Por: Arturo Soto Munguía
El siete de abril de 2005, apenas cinco días después de la desaparición del joven periodista Alfredo Jiménez Mota se organizó una marcha en Hermosillo para exigir su presentación con vida.
Un año antes, el 22 de febrero de 2004, Miriam Denisse Ramos Delgado, otra joven periodista fue asesinada salvajemente en una tienda de ropa de su propiedad ubicada en un centro comercial del norte de Hermosillo. 17 años después, ese crimen sigue impune.
De entonces a la fecha, al menos una decena de periodistas han sido asesinados en Sonora, el más reciente, Ricardo Domínguez López en Guaymas. Tampoco en su caso se ha hecho justicia.
Para aquella marcha del 7 de abril me fue asignada la elaboración de un pronunciamiento que suscribimos más de 150 colegas y al que di lectura en una manifestación frente a la entonces Procuraduría de Justicia.
Un texto que me gustaría compartir esta vez, porque a 16 años de distancia, los reclamos de justicia del gremio no solo han sido desatendidos, sino que han engrosado los expedientes de la impunidad.
Salvo la sinrazón que la engendra, nada es más ominoso que la ‘desaparición’ de un periodista por el ejercicio de su profesión.
Desaparecido. La sola palabra tiene un sonido macabro y suele despertar los miedos que creíamos olvidados entre viejas historias de terror que nadie recuerda con nostalgia porque remiten a un tiempo de salvajes cavernarios.
Para que nadie olvide cómo fue ese pasado, para ahuyentar la tentación de volver a él, los periodistas hemos documentado puntualmente y hasta donde las condiciones lo han permitido, esos horrores: cada caso de tortura, cada desaparición, cada asesinato, cada atentado contra las libertades, los derechos y las garantías constitucionales a través de los años.
Para que nadie olvide, los periodistas seguimos aquí hoy, documentando cada caso de tortura, de desaparición, de asesinato; cada atentado contra la libertad y el derecho, esos dos compañeros de viaje que nos acompañan desde el primer día de vida.
Para documentar la historia, para que no se olvide, para eso servimos los periodistas.
Hoy nos toca reportear la desaparición de uno de los nuestros y el deber profesional nos llama a remover para encontrarlo hasta el último escombro de este presente que a veces se parece a aquel pasado donde la violencia y el terror parieron madres que aún preguntan por sus hijos.
Estamos aquí para escribir la historia y no cometer los mismos errores, como el de creer que desapareciendo a un periodista desaparece la realidad que éste relata.
Siempre, afortunadamente, habrá alguien escribiendo, describiendo lo que sucede cada día, en cada lugar.
Los periodistas esta vez hemos venido a cumplir nuestro trabajo, que es preguntar, Y preguntamos: ¿Dónde está Alfredo Jiménez Mota, reportero?
Hemos venido a preguntar a las autoridades procuradoras de justicia si acaso vieron por aquí a un joven de 25 años, 1.85 metros de estatura, 110 kilos de peso, tez morena y cara redonda.
Periodista, para más señas, que eventualmente venía a recoger información sobre asuntos criminales, concretamente aquellos que relacionan a policías con el crimen organizado.
Queremos preguntar si no han tenido noticias de la libertad de prensa, el derecho a la información y las garantías constitucionales que fueron vistas por última vez el sábado pasado, acompañándolo.
Hemos venido a preguntar a todos si la ausencia física de este periodista es el precio que hay que pagar por escribir el relato de estos días, que lamentablemente no son color de rosa.
Pero esta vez no solo venimos a preguntar.
También llegamos para exigir el inmediato esclarecimiento del caso, el deslinde de responsabilidades, la aplicación de la ley.
A exigir garantías para el desempeño de nuestro trabajo, ocasionalmente molesto para algunos pero siempre imprescindible para todos.
Porque relatar el cotidiano devenir es nuestra aportación a la tarea de construir una realidad mejor, y es valiosa porque sirve para que a esta y posteriores generaciones no se les olvide quiénes, cuándo, cómo, dónde y por qué enfrentaron cada quien los avatares de la historia en el ámbito de sus respectivas responsabilidades.
Hoy por ejemplo estamos aquí para que no se olvide que en Sonora hay un periodista ‘desaparecido’; para que no se olvide que las autoridades tienen la obligación de encontrarlo ya que no tuvieron la voluntad de protegerlo.
Hoy dejamos en el cajón todas las diferencias y llegamos vestidos solo con lo que nos hermana; la exigencia de justicia y de respeto.
