por Arturo Soto Munguia
El grotesco espectáculo de los diputados –pero sobre todo las diputadas– acuerpando ruidosamente a un político tan desacreditado y lleno de pasajes oscuros en su gestión como gobernador de Morelos, a Cuauhtémoc Blanco solo puede explicarse en un contexto más amplio.
Más allá del personaje, lo que vimos el pasado martes no tiene mucha diferencia con lo que ocurrió hace un par de meses, en lo más álgido de la guerra entre cárteles que tiene sumido a Sinaloa en una crisis de seguridad que ya lesionó severamente la economía del estado: fueron los mismos diputados y diputadas, además de los senadores y senadoras quienes recibieron en los respectivos recintos parlamentarios al gobernador Rubén Rocha Moya para respaldarlo incondicionalmente.
Meses atrás habían hecho lo mismo el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador y su candidata Claudia Sheinbaum.
Lo que estamos viendo es la legitimación de un proyecto político, más allá de los personajes –Cuauhtémoc o Rubén– en base a la lealtad a toda costa. No es la reputación de esos gobernadores lo que está en juego (algunos dirán que tal reputación, si existe, es sumamente mala), sino la obligación y el mandato de cerrar filas en torno a ese proyecto que tiene hasta una cartilla moral y una filosofía (el humanismo mexicano, cualquier cosa que eso signifique), y principios inviolables (en el papel).
Se parte de la premisa de que el Movimiento de Regeneración Nacional que inspira al gobierno es distinto a los gobiernos que le antecedieron. Así como en la religión católica los misterios de la fe obligan a dar por ciertos sucesos que no hay manera de comprobar, así en la política se asume como dogma de fe la culpabilidad o la inocencia, disyuntiva que se decide fundamentalmente por el sentido de pertenencia al proyecto.
Todos los diputados y diputadas federales electas en Sonora votaron a favor del dictamen que mantuvo el fuero a su colega exgobernador. De los varones extraña, pero no tanto. Las diputadas mujeres si sorprendieron porque sin matices ni miramientos, olvidaron las pañoletas verdes y moradas, los hashtags #NoEstasSola #NiUnaMas #YoTeCreo y tantos más con que suelen activar las redes sociales y las manifestaciones callejeras en favor de los derechos de la mujer y la no violencia contra las mismas.
Diana Karina Barreras, Alma Manuela Higuera y Anabel Acosta cerraron filas en el blindaje a Cuauhtémoc Blanco, un individuo que si militara en otro proyecto ya estaría en la cárcel.
Morenistas y aliados pueden hacer eso y más. Están en un momento en el que les alcanza para eso y hasta les sobra.