Por: Arturo Soto Munguía
Política, crimen organizado, corrupción, impunidad, crispación social, drogas. Son entre otros, algunos de los elementos que se mezclan en el país para generar una tormenta perfecta que explotó el sábado en Querétaro durante un partido de futbol. Una gresca monumental cuyo saldo se desconoce con exactitud.
Cuando la comunidad internacional no se reponía de las escenas que mostraron el fusilamiento ¡un fusilamiento! en San José de Gracia, Michoacán, volvimos a estremecernos con el salvajismo de una turba de rijosos vestidos de aficionados al futbol que en una pesadilla de violencia volvieron a mostrar al mundo la barbarie que ocurre en México.
Poco a poco han ido surgiendo versiones, testimonios que hablan de una emboscada a los aficionados del Atlas por parte de la ‘barra brava’ del Querétaro, evidentemente infiltrada por personas que son capaces de golpear hasta asesinar; desnudar los cuerpos inermes para mostrar una superioridad que no tiene nada que ver con lo deportivo, y sí con los escarmientos propios de criminales.
La versión de que grupos organizados que rivalizan por su actividad criminal en esa región llevaron hasta un estadio sus rencillas, poniendo en peligro a familias enteras, jóvenes, mujeres, niños y niñas es por lo menos escalofriante. ¿Qué sigue? ¿Una masacre en misa de siete? Si el país está cruzado por la impunidad, no sería imposible.
Lamentablemente hemos llegado a un punto en el que eso, y cualquier cosa peor puede ocurrir, para alimentar la capacidad de asombro de una ciudadanía a la que le han arrebatado la paz, le han secuestrado hasta los espacios públicos, las áreas de convivencia, los entornos familiares.
En San José de Gracia sacaron a la gente de un velorio para ponerla contra la pared y fusilarla. En Querétaro el escenario de la barbarie fue un estadio de futbol y los salvajes que participaron de ella sabían que estaban siendo videograbados. Pero en Cancún y en Acapulco han llegado a hoteles de lujo para rafaguear gente y no hay estado del país donde no se hayan registrado hechos similares. Si eso no es un Estado fallido, se parece mucho.
La narrativa oficial en el sentido de que todo es causa de las administraciones anteriores, que Calderón tuvo la culpa y que los conservadores propiciaron el actual estado de cosas, sin dejar de tener algo de razón comienza a sonar hueca. Una letanía predecible que ya enfada.
Sobre todo porque la realidad se empeña en mostrar que entre altos mandos del actual gobierno algo está podrido. Tan podrido como estaba antes.
Si al fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero le intervienen sus conversaciones telefónicas, imaginen lo que puede pasar a cualquier otra persona. Y si en esas conversaciones se desnuda al responsable de procurar justicia torciéndola, invadiendo al Poder Judicial para favorecer sus causas personales, nadie está a salvo.
En el México bizarro, el propio fiscal informó que iniciarán una investigación para dar con los autores de la intervención telefónica, pero ¿qué hay del contenido, del sentido de las llamadas? ¿Al fiscal quién lo investiga?
No hay pruebas, pero tampoco dudas de que al fiscal lo cazaron sus enemigos políticos, que los tiene y de gran peso, con capacidad para disparar esos calibres de ‘fuego amigo’.
¿Tiene relación este caso con lo ocurrido en Querétaro? No directamente, pero el entorno nacional contaminado por la presencia del crimen organizado cruzándolo todo, incluso la política y la administración y la procuración de justicia es el caldo de cultivo perfecto para que estos y otros casos más graves se sigan repitiendo.
Si algo está podrido arriba, no hay manera de descartar la podredumbre de abajo. Qué triste.
II
Vaya trabajo el que está coordinando en estos días la presidenta de la Comisión de Justicia y Derechos Humanos del Congreso del Estado, Diana Karina Barreras: escoger una terna entre la lista de 20 hombres y mujeres que pasaron la primera aduana, para presentarla al pleno el próximo jueves 10 de marzo no es una tarea sencilla.
De allí el pleno tendrá que tomar la decisión final para designar al nuevo presidente de la CEDH y hasta donde pudimos averiguar, el gobernador se ha blindado de la tentación de meter la mano en este proceso, como solía pasar en administraciones anteriores. Gente cercana al primer círculo de poder en el gobierno del estado me asegura que Alfonso Durazo no tiene favorit@ y está dejando por completo la decisión en el Poder Legislativo, lo que por cierto no debería de ser la excepción sino la regla.
No hay, pues, ‘línea de Palacio’ para favorecer a uno u otra aspirante, y esto vuelve aún más interesante el proceso porque las y los diputados habrán de ponderar criterios de excelencia académica, desempeño profesional y conocimiento de la materia, y en la lista hay una competencia que se antoja cerrada.
Ya hemos hablado aquí de mujeres como Sanae Hinojoso y hombres como Saúl Eugenio Torres Millán que acreditan con holgura lo anterior, pero en la lista de finalistas otros personajes como Luis Fernando Rentería Barragán, que me dicen, trae además buenas recomendaciones desde el entorno cercano al gobernador, pero como ya dijimos que Palacio no meterá la mano, deberá atenerse a sus propias competencias.
Y hablando de competencias, hay otro aspirante que tuvo un excelente desempeño en la entrevista que hicieron los integrantes de la comisión. Hablamos del abogado Andrés Montoya García que en el anterior proceso quedó en la terna de finalistas. Sin duda es un elemento que acumula capacidad y experiencia, pues ya trabajó en la institución que aspira a presidir y, con justicia, debería ser considerado en la terna final.
Trae además un muy buen proyecto para sacar a la CEDH del letargo en el que ha caído. Es un hombre conciliador, sensato, sensible y humanista que vendría a revigorizar a esa comisión que parece haber caído en un bache. Pendientes.