Por: Arturo Soto Munguia @ElZancudoNews
Ayer quedó vinculado a proceso y en prisión preventiva la primera persona procesada por el delito de violación a la intimidad sexual en Sonora.
La Fiscalía estatal difundió la imagen del presunto, a quien según el código penal le podrían imponer una pena de cuatro a seis años de cárcel. Su rostro es tan trivial que cualquiera lo pudo haber encontrado en la calle y jamás sospecharía el perverso hobbie que practicaba con inusual denuedo.
Porque no fue una ni dos, sino tres jóvenes con las que el imputado, de 26 años, convivió durante su paso por la secundaria, lo que de alguna manera aprovechó para acceder a las fotografías que luego compartía con otros usuarios en un sitio exclusivo para hombres donde hay imágenes de contenido sexual de mujeres de Hermosillo y Ciudad Obregón.
Un sitio donde una de las afectadas, tras ser enterada por un tercero sobre la existencia de sus fotografías en ese sitio y haciéndose pasar por hombre, descubrió ‘packs’ de sus otras dos amigas y de 18 mujeres más a las que logró identificar y que aún no han puesto denuncia.
La información oficial es ambigua, pero habla de que ‘algunas’ fotografías -de contenido sexual explícito-, fueron alteradas digitalmente superponiendo el rostro de las muchachas en cuerpos de otras mujeres, pero es dable suponer que otras no; es decir, que por alguna razón fueron obtenidas mediante algún tipo de consentimiento y aquí es donde volvemos con la trivialidad del sujeto en cuestión.
Tratando de no prejuzgar y asumiendo que los estándares de belleza son discrecionales y personalísimos, el muchacho no parece ser el tipo a cuyos pies caigan rendidas las mujeres; lana no se ve que tenga, así que debe poseer otros atributos, quizás una labia mareadora con la que conseguía convencer a las muchachas de darle acceso a las galas de su impoluta doncellez, sin saber que luego serían exhibidas como lo hizo.
El punto tiene sentido porque, insisto, tendría que servir como advertencia para todos y todas ante una práctica que evidentemente está más extendida de lo que cualquiera pueda imaginar, y la persona menos pensada podría aprovecharse de la confianza de las chicas, como al parecer sucedió en este caso y en todos los que salieron a la luz a raíz de las investigaciones de los sabuesos cibernéticos de la fiscalía, que derivaron en una orden de cateo en la que encontraron los indicios que hoy tienen al sujeto en prisión preventiva.
II
Ahora imaginemos, expuesta lectora, calenturiento lector, que los sabuesos de la fiscalía llegaran al sitio del cateo y el presunto, acompañado de una banda de traficantes de pornografía los recibieran a punta de balazos y los hicieran poner pies en polvorosa, dejando para después la aplicación de la justicia.
Se vería muy mal y sentaría un pésimo precedente de impunidad y doblegamiento de las instituciones, ¿verdad?
Pues guardando las proporciones, eso sucedió en el poblado de Nueva Italia, Michoacán, donde un grupo de fascinerosos presuntamente ligados al cártel Jalisco Nueva Generación hicieron huir despavoridos a un grupo de soldados que al día siguiente recibieron el reconocimiento del mismísimo presidente de la República por haber escapado a toda velocidad, perseguidos por los presuntos delincuentes, bajo el argumento de que ya no es como antes y este gobierno respeta los derechos humanos de los integrantes del crimen organizado porque también son personas.
Al modo, el presidente intentó convencer de que al evitar el enfrentamiento de los militares con los presuntos delincuentes, que tienen ‘tomada’ esa y otras poblaciones no solo en Michoacán sino en varios estados de la República, se evitó a su vez el derramamiento de sangre y la muerte de civiles (y quizás de soldados).
Un argumento muy parecido para justificar la liberación de Ovidio Guzmán, el hijo del famoso narcotraficante preso en Estados Unidos, Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán Loera, a cuya madre saludó cordialmente unos meses después, explicando que se trata de una persona adulta mayor que merece un trato respetuoso.
Al presidente no le falta razón en sus argumentos, pero parece hacer abstracción de lo que está sucediendo en el país. Si su política de inclusión y salvaguarda de los derechos humanos de la delincuencia organizada tiene como finalidad evitar muertes y derramamiento de sangre, a todas luces no está funcionando.
Con más de cien mil asesinatos por las balas del narco en lo que va de su gobierno -incluyendo civiles no relacionados con actividades criminales-, el territorio nacional está regado de sangre y sembrado de muertos.
Cierto que incluso los delincuentes tienen derechos humanos, pero estos deberían ser respetados cuando son detenidos y procesados, no usados como escudo para permitirles que vayan por pueblos y ciudades masacrando cristianos. Los derechos humanos son un abanico muy amplio en el que sin embargo, no se incluye la impunidad, hasta donde se sabe.
Con ser un tema serio, polémico, el de los derechos humanos de los delincuentes no es el único que dejó al descubierto el episodio en Nueva Italia (que por cierto no es el primero ni, por lo visto, será el último).
Se trata de algo no menos grave y que tiene que ver con el control del territorio, definido como un elemento del Estado mexicano, el ámbito espacial de la validez del orden jurídico y sobre el cual el ente estatal ejerce su poder.
Lo que vimos en el episodio de Nueva Italia, y que hemos visto en muchas otras poblaciones es desgraciadamente la cesión del territorio al crimen organizado. Hay un informe de la inteligencia norteamericana que calcula en dos terceras partes del territorio nacional mexicano, el espacio donde es el crimen organizado y no el Estado quien establece su ley y sus condiciones.
Eso sí es verdaderamente grave y el presidente parece desestimarlo. Terrible.