Arturo Soto Munguia
Salvo el de la toma de protesta, no hay en la liturgia política otro ritual que despliegue tanta parafernalia del poder, que los informes de gobierno en el estilo que rescató el gobernador Alfonso Durazo después de 30 años de suprimidos y reemplazados por protocolos de ley en el Congreso y campañas de difusión previas y posteriores en medios de comunicación.
Lo de ayer fue un poco Déjà vu.
Allá una gran lona con pesada tipografía negra: “GRACIAS SEÑOR GOBERNADOR” que sostienen varios empleados de la Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas; funcionarios públicos refrendando su vocación solidaria con el jefe y su apego a las convicciones y quizás a la nómina.
Más allá un pequeño grupo de ciudadanos que aguanta la resolana septembrina bajo una carpa y frente a una pantalla gigante; dentro del auditorio, representaciones sociales y políticas diversas: desde las etnias sonorenses hasta la representante del presidente de la República, Leticia Ramírez, pasando por los dirigentes nacionales de Morena, el PES y el PT.
Por allí el único exgobernador invitado: Samuel Ocaña a quien Durazo guarda especial afecto y no pudo evitar palabras elogiosas: “Sé que no le gustan los reconocimientos, pero aguante”, le dijo, sonriente.
Diputados federales, funcionarios públicos, alcaldes y alcaldesas pasan lista de presente en las butacas del Auditorio Cívico.
No se vieron, o al menos no desde la ubicación que nos tocó, dirigentes políticos locales de otros partidos que no fueran los aliados de Morena, y de Morena mismo.
Concurrencia festiva y aplaudidora que aguantó batiendo esporádica y entusiastamente las palmas durante las más de dos horas que duró el evento.
Alfonso Durazo rescató la vieja liturgia desde su primer informe y la repitió en el segundo. Después del acto protocolario en el Congreso, se dirigió a pie al Auditorio Cívico -ubicado a un costado de la sede del Poder Legislativo- donde lo esperaba una selecta pero suficiente audiencia en la que destacaban personajes de la política nacional.
II
El último gobernador que llenó el Auditorio Cívico del Estado para sus informes fue Rodolfo Félix Valdez; de allí en fuera, sus sucesores ensayaron otras modalidades -además de la entrega al presidente en turno del Congreso a la que asistían representantes de los otros dos poderes y los funcionarios más cercanos al Ejecutivo- para llevar a la sociedad el mensaje de lo hecho a lo largo de un año.
Hasta antes del segundo informe de Manlio, la legislatura local declaraba el Auditorio Cívico como recinto oficial, sesionaba allí para recibir el informe del gobernador y allí mismo este daba su mensaje. Ese evento se suprimió después, básicamente para evitar desaguisados con diputados de oposición y manifestantes de diversa índole que solían acudir a corear consignas y exponer sus demandas.
Al parecer esa premisa prevaleció durante todos los gobiernos posteriores, hasta el año pasado cuando Alfonso Durazo revivió, ya con una oposición más bien aletargada y organizaciones sociales dóciles, alineadas o de combatividad diezmada. Allí andaban por ejemplo el líder de la Unión de Usuarios, Ignacio Peinado y un pequeño contingente de sindicalistas mineros.
Nada que pudiera alterar el protocolo o poner en aprietos al fuerte operativo de seguridad con vallas metálicas en toda el área desde el Congreso hasta el Auditorio Cívico y cientos de policías estatales y cadetes.
III
Puede decirse que el mensaje de Alfonso Durazo se dividió en tres bloques: una severa crítica ‘al grupo hegemónico que gobernó Sonora durante 30 años y que usaron el poder para enriquecer a unos cuantos’; el recuento de logros y el reconocimiento al presidente López Obrador por los apoyos, y el mensaje político final reivindicando los postulados de la cuarta transformación contenidos en esa especie de mantra que a la letra reza: no robar, no mentir y no traicionar al pueblo y por el bien de todos, primero los pobres.
Mario Delgado y Citlalli Hernández, presidente y secretaria General de Morena; Hugo Flores, dirigente nacional del PES y Alberto Anaya, su homólogo del PT, en primera fila. Leticia Ramírez habla a nombre del presidente y sus palabras elogiosas hacia el gobernador fueron bien correspondidas por este: “yo no decidí que fuera Leticia a quien enviaran, pero si la decisión hubiese sido mía, la hubiera escogido a ella”, dijo Durazo, que en eso de los ritos litúrgicos de la política mexicana ha caminado la milla.
Por eso no se le podía escapar un reconocimiento a Claudia Sheinbaum, virtual candidata de Morena a la presidencia de la República, por sus aportes a los sistemas de digitalización de procesos gubernamentales cuando era jefa del gobierno capitalino. A un tipo con el colmillo tan largo como Durazo no se le podía pasar ese detalle, que la audiencia coronó con un prolongado aplauso y que por cierto llegó rápido a los oídos de doña Claudia, porque más tarde esta subió a su cuenta de Twitter una felicitación que cerró así: “Gran trabajo. Abrazo, gobernador”.
Visión política, creo se llama eso.
IV
Lo que siguió fue la danza de los datos y las cifras; los comparativos entre el antes y el ahora, las proyecciones y las citas del Inegi que hablan de mejoría en casi todos los indicadores económicos; la reducción de la pobreza y el incremento al empleo; el recuento de megaproyectos públicos y privados como la planta fotovoltaica de Puerto Peñasco, las de licuefacción en Guaymas y Puerto Libertad; la relocalización de las vías del ferrocarril en Nogales; la modernización del puerto de Guaymas, los planes de justicia para yaquis, mayos y guarijíos; también para Cananea.
El Plan Sonora de Energía Sostenible, la carretera Guaymas-Chihuahua, la de Bavispe-Agua Prieta y la proyectada desde Bavispe a Nuevo Casas Grandes. El programa de becas a estudiantes desde primaria hasta universidad; el presupuesto social más grande de la historia; los uniformes y desayunos escolares, la obra pública en 19 municipios, en marcha con el crédito de dos mil cien millones de pesos recientemente autorizado por el Congreso como deuda de corto plazo; la reducción de la deuda de largo plazo en más de 700 millones de pesos; los programas federales y el apoyo a la cultura y el deporte, la política de atención a mujeres…
Durazo dejó casi para el final el tema de seguridad pública. Fue el único momento en que una sombra de preocupación cruzó por su rostro. Reconoció que en este rubro es donde más falta por hacer y el principal logro es haber detenido la tendencia a la alza en delitos de alto impacto, lo que no se había logrado desde 2016, de manera que hoy Sonora se encuentra entre los 10 estados con menor incidencia delictiva, de acuerdo con el Inegi.
Nada pues, fuera de lo común para un informe de gobierno en el que siempre la versión oficial integra el relato de los logros y de la esperanza.
Al final, desde luego, el mensaje político: La reiteración de su lealtad y compromiso con la transformación de Sonora y México: “Nos toca a nosotros combatir el atraso de 36 años del periodo neoliberal”, subrayó.