Por Arturo Soto Munguía
Duro y a la cabeza se lanzó Rogelio Díaz Brown, el dirigente estatal del PRI contra quienes abandonaron ese partido “les entregó todo, los formó y los privilegió con posiciones”, a quienes no llamó por sus nombres pero definió como “personajes que sin ningún decoro y vergüenza se fueron por la puerta de atrás, asegurando que ya no compartían los valores del PRI”.
Esto sucedió el sábado pasado, durante la sesión del Consejo Político Estatal del PRI donde el cajemense fue ratificado en el cargo por el pleno de la sesión y por el dirigente nacional Alito Moreno.
Al auditorio Plutarco Elías Calles de la sede estatal del tricolor llegaron las ‘fuerzas vivas’, esas que siempre están allí para refrendar su vocación militante desde la colonia popular o el área rural (aunque a veces aparezcan en otros foros para rellenar escenografías) y también llegaron los que siempre están allí para probar que la rueda de la historia sigue girando y sus nombres siguen siendo referencias de esa historia, buena o mala, pero siempre presente.
Samuel Ocaña García y Armando López Nogales, los únicos dos exgobernadores presentes; Jesús Enríquez Burgos y Horacio Valenzuela, lampareadísimas liebres de mil cacerías; Julián Luzanilla, Roberto Sánchez Cerezo, Javier Hernández Armenta, Víctor Hugo Celaya, Jesús Rosario Rodríguez Quiñónez, Guillermo Hopkins Gámez y Gloria Galindo Salazar. Una colección especial para quienes gustan de otear el pasado.
Y para quienes les late más el pasado reciente, casi pegado con el presente, también estaban allí Lupita Soto Holguín, por seis años asistente personal de la gobernadora Claudia Pavlovich, y su tocaya Lupita Olvera, con varios cargos en esa administración.
Faltaron varios, desde luego. Sobre todo hay que mencionar a quienes buscaron la dirigencia estatal que el sábado fue ratificada por el dirigente nacional Alejandro Moreno Cárdenas en un enlace por Zoom: Humberto Robles Pompa, David Palafox, Pedro Ángel Contreras y, claro, Zaira Fernández y Pascual Soto.
A estos últimos y a otros como las y el diputado que dejaron al PRI sin representación en el Congreso local se refirió Díaz Brown con singular vehemencia: “Además de la falta de honradez, se manifiesta la ingratitud, lo decimos con la convicción de muchos priistas ofendidos por el engaño y la falta de coherencia (…) pretendieron dejar un partido lastimado, pero no lo lograron, el PRI en Sonora es una institución sólida y con orgullo, expuso.
“Hago un llamado a superar las diferencias que algunos compañeros de partido han expresado públicamente y que por alguna extraña razón no quieren buscar los canales formales del partido para venir a intercambiar nuestra visión y debatir los proyectos que pensamos para Sonora”, dijo, en obvia alusión a Zaira Fernández y Pascual Soto, los llamados priistas inconformes.
Fuerte, el mensaje del dirigente priista. Tan fuerte, que desde el otro lado habrá respuesta pronto y así, hasta que hagan las valoraciones que los pongan en la disyuntiva de marchar en la búsqueda de la recuperación del poder, o resignarse a invertir los papeles y convertirse en, digamos, el PPS del PRI que conocimos hace algunas décadas.
Esta historia continuará.
II
Buenas noticias llegan desde la vieja Casa Hoeffer que, como consignamos aquí hace algunos días, había sido objeto de una especie de rapiña por parte de las autoridades del Instituto Sonorense de Cultura que, apelando al comodato en que les fue dado ese edificio por parte del gobierno del estado llegaron invadiendo espacios, desplazando al personal de la vieja Casa Hoeffer, ninguneando espacios museográficos y mandando al personal de Culturas Populares a trabajar en las salas destinadas a museos.
Pues bien, el viernes pasado llegó al menos un vehículo del ISC para la mudanza de la Coordinación de Información Cultural, personal que había ocupado las oficinas de la planta alta, a donde regresará el personal de Culturas Populares, como en justicia corresponde.
A ese espacio llegó Jesús Antonio Madrid del Río (el nombre les debe resultar conocido porque es un joven que está construyendo su carrera en el mundo cultural desde hace años, y nomás como referencia es hijo de la secretaria de Seguridad en el gobierno estatal, María Dolores del Río), como encargado de eventos en la Plaza Bicentenario y en la mismísima Casa Hoeffer.
El joven Madrid llegó con un plan conciliador y no impositivo hacia el personal de Culturas Populares, con ganas de trabajar de manera coordinada, lo cual es una buena noticia porque en el ISC y en Culturas Populares hay talento, capacidad y voluntad de coexistir en causas comunes, tomando distancia de fatuas egolatrías y frágiles empoderamientos.