Por Alfredo y por Denisse Ramos, por todos, para que no se nos olvide ni uno.
Justicia y respeto.
No más, tampoco menos.
II
Ayer se dio el primer paso para la constitución de la Unidad Estatal de Protección a Personas Defensoras de los Derechos Humanos y Periodistas, al firmar un convenio de coordinación con ese mecanismo que ya opera en el plano federal.
El subsecretario de Gobernación Alejandro Encinas estuvo en Sonora para encabezar junto al gobernador Alfonso Durazo un acto público de reconocimiento de responsabilidad y disculpa de Estado por la desaparición de Alfredo Jiménez Mota, periodista desaparecido hace 16 años sin que hasta la fecha se tenga una respuesta institucional a este doloroso tema. También se comprometieron a reparar el daño a su familia y hasta ponerle su nombre a una calle de Empalme, donde vivía el malogrado colega.
Hubo un evento en Hermosillo y otro en aquella ciudad rielera donde abundaron los pronunciamientos a favor de la libertad de expresión y las garantías para el ejercicio periodístico, así como la voluntad de no repetición de casos como el de Jiménez Mota.
Todo muy bien, salvo el prietito en el arroz del presídium en el salón Gobernadores donde estuvo presente el ex presidente de la CEDH, Raúl Arturo Ramírez, hoy flamante visitador de la CNDH por esos despropósitos que pueblan el sistema político mexicano.
Cualquier discurso a favor de la justicia y los derechos humanos se va por tierra si tienes al lado a un personaje como el oriundo de Navojoa, de triste paso por la CEDH. No abundaremos en el punto, solo recordaremos los casos de Gisela Peraza, trabajadora doméstica de la familia Padrés Dagnino, torturada y encarcelada injustamente. Y el de María Jesús Llamas Coronado, ‘suicidada’ en una celda de la policía estatal de Guaymas en ese mismo sexenio trágico.
III
Habemus presupuesto. Se pusieron las pilas diputadas y diputados de la comisión de Hacienda y los de la comisión de Presupuestos y Asuntos Municipales y aprobaron por unanimidad el paquete fiscal 2022 enviado por el Ejecutivo, así como las iniciativas de leyes de ingresos y presupuesto de egresos para los 72 municipios del estado.
Lo que sigue es la discusión en el pleno donde de ninguna manera se esperan sorpresas y este jueves las y los diputados habrán de desahogar la agenda de este año y podrán irse a disfrutar de unas merecidas vacaciones.
El Estado prevé ingresos y egresos por 66 mil 940 millones de pesos el próximo año.
Cebolla finamente picada
Puntual respuesta tuvo el despacho de ayer por parte del director del ISIE a propósito de la canchita de futbol rápido que se construirá en una escuela de Etchojoa con un consto de 3.4 millones de pesos.
El titular de la dependencia respondió en su cuenta de Twitter poniéndose a la orden para cualquier aclaración.
El pequeño problemilla es que el señor Cuauhtémoc Galindo Delgado ‘colgó’ su respuesta sobre la cuenta de uno de los doce portales que publican esta humilde columna desde San Luis Río Colorado hasta Álamos, pasando por los principales municipios del estado.
Claro, no podría responder en mi cuenta porque el funcionario me tiene bloqueado (no es queja) desde aquellos tiempos en que formaba filas con la ultraderecha que consideraba a Andrés Manuel López Obrador un peligro para México, y mucho antes de que integrara junto a Carlos Ernesto Zatarain la hilarante mancuerna que en la pasada campaña electoral saltó a la pista con renovados bríos ideológicos, que se conoció como ‘Timo y Bobo’ y que resultó indispensable (risas grabadas) para el triunfo de Alfonso Durazo como gobernador del estado.
Por cierto, los partidos que los postularon como candidatos de comparsa, RSP y el PES, así como Fuerza por México ayer perdieron el registro, aunque no la vergüenza y seguramente veremos a sus personeros buscando de nuevo el acceso a las prerrogativas el año que entra.
Pero retomando el tema, frente al presupuesto de más de 66 mil millones de pesos aprobado ayer, es irrelevante fijarse en una canchita de 3.4 millones, aunque esta se construya en uno de los municipios más pobres del estado y donde las prioridades en los planteles escolares seguramente son otras, pero las prioridades y los montos de inversión no los determinamos ni usted ni yo, fiscalizadora lectora, futbolero lector, así que no nos vamos a pelear por esa bicoca.
Por lo demás, solo espero que dios me preste vida para ir a echarme una cascarita en esa cancha, que seguramente quedará de puros peluches.