a quien se le ocurrió reaparecer criticando a la señora.

Ahora no sólo le restriegan en la cara el famoso Fobaproa, sino nexos de su esposa con el narco, por supuestas grabaciones filtradas por César Mario Gutiérrez Priego, hijo del general José de Jesús Gutiérrez Rebollo, sentenciado a 40 años de prisión ¡por vínculos con organizaciones criminales!

¿De veras, no pudieron hallar otra fuente más creíble y honorable para echársele encima a Zedillo? ¿Un acusador que por lo mismo está impugnado como candidato a magistrado de la Suprema Corte de Justicia, o ése será precisamente su premio?

Y más allá de que mediática y políticamente quemen en leña verde a Zedillo o a cualquier otro que la critique, la tronazón de escándalos sigue para doña Claudia, pues mientras en Estados Unidos empezaron ya a castigar a involucrados en el multimillonario huachicol de combustibles detectado en aduanas, aquí reina un ominoso silencio.

No ha vuelto a saberse nada, más allá de la remoción -.que no procesamiento penal- de unos cuantos funcionarios, lo que empieza a despedir el inconfundible tufo de la protección y la impunidad.

El mismo tufo que despide el mega trinquete de la compra de medicamentos, en el cual ya se anunciaron sanciones como el veto para las empresas involucradas…pero cero en cuanto a los funcionarios coludidos, que por fuerzas dieron su visto bueno para el manoteo.

El mismo tufo de Segalmex, el de Birmex, el del Insabi, y sígale contando. Otra vez la misma receta de AMLO: se señala la corrupción, pero no a los corruptos, y mucho menos se les castiga.

Eso sí: a Zedillo ya le echaron montón y ooobviamente, se anuncia una “comisión especial” de senadores para destripar el Fobaproa y demostrar que los corruptos de antes eran más gandallas y avorazados que los actuales (porque hay de corruptazos a corruptitos), con el bocón de Fernández Noroña como punta de lanza echándole en cara que es “un cretino”, beneficiario hasta del asesinato de Luis Donaldo Colosio.

No hay medida. Hay que destrozarlo como sea y con lo que sea, porque un escándalo mata a otro escándalo.

Y como ya los gringos declararon que en el negociazo del tráfico de combustibles están coludidos funcionarios de Pemex, habrá que agilizar el juicio sumario para lapidarlo, para demostrarle al mundo y al destrampado Donald Trump que México no es sólo “el país más democrático del mundo” sino también el más justiciero, aunque el sistema siga apestando a podredumbre.

Seguramente, porque ya se lo insinuó la presidenta, el fiscal Alejandro Gertz Manero –“el independiente” al que sacan del sarcófago para declarar lo que al gobierno convenga- tiene lista una batería de ministerios públicos especiales “para llegar hasta las últimas consecuencias”, como demagógicamente se estila y bien merecen casos como éste. Y es capaz de darle prioridad, por encima del cúmulo de asuntos que mantiene irresueltos y llenos de telarañas (Ayotzinapa, Teuchitlán, Culiacán, etc.)

Al pueblo, pan y circo, pues.

Para que se le olvide que no hay medicamentos porque el gobierno ha sido incapaz (¡en siete años!) de armar una red de suministro eficiente, que no hay camas, ni médicos ni materiales suficientes en los hospitales; que la inseguridad sigue a todo lo que da, con masacres, desapariciones y fosas clandestinas por doquier; que la elección de jueces es una vacilada, como lo es la promesa de convertir a México en potencia científica y tecnológica mientras se regalan ¡estufas de leña!; que México no se doblega ante nadie, mientras le hace a Trump el trabajo de chota antimigración y chalán de la DEA y que las ratotas siguen como siempre y tan impunes como siempre, dándose un festín por aquí y por allá.

¿Se tragará alguien el cuento de que Zedillo irá al bote una vez que le pongan al Fobaproa patas pa’rriba, como se lo tragaron algunos pensando que con la captura de Emilio Lozoya encarcelarían a Peña Nieto por la corrupción en Pemex y el caso Odebrecht, que sí tuvo consecuencias hasta de cárcel para gargantones en otros países?

¿De veras irán al fondo, como para que salgan a relucir algunos beneficiarios hoy incrustados en la 4T, como la familia de Altagracia Gómez, asesora empresarial de la presidenta? ¿O de los entonces legisladores de “izquierda” que hoy siguen en el erario y entonces avalaron el rescate bancario, y con él la mega trácala que aún se paga como deuda pública?

Con todo y la famosa “comisión especial” no pasará nada, porque, como antaño, de lo que se trata es de armar mitote, cortinas de humo y distractores, aunque todo remate en la quema de una piñata con el rostro de Zedillo en algún carnaval de pueblo.

Bienvenidos, pues, al enésimo capítulo de la serie “Los diferentes”.