EL ZANCUDO | SEMANA DE GATOS NEGROS PARA MÉXICO

Por Arturo Soto Munguia

Vaya semana de gatos negros la que se abre este lunes. Un día después, la Suprema Corte de Justicia de la Nación decidirá sobre modificaciones a la reforma judicial presentada por el expresidente Andrés Manuel López Obrador y continuada por Claudia Sheinbaum, su sucesora. El mismo día, se llevarán a cabo las elecciones en Estados Unidos, cuyo desenlace ofrece a México una disyuntiva entre lo malo y lo peor.

En el primer caso, queda claro que el debate técnico-jurídico es, para la presidenta de la República y sus adláteres en el Congreso de la Unión, irrelevante. La reforma va porque va, sin modificaciones de ninguna índole y tienen el poder para hacerla pasar así aunque ello conlleve una escalada en la confrontación con el Poder Judicial que, por como se ven las cosas, llevan todas las de perder.

La reforma judicial ya fue aprobada incluso por la mayoría de los Congresos estatales que recién validaron una disposición para decretar la inimpugnabilidad de la misma, es decir, que son improcedentes cualquier recurso de impugnación, controversia o acciones de inconstitucionalidad que tengan por objeto controvertir las reformas a la constitución.

En el debate jurídico, el tema radica en la irretroactividad de la ley, principio según el cual las impugnaciones a la reforma judicial tendrían que resolverse con las reglas vigentes en el momento que se hicieron, y no con las que se decretaron después. Pero obviamente los criterios que resolverán esta controversia serán políticos, no jurídicos y algunos especialistas advierten sobre una eventual crisis constitucional que, bien a bien, la inmensa mayoría de los mexicanos no sabemos que implicaciones tendría para nuestras vidas cotidianas.

El tema lo puede gestionar la presidenta porque cuenta con todo el apoyo del Poder Legislativo y el consenso mayoritario de los mexicanos que le dieron su voto en la pasada elección de junio, dando por consecuencia además, la desarticulación y el debilitamiento de una oposición que hoy por hoy, no tiene manera de ponerle freno a las decisiones que se tomen desde dos de los tres poderes de la Unión.

El segundo tema arroja más factores de incertidumbre. La elección presidencial en EEUU es relevante para México porque implica el replanteamiento de una relación con su principal socio comercial, con el que además comparte una frontera de más de 3 mil kilómetros que vuelve fundamentales temas como la Seguridad Nacional, la migración, el tráfico de armas, drogas y personas, así como todos aquellos incluidos en el T-MEC, desde los comerciales y financieros hasta los medioambientales y de salud pública.

Un triunfo de Kamala Harris proyectaría el escenario más transitable para México, pero una victoria de Donald Trump, un orate racista, misógino y declaradamente antimexicano (hay que recordar cómo se burló de López Obrador y su canciller Marcelo Ebrard cuando los obligó a contener la inmigración ilegal amenazando con subir los aranceles a las exportaciones mexicanas) realmente metería en aprietos a la presidenta Sheinbaum.

Apunte, catastrofista lector, apocalíptica lectora, los días que vienen, porque serán de intensidades políticas claves para los años por venir.