Por: Arturo Soto Munguía
¿Será que en Guaymas terminará aquella maldición atribuida a Plutarco Elías Calles, quien habría dicho que ese puerto estaba condenado para siempre a ser una aldea de pescadores?
No lo sé de cierto, pero lo que es un hecho es que el puerto está en la mira de la actual administración estatal y además del proyecto de modernización de aduanas y la carretera que lo unirá con Chihuahua para darle salida a millones de toneladas de productos mexicanos hacia Europa, Norteamérica y Asia, ayer se anunció una inversión de dos mil cien millones de dólares para la construcción de una planta de licuefacción de gas por parte de la empresa LNG Alliance.
Ayer el gobernador estuvo en Guaymas acompañado de directivos de la empresa que licuará el gas procedente de Texas para enviarlo a India, Japón, Indonesia, Corea y México. Este proceso facilita mucho el transporte ya que al licuarlo, el gas disminuye 600 veces su volumen.
Nada más en su construcción, la planta de licuefacción generará tres mil empleos para la mano de obra regional, y una vez iniciadas las operaciones dará empleo directo a 280 personas y a 400 más en forma indirecta.
LNG Alliance es una empresa que tiene su sede en Singapur y esta inversión se anuncia justo en medio de un debate estridente que tiene como telón de fondo la satanización de la inversión extranjera al calor de un nacionalismo que en la era de la globalización económica pareciera en desuso.
Pero bueno, mientras muchos permanecen enfrascados en el ‘productivo’ debate sobre quién es más traidor a la patria, acá en Sonora se anuncia esta inversión de más de dos mil millones de dólares.
Vamos a ver si los guaymenses no se ponen muy patriotas y para no ser tildados de colaboracionistas del capital internacional, evitan ser contratados porque más vale morir jodidos, pero con la dignidad nacionalista intacta. Ojalá que no.
II
Y en la sección de malas noticias, no terminábamos de asimilar la tragedia que sacudió a Sonora con el infanticidio perpetrado por un joven de apenas 20 años de edad, que asesinó a golpes a Alán, un bebé de dos años de nacido en una colonia popular de Hermosillo, cuando nos llega la noticia, ya entrada la noche, de que la vestimenta del cuerpo encontrado en la cisterna de un hotel en Escobedo, Nuevo León corresponde a la que vestía la joven Debanhi Susana Escobar.
La joven desapareció hace 13 días en un episodio deplorable en el cual fue dejada por sus amigas en un paraje solitario al salir de una fiesta. De acuerdo con las versiones conocidas, sería recogida allí por ‘una persona de confianza’, un operador de taxi de aplicación con el que habría discutido negándose a abordar. Esa persona le tomó una foto que es la que se ha viralizado, donde aparece sola en medio de la noche. Es la última vez que se supo de ella. Hasta anoche.
Trabajadores de un hotel cercano al lugar donde se tomó esa imagen denunciaron la presencia de fétidos olores emanados de la cisterna de un hotel que por cierto ya había sido revisado varias veces por las autoridades investigadoras. Anoche encontraron el cadáver de una mujer y todo parece indicar que se trata de la chica desaparecida.
Los casos de Alán en Sonora y el de Debanhi en Nuevo León son las estampas que documentan la tragedia en un país donde nadie se puede sentir seguro ni siquiera en su propia casa, especialmente las mujeres y los niños, mucho menos en la calle.
Lo que pasa en México es, por lo menos, espeluznante. Les cuento una anécdota que lo ilustra.
En estas vacaciones de Semana Santa viajé con mi esposa a un pintoresco pueblo en la rivera Nayarit. San Pancho, se llama y es una pequeña comunidad llena de turistas nacionales y extranjeros sobre todo en estos días.
Conversando con un lugareño sobre el tema de la seguridad pública, precisamente, me decía con toda naturalidad que allí no pasaba nada. Sobre todo los turistas pueden estar aquí tranquilamente y sin temor porque, como en el cuento de García Márquez, “en este pueblo no hay ladrones”.
Lo decía con certeza y una sonrisa medio torcida en su boca, señalando con sus ojos una ‘pinta’ sobre la pared frente al cafetín donde desayunábamos: “CJNG”, se leía en letras discretas pero no tanto como para pasar desapercibidas.
Y agregaba: “aquí no pasa nada de eso, no roban a los turistas, no hay crímenes porque los que se encargan de la seguridad son los ‘mañosos’; la policía sirve más bien como sus auxiliares”.
El último que se ‘aventó un jale’ (robo) amaneció colgado de un puente. Los ‘mañosos’ cuidan mucho al turismo porque de eso vive este pueblo, apuntaba, con un dejo de amargura.
Esa es la normalidad en ese pueblo, y seguramente en muchos otros. Aberrante y desesperanzador, pero real. Tan real como el Estado fallido. Qué pena. Y qué miedo.
III
Pero como ya es viernes, no se olvide sintonizar a la una de la tarde la 93.3 y la plataforma digital de la Red 93.3 así como la señal de Azteca Tucson porque habrá Mesa de Análisis y estaremos abordando varios temas relacionados con los últimos acontecimientos en el país y en el estado.
Allá nos vemos y nos escuchamos.