EL ZANCUDO | FRANCISCO ACUÑA MÉNDEZ: ¿EL TAPADO?

por Arturo Soto Munguía

La gran apuesta sexenal del gobernador Alfonso Durazo es, a no dudarlo, el Plan Sonora de Energía Sostenible.

En un contexto donde el grueso de los recursos públicos para inversión en obra pública y proyectos de desarrollo están centralizados en el gobierno federal que suele llevarse todos los créditos, el Plan Sonora nació aquí y el concepto se ha desarrollado de tal manera que fue el propio gobierno federal el que hubo de retomarlo para replicarlo en otras entidades dándole alcances nacionales e internacionales.

El crédito desde luego es para el gobernador Alfonso Durazo que supo ‘venderlo’ bien a un presidente que no solamente no traía en el radar un proyecto de esa envergadura y con esa vocación de aprovechamiento de las energías limpias, sino que incluso había recibido críticas por su predilección por las energías fósiles, señaladamente el carbón y el petróleo. Que no son una mala opción, pero difícilmente se inscribirían en la tendencia mundial por la agenda verde y el compromiso con el medio ambiente y contra el cambio climático y el calentamiento global.

Eso suma puntos para México en el concierto de las naciones y en la bitácora de los grandes consorcios internacionales que ya han puesto a Sonora en la mira de potenciales inversiones, y otras que ya comenzaron, como la planta de licuefacción de gas en Guaymas donde se invertirán más de 2 mil 100 millones de dólares, y la que está por iniciar en Puerto Libertad, cuya inversión oscila entre los 14 mil y 18 mil millones de dólares. En ambos casos, son empresas extranjeras las que los llevarán a cabo.

El Plan Sonora que inició con otro proyecto nada menor, la planta fotovoltaica de Puerto Peñasco cuya primera etapa ya fue inaugurada, y atisbando una divisa de largo plazo como es la explotación del litio ha expandido sus alcances y ya incluye obras como la carretera Guaymas-Chihuahua y la modernización del puerto de Guaymas que representan inversiones de gran calado. Estamos hablando de más de 20 mil millones de pesos entre estos dos proyectos ya en marcha.

El Plan Sonora no podría entenderse sin la participación de un funcionario que suele estar fuera de las candilejas políticas y las ambiciones electorales. Con un perfil bajo en esas lides, Francisco Acuña Méndez, el director del Consejo para el Desarrollo de Sonora (Codeso) ha sido pieza clave en el diseño y la planeación, sino sobre todo en el cabildeo en el plano internacional donde se mueve con evidente soltura y resultados.

Sin estridencias ni protagonismos que otros (y otras) se adjudican como méritos suficientes para figurar en las boletas electorales así sea porque entregaron un carrito de hot dogs o una maquinita para hacer tortillas de harina, el señor Acuña Méndez ya fue y vino por el mundo llevando el Plan Sonora como estandarte de lo que Sonora puede ofrecer al mundo en materia de ventajas estratégicas para la inversión en la industria de las energías limpias, la aeroespacial, los microchips, entre otras.

Con un plus. Hasta ahora se ha mantenido refractario al canto de las sirenas que trae mareado a medio gabinete soñando con un cargo de elección.

Y antes de que empiecen con sus mamadas de que si cuánto me pagó por el cebollazo y demás, debo decir que Francisco Acuña Méndez no lo conozco personalmente, jamás he cruzado una palabra ni un saludo con él ni por interpósitas personas. Simplemente hablo por los resultados que están a la vista.

Es larga la lista de países que el señor ha recorrido promoviendo a nuestro estado a partir del Plan Sonora y recién acaba de regresar de una gira por Asia donde se reunió con los ‘machuchones’ de empresas de talla mundial que por primera vez han puesto sus ojos en esta esquina de la patria.

Acuña Méndez no ha dado muestras de interesarse en alguna aventura electoral y no creo que lo haga al menos en la coyuntura 2024. Tampoco creo que el gobernador esté interesado en deshacerse de quien aparece como su colaborador más capaz y eficiente en el proyecto insignia de su sexenio.

Quizás en el 2027 o 2030 sí lo haga y entonces cuidado, porque todos aquellos y aquellas a quienes se les queman las habas por ocupar la oficina más refrigerada de Palacio podrían ser fácilmente rebasados por la izquierda. O por la derecha, o por arriba. Ya veremos.