Por: Arturo Soto Munguía
Si usted, decepcionado lector, desesperanzada lectora ya se hartó de los partidos políticos y está pensando seriamente en pasarse al lado de la mayoría abstencionista que marcó época en la elección pasada cuando se quedó en sus casas viendo como la aplanadora guinda cargada de cascajo le pasaba por encima a lo que quedaba del resto de los partidos, haga una pausa y reconsidere.
Hace días se presentaron en el IEE los señores Alí Camacho, Fernando Valenzuela y Manuel Hernández para presentar la documentación respectiva solicitando se reconozca oficialmente a lo que han dado en llamar Partido Sonorense, una organización con alcance estatal que vendrá a hacer trizas a cuanta opción político electoral se le atraviese en su camino en 2024.
(Risas grabadas).
Alí Camacho es un activista social del sur del estado que en repetidas ocasiones ha buscado una candidatura por el PRI, mismas veces que ha sido ‘bateado’, y Manny Hernández es (o era hasta hace poco) cabeza de la llamada Corriente Crítica del PRI. A Fernando Valenzuela no lo conocemos bien, pero no es el Toro de Etchohuaquila, eso sí lo tenemos claro.
Ahora que si le da cus-cus votar por el neoliberalismo redimido, no se descorazone, porque también podrá voltear hacia la izquierda y encontrarse con el nuevo partido político que hoy, hoy, hoy será anunciado (también como solicitante de registro) nada más y nada menos que por la aguerrida luchadora social y defensora de los desamparados (Benjamín Hurtado no entra en esta categoría), la mismísima Petra Santos Ortiz.
Todos estos personajes están buscando, no vayan ustedes a creer que su vigencia política y su sobrevivencia en el cada vez más escurridizo presupuesto público, sino que traen toda la voluntad de aportar su trabajo, experiencia, conocimientos y proyectos a la construcción de un Sonora más próspero, democrático, progresista, incluyente, plural, diverso y chulo de bonito.
(Aplausos grabados).
Así que ya lo sabe, si usted es de los que se andan moviendo entre los titubeos ideológicos, las vacilaciones políticas y las indefiniciones programáticas, muy pronto tendrá un nuevo par de opciones, si no para comenzar la quinta transformación, por lo menos para consolidar liderazgos de los que estamos ávidos todos aquellos que aún consideramos insuficientes la guía espiritual, el faro moral, la consistencia ética y el poderoso ejemplo de abnegación y entrega a las mejores causas de la patria que representan el Lupillo Curiel, el Temo Galindo y el Bebo Zatarain, los exponentes más preclaros de una lucha que no ha sido en vano.
(Matracas, confeti y serpentinas)
II
El pequeño José es un bebé de unos cuantos días de nacido. Todavía no abre bien los ojos y en su infinita inocencia y probablemente no haya sido todavía presentado ante Dios para su fe bautismal, pero su madre ya lo presentó ante un gran cuadro con la imagen de Andrés Manuel López Obrador, el presidente de México. El mejor presidente de México, en voz de su propia madre, que lo llevó en brazos como quien se lo ofrece a un santo.
La madre no es cualquier madre. Se trata de la señora María del Pilar Ávila Olmedo, a la sazón gobernadora de Baja California, que apenas hace unos días presentó a la criatura en redes sociales y ayer, hizo circular un video en el que destilando devoción, lleva al niño ante la imagen del presidente. La fe mueve montañas, pero el fanatismo las convierte en luminosas epifanías, en sacramento laico, en reverencial entrega y en abnegada ofrenda.
El pequeño José, que en su infinita inocencia no tiene culpa de nada, ni siquiera de nacer en un hospital privado de San Diego porque qué oso el IMSS o un hospital público de México tampoco entiende porqué su madre hace grabar ese video con él como segundo protagonista (el primero es AMLO, claro) y lo viraliza en redes sociales.
La estampa me enchinó un poco el cuero. Primero porque en estos días el país entero se sacudió con la noticia de un bebé un poco mayor que José, pero sin tanta suerte. No nació en San Diego, sino en un hospital de Iztacalco; presentó problemas de salud y fue sometido a una operación que no resistió y tras fallecer fue enterrado en el panteón Nicolás Tolentino, de Iztapalapa, de donde su cadáver fue robado y encontrado después en el basurero del penal de San Miguel, en Puebla.
