Por: Arturo Soto Munguía
Sería quizás en la década de los 90 o en la siguiente cuando en Hermosillo se comenzó a hablar de la necesidad de una planeación de la ciudad a largo plazo.
Varios grupos empresariales, en diferentes momentos y en coordinación con autoridades municipales presentaron planes que en aquel entonces hablaban del año 2020 con un aire de futurismo, pensando en una capital de crecimiento ordenado, con servicios públicos eficientes y desde una perspectiva sustentable.
El planteamiento central solía estar relacionado con los virajes en programas y acciones de gobierno que cambiaban o se eliminaban y nacían otros cada trienio, a contentillo de quien encabezara cada administración, aun tratándose de personajes emanados de un mismo partido político.
El futuro ya nos alcanzó y los resultados de una planeación reinventada cada tres años no han sido los mejores.
Por razones que tienen que ver más con el interés pecuniario de gobernantes y empresarios -sobre todo de la construcción y los bienes raíces-, que con las necesidades de una ciudad en la que vive (y convive) una sociedad diversa, plural, heterogénea en sus características socioeconómicas y culturales, el desarrollo de Hermosillo ha sido más bien desordenado, por decirlo de un modo amable.
Hoy el tema se ha vuelto a poner sobre la mesa, pero ya no como una proyección sobre las buenas intenciones, o en el peor de los casos, sobre las expectativas particulares de grupos político-empresariales que, para decirlo sin rebuscamientos, se han forrado de lana a lo largo de los años en aras del inmediatismo, las ocurrencias y la rápida multiplicación de las ganancias y el ‘bisnes’.
Por primera vez se elaboró una agenda de largo plazo para garantizar el desarrollo económico y social del municipio para los próximos 12 años. La agenda 2022-2033 fue aprobada ayer por unanimidad en el cabildo hermosillense y es producto del trabajo de un subcomité técnico especializado del Comité de Planeación Municipal en el que participan expert@s en temas sociales, medio ambiente, financieros, económicos y de gobernanza.
Como dato, Hermosillo es la primera ciudad en el país que cuenta con un proyecto de esta índole, con indicadores y metas específicas relacionadas con las prioridades de esta capital: el desarrollo económico y social, continuo y sistemático del municipio, así como el bienestar de sus habitantes, en forma sostenida y sustentable, de acuerdo con el documento al que tuvo acceso esta columna y que en breve abordaremos con más detalle.
Otro dato muy poco conocido es que la Ley de Planeación del Estado de Sonora establece la obligación a los ayuntamientos, de definir una agenda de largo plazo que contenga esos temas, pero hasta donde se sabe no hay otro cabildo que la haya aprobado. Vaya, ni siquiera se conocen trabajos en ese sentido en otros municipios.
Hay, en el subcomité técnico citado, especialistas en administración pública como María de Lourdes Ramos Loyo; dirigentes de organizaciones civiles como ‘Hermosillo cómo vamos’, representada por Ernesto Urbina Miranda. También académicos de reconocido prestigio como Jorge Inés León Balderrama, investigador del CIAD y Karla Mercedes López Montes, académica de la Unison, entre otros.
Esto es resultado de una de las primeras acciones del alcalde Antonio Astiazarán Gutiérrez, que en noviembre del año pasado, apenas dos meses después de rendir protesta instaló el Coplam bajo la premisa de construir alianzas con los gobiernos estatal y federal, lo mismo que con la sociedad civil organizada.
Desde entonces presentó algunos ejes rectores del desarrollo, como reducir la discrecionalidad del gobierno, transparentar y digitalizar trámites, comprometerse con la mejora regulatoria, estableciendo prioridades en las inversiones para infraestructura, agua potable y seguridad.
No sé si la escéptica lectora, el desconfiado lector coincidan, pero algo se está moviendo en Hermosillo. En un contexto nacional donde el flujo de recursos para equipamiento e infraestructura no es la principal característica, la capital ha sido la única ciudad en el estado donde se han entregado motopatrullas (eléctricas, por cierto) y hay planes para adquirir una flota de automóviles con esa misma tecnología para fortalecer la seguridad pública. En la ciudad comienza a notarse el bacheo y la limpieza de camellones y canales, que estaban abandonados.
Ahora ya hay un plan de desarrollo con proyección hasta el año 2033. Si uno voltea hacia otros municipios, señaladamente los más poblados como Cajeme, Nogales, San Luis Río Colorado o Guaymas por citar algunos verá que nada de esto está sucediendo. Ahora hay que estar pendientes de las metas proyectadas y el seguimiento para alcanzarlas.
II
Y para cerrar la semana con ánimo positivo, no es menos importante el anuncio que hizo ayer el gobernador Alfonso Durazo al fijarse como meta para el final de su sexenio lograr la gratuidad de la educación superior en las escuelas públicas del estado.
Por lo pronto se comprometió a aumentar en 25 por ciento el fondo de becas para el próximo año, pero ese sería solo el primer paso de un plan para que al finalizar su administración se alcance la gratuidad de los estudios en las universidades públicas: que no haya costos de inscripción, cuotas de permanencia, cuotas de laboratorio, entre otras cosas.
El anuncio lo hizo en la Universidad Tecnológica de Hermosillo a donde acudió acompañado del secretario de Educación, Aarón Grajeda para entregar equipo para el procesamiento de minerales a los estudiantes de Minería.
El gobernador ha sido reiterativo en su convicción de que la educación es el gran equilibrador de las condiciones sociales y en ese sentido fueron los anuncios hechos ayer