EL PUNTO DE NO RETORNO. Y LA BURLA DE DONALD TRUMP

Por: Arturo Soto Munguía
La campaña ‘Traidores a la patria’ marca el punto de no retorno en la de por sí crispada relación del gobierno federal y su partido con el resto de las fuerzas políticas, señaladamente aquellas que echaron abajo la iniciativa de reforma eléctrica, acaso la más importante para el proyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador.

¿Diálogo para qué?, parece ser la pregunta que se hacen desde Palacio Nacional, confiados en los 15 millones de votos que afianzaron como ‘piso’ en la pasada consulta de revocación de mandato.

No es el 82 por ciento de abstencionismo lo que les preocupa, sino impedir que la oposición se haga de los votos suficientes para poner en riesgo, primero las gubernaturas en disputa el próximo 5 de junio, y dos años después la presidencia de la República.

No es casual que la de ‘traidores a la patria’ sea la campaña madre en los seis estados donde se renovarán las gubernaturas y donde según las últimas encuestas, Morena tiene ventaja al menos en cuatro de ellas.

De nuevo la gran apuesta de Morena está en los índices de aprobación del presidente, un paraguas bajo el cual se guarecen sus candidat@s, y el poderoso aparato de Estado para incidir en los resultados electorales, ya con la aplicación de ingentes recursos públicos, ya con el activismo desinhibido de todos sus funcionarios, ya con el sistemático denuesto a las autoridades electorales.

¿Diálogo para qué? Por ningún lado se atisba alguna voluntad de acercamiento con la oposición y antes bien, lo que queda clara es la intención de dinamitar ruidosamente todos los puentes, atrincherándose en posiciones irreductibles, y aquí cabe incluso la cancelación del encuentro con ambientalistas que cuestionan las obras del tren maya.

Ni siquiera la eventualidad de que sean aprobadas las siguientes dos reformas constitucionales que el presidente tiene en su agenda parece interesarle. Una, la reforma electoral y la otra, relativa a la adhesión de la Guardia Nacional a la Sedena. Ambas requieren una mayoría calificada en el Congreso, que el presidente no tiene y que podría lograr con un cabildeo adecuado.

Pero los puentes están rotos y después del rechazo a la reforma eléctrica y la posterior campaña contra quienes votaron en su contra, no hay indicios de que alguien quiera repararlos. Voces como las de Ricardo Monreal y Porfirio Muñoz Ledo llamando a restablecer el diálogo son inaudibles, un murmullo perdido en el desierto.

La no aprobación de las iniciativas antes citadas parece ser, como en el caso de la reforma eléctrica, el mal menor, si ello les permite afianzar su narrativa de blanco y negro y traducirla en los triunfos electorales que allanen el camino de la continuidad hacia el 2024.

Qué tan arriesgada es esta apuesta solo se sabrá después de las elecciones estatales del 5 de junio, porque tampoco se debe subestimar el punto de encuentro que para la oposición significó el tema de la reforma eléctrica, un camino de unidad que en 2021 le arrebató a Morena la mitad de su plaza principal, la ciudad de México y consiguió romper la mayoría calificada que con sus aliados tenía en la Cámara después de la elección 2018.

Uno de los principales ideólogos de Morena, John Ackerman sostiene, con razón, que si no hubiesen perdido más de 50 curules en 2021, la reforma eléctrica (y cualquier otra) habrían sido aprobadas sin mayor trámite. Culpa, por cierto, al dirigente nacional Mario Delgado de esas derrotas, lo que agrega un componente de confrontación interna que podría afectar a su partido en lo sucesivo, pero esa es otra historia.

Lo que es un hecho es que estamos ante una escalada de violencia verbal y de choque frontal que no tiene punto de retorno y se mantendrá al menos hasta la elección de 2024, con impredecibles consecuencias.

II

El próximo 9 de junio el presidente de México asistirá a Los Ángeles, California para participar en la Cumbre de las Américas organizada por el gobierno de Estados Unidos y cuya agenda tiene como punto principal la búsqueda de un pacto regional sobre migración.

Todo iba muy bien en la organización de este encuentro, hasta que llegó el tío borracho tirando las mesas y pateando al perro, lo que sin duda ensombreció la fiesta.

Ayer, el expresidente de EEUU, Donald Trump hizo revelaciones escandalosas, más que por el contenido, por las formas, acerca del encuentro que sostuvo con el canciller mexicano Marcelo Ebrard y con el propio presidente López Obrador donde los obligó a aceptar sus condiciones amenazando con arancelar las exportaciones mexicanas si no frenaban la migración.

Trump, que tampoco se caracteriza por su vocación diplomática participó en un mitin de su partido, el republicano y allí cuestionó a su sucesor Joe Biden por sus posiciones ambiguas en el tema de migración.

“Nunca he visto a nadie doblarse así. Entró (a mi oficina) y (el representante de México) se ríe de mí cuando le digo: ‘Necesitamos 28 mil soldados en la frontera, gratis’. Él me miró y me dijo algo como ‘¿(Desplegar soldados) gratis?’ ‘¿Por qué haríamos eso en México?’ Le dije: ‘necesitamos algo llamado ‘Quédate en México’”, recordó Trump.

Del mismo modo, el estadounidense dijo que el mandatario mexicano comentó “no consideraremos hacer eso”, a lo que Trump le respondió: “Soy el presidente de EU, no puedes ordenarme”.

Trump añadió que amenazó con implementar el 25 por ciento de aranceles a todas las importaciones mexicanas si AMLO no desplegaba los soldados.

“Después de eso (él) me miró y me dijo: ‘¡Señor: sería un honor tener 28 mil soldados en la frontera! ¡Sería un honor tener ‘Quédate en el Maldito México’! ¡Queremos tener ‘Quédate en México!’”, relató Trump durante el mitin en Ohio en la víspera.

Finalmente, Trump declaró que “el presidente (de México) es un tipo muy bueno, que me gusta mucho, es un socialista, pero me gusta, es uno de los socialistas que me gustan”.

Trump no dijo algo que no se supiera. Pero el tono en que lo dijo sin duda provocará reacciones en México y seguramente en su mañanera de hoy, AMLO dará una respuesta que debería ser a la altura del nacionalismo acendrado de sus convicciones, aunque se sabe que no hay loco que coma lumbre.

Así como no es un secreto que el gobierno norteamericano ‘dobló’ al presidente mexicano en el tema de la migración, también se sabe que en el rechazo a la reforma eléctrica operaron los poderes reales y fácticos de EEUU y en buena medida de allí se origina la narrativa contra los ‘traidores a la patria’.

Pero que Trump exhiba a AMLO como un presidente que se dobla ante el imperio debe calar hondo en el orgullo del tabasqueño y desde luego entre sus huestes.

Veamos cómo viene la respuesta, pero de entrada es claro que el escarnio del expresidente norteamericano no es la mejor alfombra que le pudieron haber tendido al presidente mexicano para su llegada a la Cumbre de las Américas.

Esto se pondrá bueno.