Por: Arturo Soto Munguía
No es la primera vez que alguien aventure la posibilidad de que Luis Donaldo Colosio Riojas sea candidato presidencial, pero es la primera vez que una encuesta lo ubica en un empate técnico con Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, los dos tapados que en la víspera, flanquearon al presidente Andrés Manuel López Obrador en su mitin (no informe) en el zócalo capitalino.
Descalificar el ejercicio demoscópico por tener origen en ese que desde la perspectiva presidencial es un pasquín inmundo y reducto del conservadurismo neoliberal, es el recurso más facilón y yesca seca para que arda la pradera de la negación a ultranza y la soberbia triunfalista.
Las cosas sin embargo, no son tan sencillas. Antes bien, encierran un alto grado de complejidad como solo puede apreciarse en una sucesión presidencial aparentemente lejana pero definitivamente anticipada por el banderazo del propio AMLO que adelantó el juego del ‘tapado’ mucho antes de los tiempos que tradicionalmente jugaban los presidentes.
Primero, es claro que la oposición sigue dispersa, fragmentada, errática y desprovista de un liderazgo que se acerque siquiera a la posibilidad de competirle a Morena en 2024, sea quien sea la candidata o el candidato del presidente.
Ya estamos en edad, creo, de tomar distancia de los eufemismos y asumir que quien abandere a Morena y sus aliados en la contienda presidencial venidera no surgirá del pueblo ni de las encuestas ni de alguna elección interna, sino de lo que diga el dedito del otoñal, casi invernal patriarca.
Segundo, el hijo del malogrado candidato sonorense ni siquiera ha manifestado su intención de contender por la presidencia, pero en caso de que lo hiciera, entre eso y la posibilidad de que sucediera hay un largo y muy escarpado camino de negociaciones desde el partido en el que milita, Movimiento Ciudadano que en los anteriores dos procesos electorales ha decidido caminar solo, sin el PRI, el PAN y el PRD a los que considera una pesada carga negativa.
Tercero, Movimento Ciudadano y el mismo Colosio Riojas están lejos, pero muy lejos de encarnar un movimiento cívico-político y un liderazgo como el que la izquierda mexicana fue construyendo durante más de cincuenta años y que en una coyuntura muy específica, López Obrador tuvo la astucia de recoger, replantear alianzas, persistir y coronar con la victoria de 2018.
Pensar en el primogénito de Luis Donaldo Colosio Murrieta como un candidato que aglutine al antiobradorismo tendría que pasar por el filtro de otro ex priista como Dante Delgado Rannauro bajo cuyo liderazgo de facto, Movimiento Ciudadano ya gobierna los estados de Jalisco y Nuevo León, amén de un buen número de capitales estatales y aún más municipios.
MC es una fuerza político-electoral que está en condiciones de imponer condiciones en una eventual alianza con partidos no solo desgastados, sino carentes de figuras acreditadas, con suficiente autoridad moral y política como para entrar a una campaña donde inevitablemente tendrían que hacer milagros para evitar que les pisen su larguísima cola.
Pensar en Ricardo Anaya, del PAN; Guadalupe Acosta Naranjo o cualquier otro del PRD y ya poniéndose muy sarcástico, Alfredo del Mazo por el PRI, no pasa de ser un mal chiste, como lo es el llamado Frente Cívico Nacional. Hasta Fernández Noroña les pondría una pela.
Ahora bien, no hay ingenuidad en la encuesta de Reforma. Ese diario es, a no dudarlo, reducto y trinchera de poderosos grupos que detentaron y/o se beneficiaron del poder y que lo siguen haciendo pero no están suficientemente conformes con los términos y condiciones en que lo hacen. Eso de ir a Palacio Nacional a comer tamales de chipilín para que les enjareten boletos de la rifa de un avión que terminó siendo otro acto de prestidigitación mediática está bien, pero es muy de kermesse de kínder.
Y bueno, esto estaría a todo dar para un momento de relax en preescolar, pero no para una ‘empresa’ como el gobierno mexicano que maneja más de siete billones de pesos al año. Billones, sí, siete millones de millones de pesos. De ese tamaño es la disputa.
Nada es casualidad.
Hace unos días el presidente se reunió con esos capitanes del dinero. Antier en el zócalo, AMLO se posicionó por primera vez a la izquierda, lo que regocijó mucho al ala dura de Morena, que mascan pero no tragan al priismo, al panismo, al oportunismo de derecha y pseudoizquierda y se les atraganta la idea de ofrendar a los militares la sangre de los muertos en la ‘guerra sucia’ pero tienen que hacer mutis y hasta reventarse las palmas de las manos en los aplausos cuando escuchan que ahora sí el ejército es del pueblo.
Pues hay noticias. La oposición también está tomando el pulso de esa insistencia presidencial en partir al país en dos y se ha sacado de la manga al joven Colosio Riojas, que alguna vez juró jamás participar en política pero ahora es alcalde de Monterrey y quizás pudo ser gobernador de Nuevo León, pero esa es otra historia.
(Algún día les contaré los avatares del viaje que hice a Magdalena para cubrir el sepelio de Luis Donaldo Colosio Murrieta y la imagen que guardo de su hijo en el regazo luctuoso de su madre).
El punto es que aquel niño ojeroso y desesperanzado, hoy aparece en una encuesta como posible candidato presidencial, muy cerca de Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard.
Y aparece justo a la mitad del sexenio de López Obrador, que por iniciativa propia adelantó los tiempos de la sucesión.
Claudia y Marcelo parecen ir por caminos despejados, salvo en la recta final, donde habrá que decidir por una o por otro.
Al joven Colosio Riojas ya lo metieron, con su consentimiento o sin él, al baile.
Hay tres años para que la mercadotecnia política haga lo suyo.
Y en medio de todas esas opciones, pues que Dios nos agarre confesados mientras posponemos indefinidamente el sueño de vivir en Dinamarca.