Por Jesús Álvarez
Los ciudadanos cada día están más lejos de los gobernantes, aunque parezca mentira. Entre la violencia en las calles y el olvido de gobernar por parte de los gobernantes, el ciudadano queda expuesto a toda clase de situación negativa, ya sea en la calle o la casa misma, ya no hay lugar en el que se pueda sentir seguro y pleno.
En la columna anterior hacía un llamado a levantar la voz, a exigirle a los gobernantes obras en las comunidades, acciones en pro de los ciudadanos, resultados que sean palpables, medibles, que generen bienestar en cada rincón de nuestro México lindo y querido.
Alguien me decía que no era privativo del actual gobierno y tiene toda la razón. Pero la intención de la columna editorial no era medir al actual gobierno, usar la referencia del número de muertos hoy en día, fue para exclamar un ya basta de simulaciones. Es tiempo de que como ciudadanos exijamos, que no nos callemos.
Los niveles de inseguridad están rebasando a cada autoridad. Por ejemplo, Sonora está ubicado en la sexta posición en homicidios dolosos, posición nada honrosa con 5 mil homicidios por cada 100 mil habitantes, esto con cifras oficiales hasta el mes de agosto. La media nacional es de 3,329 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes.
Y si vamos a la percepción por ciudades, Obregón es la ciudad más insegura del norte con 90.1% de los ciudadanos sintiéndose inseguros de acuerdo al último reporte del INEGI. En Hermosillo el 55.4% de los ciudadanos se sienten inseguros. La media nacional es un 42.5% que es demasiado alto.
Los gobernantes, del color que sean, llevan años simulando que gobiernan, lo único que les importa es ver sus cuentas bancarias crecer, llenarse de poder solo para saciar su ego, sin importarle a costa de qué o de quien crece su patrimonio y su poder. Al mismo tiempo, cada día sabemos más del contubernio entre gobernantes y el crimen organizado.
Es importante, señalar la urgencia de dejar a un lado la polarización entre los ciudadanos, eso no nos sirve como nación, aunque si les sirve a los gobernantes, pero a nadie le ayuda a resolver los problemas de fondo y de forma que aquejan al país. A río revuelto, ganancia de pescadores.
Decía también en la columna previa que los gobernantes están pensando en la siguiente elección, sin acordarse que son eso: gobernantes, que tienen una responsabilidad con sus ciudadanos, los que, se supone son sus jefes, independientemente de si votaron o no por él en la elección. Ellos en lo suyo, buscando otro hueso o liana.
Aquí en el sur del estado, vemos a la diputada Shirley Vázquez deshaciéndose por buscar el siguiente hueso, aunque en el que está solo sirva para levantar el dedo aprobatorio a lo que le dictan desde arriba. Pero no sólo ella, tal parece que es la moda hoy en día, senadores, diputados locales y federales, funcionarios municipales, estatales y federales, todos en campaña olvidando lo primordial: gobernar para el ciudadano.
Incluso, claro ejemplo es lo que está pasando con el presidente en turno que, desde hace un año trae a las corcholatas placeándose por todo el país, sin importar que todas esas corcholatas que se prestan para el juego por el hambre del poder, son funcionarios públicos. Entonces se olvidan de sus gobernados y el dinero del erario sirve para su campaña interna, no para acciones de gobierno en beneficio de la comunidad.
Y precisamente ese es otro tema, se olvidan que una vez votados, electos y con el cargo asumido, ya no son de un partido sino de los ciudadanos de su demarcación. Lo mismo sucede con los legisladores, se les olvida que se deben al pueblo y le deben entregar resultados a los ciudadanos de su distrito electoral. La voracidad con la que se desenvuelven -y que salta a la vista de todos- es nauseabunda, infame.
Como sociedad debemos alzar la voz y exigir cuentas, no soltar a los diputados, senadores, gobernadores o alcaldes. La revolución de ideas es la única manera de salir adelante como sociedad en tiempos tan convulsionados como los que estamos viviendo hoy en día.