Ni el pequeño José, ni su madre ni el presidente tienen la culpa de este espeluznante crimen. Pero si la narrativa gubernamental versa machaconamente sobre igualdad, derechos para todos, respeto a las infancias, empatía con los vulnerables, lo mínimo que se podía pedir era un poco de sensibilidad y ‘timing’.
La estampa de doña Pilar llevando a su pequeño hijo a presentarlo ante la imagen del presidente quizás hizo rodar más de una emocionada lágrima a cualquier devoto de San Andrés, pero no deja de ser inoportuna especialmente porque un día antes, manos criminales asesinaron en Tijuana a la periodista Lourdes Maldonado y una semana atrás, al fotoperiodista Margarito Martínez Esquivel.
Cada quien tiene derecho a venerar las imágenes que a su fe convenga, y a transmitir esa veneración a su familia, pero doña Pilar, figura pública, gobernadora de un estado donde acaban de asesinar a dos periodistas arteramente bien podría reservarse esos actos de fe para espacios y momentos más íntimos.
Insisto, no tiene doña Pilar la culpa de lo ocurrido al otro bebé ni a los periodistas asesinados, pero la escena muestra diáfanamente la burbuja en la que viven algunos gobernantes, su distancia con la realidad, su absoluta falta de empatía y una cierta vocación por trascender ante los ojos del supremo mandante.
III
Ayer comentábamos que el gobernador Alfonso Durazo ha tenido que ponerse el overol, arremangarse la camisa y atender personalmente algunos conflictos sociales y políticos que poco a poco se van desentrampando: Cananea, yaquis, transporte urbano, seguridad pública.
¡Seguridad pública!, gritarán, saltando de su asiento el balaceado lector, la rafagueada lectora, y con justa razón.
Pues ayer en su rueda de prensa para dar a conocer los avances en el Plan de Justicia para Cananea donde destaca la creación de un fondo con recursos federales y del Grupo México para garantizar un ingreso mensual por diez años a los mineros retirados, así como atención médica, el gobernador tocó también el escabroso tema de la inseguridad, acompañado del delegado de la FGR, Francisco Sergio Méndez.
Dieron a conocer que en esta última semana se incautaron 400 mil pastillas de fentanilo, 352 kilos de narcóticos, 38 armas de asalto, 20 armas cortas, 157 cargadores, diez mil cartuchos, 38 vehículos terrestres y una aeronave. Sobre estos últimos se harán las gestiones correspondientes para habilitarlos como ambulancias; la avioneta podría dar ese servicio a comunidades de la sierra para casos de emergencia.
Hasta aquí todo muy bien.
Pero más tarde nos enteramos por medio de un boletín de la Fiscalía estatal, de la intensa movilización del personal de esa dependencia. Hasta Ures viajaron un agente del MP especializado, un médico veterinario y personal de servicios periciales; también elementos de la Agencia de Investigación Criminal, del departamento de Abigeato que se coordinaron a su vez con sus homólogos de Ures.
La intensa movilización atendió dos demandas por las muertes de Azul, Pulguita, La Pelos, La Wera y Nala, perritos “de ambos sexos, diversas razas y edades”, precisa el boletín.
El personal de la fiscalía inició las pesquisas de las que se desprendieron dos líneas de investigación, aunque no especifica cuáles, o lo hace de manera muy general quizás para respetar la presunción de inocencia de los presuntos autores del envenenamiento de los pobres animalitos, y desde luego el debido proceso.
El boletín es hermoso y revelador: “Ana Laura, propietaria de ‘Nala’, cruza de Pitbull con criollo narró que envenenaron a la perrita el sábado por la noche, falleció el domingo por la madrugada, por lo que decidió interponer la denuncia de la cual ya fue atendida”.
Desde luego, no podían dejar pasar la oportunidad de presumir el reconocimiento social a la eficiencia y rapidez de la atención policiaca. Agregan, citando a la misma Ana Laura: “Se me hizo muy rápido porque ayer hable con una muchacha que me dijo ‘vamos a pasar el caso directamente a la fiscalía’ y hoy en la mañana ya me marcaron, que venían para acá… están haciendo muy buen trabajo porque fue de un día para otro”, expuso.
Esta columna, de innegable vocación animalista, reconoce en toda su valía los trabajos para dar con el envenenador de perros en Ures, pero de nuevo, el ‘timing’. Hay una matazón de cristianos desde Cajeme hasta SLRC y los sabuesos de la fiscalía andan tras la pista de un presunto envenenador de perros.
Agradezcamos que al menos no convocaron a una rueda de prensa, así fuera virtual para dar a conocer el sonado caso. Vaya pues.