Por: Arturo Soto Munguía
La disputa por las plazas explica, pero de ninguna manera justifica la escalada de violencia criminal con la que cerró el año pasado y que continúa en este, sin que haya visos de que baje de tono la estridencia de las balaceras en varias ciudades del estado donde parecen focalizadas las disputas de las bandas criminales.
Cajeme, Guaymas y Caborca son municipios donde el conteo de cadáveres ya forma parte de la cotidianeidad y en la última semana, San Luis Río Colorado aportó una notable cuota de sangre a las masacres.
Cualquier habitante de esas localidades ha hecho suya la narrativa oficial que una y otra vez reconoce que el origen de esa violencia reside en la disputa de los grupos criminales por el control de las plazas.
A fuerza de repetirse, ese argumento hace palidecer el verdadero tema de fondo: si los criminales se están disputando el territorio nacional ¿en qué papel queda el Estado mexicano, constitucionalmente facultado para ejercer su poder sobre ese espacio geográfico?
Hablar de un municipio como Cajeme que no llega al medio millón de habitantes y donde el año pasado cerró con una cifra de 770 asesinatos puede ofrecer una idea clara sobre quien realmente controla el territorio. Pero lo mismo puede decirse del valle de Guaymas-Empalme, la sierra alta y baja o la zona del desierto de Altar.
Apenas van 16 días transcurridos en el primer mes del año y Cajeme ya cuenta 32 asesinatos. En Guaymas, ayer fueron asesinados un policía municipal y un guardia del Cereso que viajaban en un automóvil en céntrica zona del puerto. Desde otro auto un sujeto abrió fuego en su contra, acabando con sus vidas. Más tarde fueron localizados otros dos cuerpos sin vida en el entronque de la carretera a Ortiz y La Misa. Ambos tenían el tiro de gracia.
Ayer mismo en SLRC se registraron cuatro ejecuciones, entre ellas las de dos taxistas. La semana pasada un hombre fue ejecutado en aquella ciudad mientras era acompañado de su hijo menor de edad que resultó gravemente herido.
La forma en que operan los sicarios solo puede ser explicada con una palabra: impunidad. Lo mismo en las calles que en casas o comercios; igual en despoblado, se mueven con entera libertad mientras las autoridades se ocupan de contar casquillos, colocar cintas amarillas, hacer el recuento diario de los muertos y enviar boletines de prensa consignando los hechos y asegurando que se investigan.
Las cifras mueven a la desesperanza y dejan la sensación de que poco o nada se está haciendo para recuperar el control del territorio a partir de estrategias que incluyan labores de inteligencia y operativos efectivos de combate al crimen organizado. Nada parece que vaya a cambiar al menos en el corto plazo.
La política de seguridad que se ha trazado desde el ámbito federal al que corresponden este tipo de delitos no es incorrecta. Sintetizada en ‘abrazos, no balazos’ y ‘becarios sí, sicarios no’, apela a la buena voluntad del pueblo al que también pertenecen los criminales y a la superación de la pobreza extrema, caldo de cultivo propicio para el reclutamiento de jóvenes que, citando a Monsiváis, prefieren vivir unos cuantos meses o años sin las carencias de su condición social, que morir en la miseria, bajo el jacal y sobre el catre en el que murieron sus padres y sus abuelos.
No es una estrategia incorrecta, subráyese, aunque está proyectada para dar resultados en el largo plazo. Pero como dice la conseja popular, en el largo plazo todos vamos a estar muertos.
II
De acuerdo con algunos especialistas hemos llegado al pico de la cuarta ola de la pandemia y en los próximos días comenzará a registrarse una baja en los casos de contagios, lo que de ninguna manera implica bajar la guardia.
Lo que parece ser una buena noticia no lo es tanto considerando lo que se viene en fechas ya muy próximas, a saber: el regreso a clases presenciales y algunos eventos masivos cuya realización está siendo valorada por las autoridades: el Festival Alfonso Ortiz Tirado en Álamos, las Fiestas del Pitic y la Expo-Gan en sus ediciones 2022.
El carnaval de Guaymas ya fue cancelado y los anteriormente citados previsiblemente correrán la misma suerte.
Como ha quedado documentado, esta cuarta ola signada por la presencia de la variante Ómicron de Covid19 pegó fuerte en Sonora y muchos de los que íbamos invictos caímos presa de los contagios. La semana pasada hubo varios días en los que se registraron consecutivamente más de mil casos y en ello tuvo que ver sin duda el relajamiento de los protocolos sanitarios durante las celebraciones de navidad y año nuevo.
Juntar a decenas de miles de parroquianos en festividades como el FAOT, la Expo-Gan o las Fiestas del Pitic no parece ser una buena idea, incluso si se considera que la mayoría de la población ya está vacunada y en esta etapa ya se están comenzando a aplicar los refuerzos a población vulnerable.
Aventarse el tiro de realizar esos eventos es tanto como retar al virus, que ya nos dio una probadita de su gran transmisibilidad. El alcalde de Hermosillo, Antonio Astiazarán y el gobernador Alfonso Durazo ya declararon que están evaluando todas las condiciones para determinar si se llevan a cabo o se cancelan.
Veremos en los próximos días cuál es la decisión que toman. Por lo pronto lo que es un hecho es que este lunes comenzará el regreso a clases presenciales con una serie de recomendaciones y cuidando mucho los protocolos.