Por: Arturo Soto Munguía
Mientras se define si es legal o no la promoción de la obra de gobierno en tiempos de veda electoral por la ya cercana consulta de revocación de mandato, ayer no se habló de otra cosa en todo México que del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles.
Punto para el presidente, porque le permitió difuminar de la agenda pública nacional otros temas incluido el de la ‘Casa gris’ y sobre todo, el de la guerra fratricida que se está dando en el primer círculo del mandatario con Julio Scherer Ibarra, Alejandro Gertz Manero y Olga Sánchez Cordero como principales protagonistas, pero no los únicos.
Cómo se haya hablado del aeropuerto, es otro tema, pero de acuerdo con la socorrida máxima de los diletantes de la mercadología política, lo importante es que se hable, aunque sea bien.
Y digo aunque sea, porque la evidencia empírica indica que la narrativa sobre la inauguración de esta polémica obra tuvo más negativos que positivos sobre todo en redes sociales y medios de comunicación tradicionales. Sin embargo hay que hacer un apunte interesante.
Se debe reconocer que en materia de propaganda, cortinas de humo y posicionamiento de temas, la 4T le volvió a ganar la partida a la oposición, que de tan predecible a veces peca de una ingenuidad boba.
Bastó con colocar por allí a una vendedora de tlayudas haciendo su agosto, un puesto de taquitos al pastor y vendedoras ambulantes con sus chácharas exhibidas sobre una manta en el piso para desatar un tropel en redes sociales, un solo alarido con la condena: “¡Se los dijimos, esto se parece más a una estación del metro, a una central camionera!”, “¡Llevaron acarreados, gente que en su pobre vida jamás se subirá a un avión!”.
Algún día, la oposición se dará cuenta que esa narrativa trasluce clasismo, discriminación y exclusión, justamente los elementos con los que sistemáticamente el discurso oficial etiqueta y define a ‘quienes perdieron sus privilegios y por eso están contra el gobierno’. Un discurso que hasta ahora le ha arrojado buenos dividendos al presidente para reforzar su propia narrativa resumida en un eslogan: ‘primero los pobres’.
Al poder en turno siempre le convendrá más una oposición entretenida en la elaboración de memes, que ocupada en los temas de fondo que en el caso de esta obra tienen que ver con un aeropuerto inconcluso y por tanto, imposibilitado para funcionar más allá de los movimientos estrictamente necesarios para el montaje escenográfico.
De acuerdo con quienes han seguido de cerca el tema y con conocimiento del mismo, la pista norte no está terminada; tampoco la llamada ciudad aeroportuaria, ni la terminal de carga internacional, ni el hotel donde el propio presidente no pudo hospedarse, ni el área de servicios aeroportuarios, ni el tren proyectado para ser un importante medio para llegar al aeropuerto.
O del hecho cierto, incontrovertible de que en medio de la veda electoral que impide la promoción de obras gubernamentales, no se haya hablado de otra cosa que de esta, que es precisamente una obra gubernamental.
Sí. La cámara de diputados y la de senadores aprobaron la semana pasada un decreto para permitir a los funcionarios públicos hablar de esas obras, haciendo a un lado las disposiciones legales en la materia que lo impiden.
La sala especializada del TEPJF sin embargo, consideró días después que ese decreto no es aplicable para el proceso de revocación de mandato ni para los procesos electorales estatales que se llevarán a cabo en junio, pues ese tipo de modificaciones, de acuerdo con la Constitución deben aprobarse y publicarse al menos 90 días antes de los comicios.
En lo que se define este litigio, todos, no solo el gobierno, estamos hablando del aeropuerto.
Al presidente le basta con plantarse a la mitad del foro, arengar de nuevo contra conservadores y neoliberales; hablar a nombre del pueblo y sacar su catálogo de socarronerías que ayer incluyeron en varias menciones a Chumel Torres (¡A Chumel Torres!), para desatar la ira opositora capaz de generar los más despiadados memes para poner a temblar al régimen. Pero no más.
II
Y a propósito de la oposición, ayer le sumó una más a las preocupaciones presidenciales, además de los memes.
El dirigente nacional del PAN, Marko Cortés y el diputado Santiago Creel Miranda anunciaron que, cansados de esperar a ser llamados por el gobierno federal a las mesas de diálogo pactadas en diciembre pasado, dan por concluido dicho diálogo que en realidad apenas llegó a establecer una agenda temática que jamás fue abordada.
Recordarán que el artífice de estos primeros acercamientos (en el cuarto año) del gobierno con la oposición fue Adán Augusto López, el nuevo secretario de Gobernación que por lo visto, se encuentra más ocupado por estos días en arreglar la rebambaramba que traen en el primer círculo del poder.
Se suponía que esas mesas eran para discutir temas como democracia, Estado de derecho, seguridad pública, narcotráfico, reforma eléctrica, salud, reforma electoral, medio ambiente, entre otros.
Es claro que el presidente está suficientemente confiado de su popularidad, y convencido de que no necesita a la oposición más que para agarrarla de ‘punching bag’ en las mañaneras.
De ese tamaño la autosuficiencia presidencial, que no correspondería con lo que declaró Santiago Creel ayer en una entrevista de radio en la que sostuvo que durante el proceso electoral pasado la oposición unida obtuvo más votos que Morena.
El presidente, obviamente tiene otros datos rumbo a la revocación de mandato, las elecciones estatales y la sucesión 2024. Si no fuera así, el más interesado en abrir las vías del diálogo sería él mismo. Y eso no está sucediendo.